Por Secretariado Internacional de la UIT-CI.
La invasión a Ucrania agudizó la crisis del capitalismo
1. La invasión de Putin provoca un salto en la crisis y debacle del sistema capitalista-imperialista.
La guerra en Ucrania –lleva cinco meses- ha puesto en evidencia la gravedad de la crisis global del capitalismo. Inflación en todo el planeta, riesgo de recesión global, aumento de los precios de la energía, de los alimentos, aumento de la desigualdad social, más gastos en armamentos, avance del calentamiento global y nuevas rebeliones de los pueblos. Crisis que el imperialismo, el FMI y los gobiernos pretenderán hacer recaer sobre los hombros de la clase trabajadora y que tendrá enormes consecuencias en la lucha de clases mundial.
Los voceros del imperialismo norteamericano y europeo quieren justificar esta debacle argumentando que todo se debe a la invasión de Putin a Ucrania. Indudablemente esta es un factor importante. Pero, en realidad, la guerra le mete más leña al fuego de la crisis global que ya venía sufriendo la economía mundial y todo el sistema capitalista-imperialista desde el estallido del 2007, agravándose con la pandemia del Covid 19.
Lo que está ocurriendo confirma la definición que hizo la UIT-CI a mediados del 2020, vivimos: “la crisis más grave de la historia” del capitalismo. Señalamos en ese momento “que el Covid-19 ha provocado un salto en la crisis económica del capitalismo abierta en 2007/08 (…) una nueva crisis aguda y por lo tanto la definición es que estamos en la crisis más grave del capitalismo en su historia” (…) No es más de lo mismo de la crisis anterior, sino que es un salto y provoca una crisis inédita en el capitalismo, con sus consecuencias para la burguesía y también para las masas. Se está provocando un cambio colosal para el capitalismo y en la humanidad en su conjunto”. (documento “Actualización de la situación mundial”, VII Congreso, 10/8/2020).
La invasión de Putin a Ucrania se explica en ese marco de crisis aguda. De mayor retroceso económico y choques interburgueses por el reparto de la torta. Rusia ha venido sufriendo un gran deterioro económico. Putin tuvo que ajustar a su pueblo trabajador, aumentó la represión interna, todo ello provocó un gran desgaste político. En las elecciones de septiembre de 2021 retrocedió en votos. También tuvo que reprimir las rebeliones populares de Bielorrusia y de Kazajastán. Putin invade Ucrania en una desesperada maniobra político-militar, para tratar de contrarrestar su deterioro político, uniendo al pueblo ruso en una falsa “defensa de la patria”, y disputar espacios con las otras potencias imperialistas.
La guerra de Ucrania es expresión de la crisis y, a su vez, la profundiza por sus consecuencias políticas, económicas y sociales.
2. Se expande la crisis económica mundial capitalista
La economía mundial capitalista está sufriendo un nuevo temblor. Todos los datos marcan un nuevo retroceso de los indicadores del supuesto crecimiento y repunte que marcaban organismos imperialistas. Muchos analistas burgueses ya hablan de una posible recesión en Europa y Estados Unidos. Cunde el pesimismo. Jamie Dimon, presidente del JPMorgan Chase, uno de los banqueros más poderosos del mundo, dijo: “Los problemas económicos no son pasajeros. Las cosas pueden ir mucho peor” (El País, 9/7/2022).
Los datos explican ese pesimismo patronal. Aumentaron sideralmente los precios de la energía y de los alimentos. La Eurozona podría ir a una recesión a finales de año. La inflación mundial se dispara y llega a su mayor registro desde hace 34 años. La guerra es un factor pero no es la causa principal-. “La guerra claramente afectó los precios de los alimentos y de la energía, porque Rusia es un fuerte exportador de estos productos, y Ucrania de alimentos; sin embargo, la inflación venía creciendo desde antes del inicio de la guerra por lo que este conflicto no es el principal motivo de la aceleración de la inflación”. (Ricardo Arriazu, Clarín, Argentina, 22 de mayo). En Estados Unidos se marcó un récord inflacionario de 9,1 %, el mayor en 40 años. En la Eurozona llegó al inusual 8,6 % interanual. En Turquía llegaría al 73,5%. al 80% en Argentina y al 130% en Zimbabwue.
En medio de la agudización de la crisis crece el saqueo imperialista, a través del aumento de las deudas externas, en especial en las semicolonias. Se calcula que “la deuda pública mundial, que en 2021 aumentó un 7,8%, hasta los 65,4 billones de dólares, se disparará este año un 9,5%, hasta alcanzar un récord de 71,6 billones de dólares.” (Europa Press, en la Nación, Argentina, 5/5/2022)
La escalada inflacionaria que empobrece a miles de millones de familias trabajadoras, está suponiendo ganancias caídas del cielo para los grandes monopolios de la energía, la alimentación y la banca.
Según Laurence Boone, economista jefe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), “Hay bastante petróleo en el mundo que no está siendo utilizado para compensar totalmente el embargo sobre el petróleo ruso. No tendría por qué producirse esa suba del precio si los Estados del Golfo liberaran, si la OPEP liberara ese petróleo” (del El País, en La Nación, 12/6/2022). Dicho de otra forma, son las multinacionales del petróleo las que especulan con el precio para sostener sus fabulosas ganancias.
Todo esto está produciendo una nueva y vertiginosa caída del nivel de vida de las masas en el mundo.
