13 de abril de 2012
La huelga general fue muy importante: paralizó de forma absoluta la gran industria, con menor repercusión en la pequeña y mediana empresa, autónomos y servicios. La actividad en los polígonos industriales y el transporte se redujo a los mínimos, mientras las manifestaciones de la tarde sumaban cientos de miles en las grandes ciudades, más de un millón en todo el estado.
La gran tarea es que la huelga no quede aislada como un acto de protesta, que tenga una continuidad. Lo decisivo es saber si la movilización del 29M abre un nuevo periodo de movilizaciones a todos los niveles, generales, de sector o de empresa… Ésta es la cuestión que decidirá la valoración final de este 29M.
Como siempre antes, el Gobierno de turno minimiza la huelga diciendo que no va a cambiar un ápice su política. Para cerrar filas y evitar cualquier tentación, el ministro de finanzas alemán salía en defensa del Gobierno del Partido Popular: «La huelga general no tuvo bastante apoyo como para impedir que el Gobierno continúe con las reformas, que son necesarias». Las clases dominantes y sus gobiernos temen la huelga general como una acción que une lo que ellos llevan tiempo intentado dividir: la clase obrera.
Al día siguiente de la huelga, Rajoy presentaba los «presupuestos más duros y restrictivos de la democracia». Descenso de los gastos en un 9,6%, aumento de los ingresos en un 12,5% . Pero hay quien sigue ganando y quienes pagan la factura: gana la banca con una deuda que ya consume el 9’5%, un capítulo de gasto mayor que todos los salarios de las y los trabajadores públicos.
Le siguen los fondos de rescate bancario y del FROB y la aportación al «plan de rescate» a Grecia. También las grandes empresas, en aplicación de la última reforma laboral y, en particular las eléctricas, reciben aportaciones y la subida de tarifas. Para completar, las grandes fortunas pueden acogerse a la amnistía fiscal.
A más fuertes se ven los «mercados» -es decir la gran banca internacional- con más ahínco exigen más y más, bajo la amenaza de desestabilizar cualquier estado y llevarlo a la quiebra. La subida de la llamada prima de riesgo a la deuda española es un suculento negocio que consiste en ir tomando dinero público del BCE al 1%, en la llamada «barra libre», mientras exigen el pago del 5, 6 o 7% a los estados que necesitan financiación. Pero tanto tirar de la cuerda, puede romperla. La enorme presión sobre los Gobiernos para imponer durísimos recortes, empuja a la recesión, y esta que ya se ha instalado en Grecia, Portugal y el estado Español, amenaza extenderse a toda Europa.
El PP ha podido constatar el coste político que tienen sus medidas y cómo el crédito electoral se gasta rápidamente al ritmo de subidas del IRPF, reformas laborales… como se ha visto en las elecciones andaluzas y asturianas. Rajoy mantiene una cómoda mayoría absoluta en las Cortes para sacar adelante decretos y leyes, y una gran mayoría de gobiernos autonómicos y ayuntamientos, pero ese poder no le asegura un gobierno fácil ni tranquilo.
La huelga sirvió de nuevo para constatar el papel determinante que tienen aun las direcciones de CCOO y UGT, una referencia indiscutiblemente mayoritaria en las zonas industriales. Esto debiera hacer reflexionar a los sectores de la izquierda que confunden las críticas hacia CCOO y UGT -que las hay, y muchas- con una verdadera ruptura de la clase obrera con ellas. Con la huelga del 29M las direcciones de CCOO y UGT han recuperado la iniciativa que había pasado a manos de movimientos como el 15M. Tan real es el entreguismo de las direcciones de CCOO y UGT como que no puede haber una política para el conjunto de la clase obrera sin tenerla hacia los dos grandes sindicatos. ¿Qué van a hacer ahora CCOO y UGT? Vuelven a pedir negociación, pero el PP y el Gobierno han dejado claro que el tronco esencial de la Reforma es innegociable. Dan otro plazo más hasta el 1º de mayo, dan otra vez tiempo al Gobierno para recuperarse y difuminar el impacto de la huelga general. Quieren movilizaciones para obligar a Rajoy a sentarse en la mesa, pero temen un proceso continuado y progresivo que pueda llevar a una clase obrera temerosa de perder el trabajo pero que manifiesta un profundo malestar, a sobrepasar su control.
Hay que seguir exigiendo la continuidad a la huelga general para echar atrás la Reforma Laboral, para derrotar la ofensiva capitalista generalizada contra los trabajadores y trabajadoras. Estos objetivos son inalcanzables sin un Plan de lucha progresivo que incluya nuevas convocatorias de huelga general. Hay que preservar y dar continuidad a los comités que se han construido para la huelga general discutiendo un balance y su continuidad.
Pero la salida no sólo es de rechazo contra las medidas, sino también de política alternativa: porque o se paga la deuda a los banqueros o se mantienen salarios, pensiones, servicios públicos y se hace un plan de generación de empleo. Nuestra opción es clara: que no se pague la deuda, primero es la gente. Del mismo modo que en los años 90 se extendió por toda América Latina esa exigencia, hoy se desarrolla en Grecia o Portugal. Y esta elección debe estar en manos de la mayoría, de la población:
REFERÈNDUM YA. NO AL PAGO DE LA DEUDA.
Se puede ver Lucha Internacionalista 115 en www.luchainternacionalista.org