El hambre no deja de crecer. 828 millones de personas han padecido hambre en 2021: 46 millones de personas más que el año anterior y 150 millones más que en 2019. Alrededor de 2.300 millones de personas en el mundo (29,3 %) se encontraban en situación de inseguridad alimentaria moderada o grave en 2021, esto es, 350 millones de personas más que antes del brote de la pandemia de la COVID19 (Datos del Informe de la ONU, julio 2022). Se calcula que en el 2022 “al menos 276 millones de personas ahora enfrentan inseguridad alimentaria aguda (…) 40 millones de personas en 43 países están al borde de la hambruna (…) estamos en una crisis sin precedentes” (Alerta de la ONU, cita de The New York Times, en Clarín,21/5/2022).
A esto hay que sumarle la crisis migratoria por guerras y hambre. Habría 7 millones de personas que han salido de Ucrania. Según Acnur, más de 3.000 migrantes de África murieron en 2021 al intentar alcanzar Europa por vía marítima. La brutalidad policial del Estado español como del marroquí, ha provocado la muerte de al menos 37 jóvenes migrantes en Melilla. En mayo se detuvieron a más de 239.000 personas en la frontera mexicana-estadounidense, una cifra récord.
La crisis económica capitalista no tiene salida, es crónica, y sus efectos serán cada vez peores. El imperialismo y los gobiernos capitalistas tratan de imponer nuevos planes de superexplotación para salir de la crisis, lo que provoca una exacerbación de la lucha de clases.
3. Nueva oleada de luchas en el mundo
La clase trabajadora y los sectores oprimidos están respondiendo a esta contraofensiva capitalista con huelgas obreras y rebeliones populares como se ha dado, por ejemplo, en Sri Lanka o Ecuador.
Se trata de una nueva oleada mundial de luchas. En el 2019 se produjo un gran ascenso mundial que tuvo su punto más alto en la movilización revolucionaria de Chile contra Piñera, precedida por las luchas de Ecuador, los “chalecos Amarillos de Francia, la larga huelga de General Motor en Estados Unidos, la rebelión popular del Líbano, las luchas de la ola verde del movimiento de mujeres con el paro mundial del 8 de marzo. Lo nuevo de esta oleada es que se sumó la movilización de la juventud por el cambio climático. En el 2020 el Covid produjo un impasse ralentizándose las protestas, el cual se rompió con la rebelión antirracista en Estados Unidos contra Trump por el crimen de George Floyd. Hubo otras luchas pero que no llegaron al mismo nivel de la oleada del 2019. En el 2021 se destacaron la rebelión de Colombia y las inéditas protestas del 11J de Cuba.
Desde junio de 2022 se ha abierto esta nueva oleada. La anticipó la primera revuelta de Sri Lanka en mayo que derivó en la suspensión de los pagos de la deuda externa. En julio se produjo una insurrección popular con centenares de miles en las calles que tomaron el palacio presidencial haciendo huir y renunciar al presidente.
En Ecuador se produjo otra rebelión popular indígena contra el aumento de los combustibles, que logró un triunfo parcial con una rebaja en las tarifas. En Latinoamérica se sumaron la huelga y marchas en Panamá, que aún están en curso, la huelga de los mineros del cobre en Chile, huelgas por salario en Brasil o rebeliones de docentes en el interior de Argentina.
En Europa el aumento de precios que no se conocía hace décadas, unido a los anuncios de recortes en el suministro y la temperatura de la calefacción, está provocando una oleada de huelgas por aumento de salarios. Hubo una huelga general en Bélgica. Casi una huelga general en Reino Unido con la huelga de varios días de los ferroviarios. Huelgas de los petroleros en Noruega y Francia (Total), los trabajadores aeronáuticos en varios países y trabajadores estatales, de la salud y la educación.
También hubo huelgas en Irán, encabezadas por una gran huelga docente; en Libia el parlamento fue incendiado por manifestantes en Trípoli, que culpan a los dos gobiernos existentes por la pésima situación social, y protestas masivas en Ubezkistán contra un intento de reforma constitucional que cayó. La perspectiva es hacia nuevas confrontaciones sociales y a una mayor polarización en el mundo.
4. Se agudiza la crisis política del imperialismo y el “desorden mundial”
La guerra desatada por Putin en Ucrania muestra la profundidad de la crisis política que tiene el sistema capitalista-imperialista que se expresa en este salto en los choques interburgueses e interimperialistas. No pudieron, por ejemplo, lograr una salida negociada con Rusia para parar la invasión y luego de cinco meses no pueden ponerle punto final.
Un imperialismo menor como lo es Rusia, que tiene una economía de la dimensión de Brasil, se atreve a avanzar sobre Ucrania porque sabe de la debilidad político-militar de los Estados Unidos, que está golpeado luego del fracaso y derrota de Afganistán.
Se confirma que el imperialismo yanqui, si bien sigue siendo el dominante por su poderío económico y militar, está cruzado por la crisis global del capitalismo. Estados Unidos, como gendarme mundial, lleva décadas buscando “poner orden” en el mundo. Pero desde la fallida invasión a Irak (2003) de Bush y la posterior agudización de la crisis económica del 2007 (bajo Obama), lo que predomina es el “desorden mundial”. La continuidad de la guerra, el salto en la crisis económica y la nueva oleada de luchas lo confirman.
El accionar desafiante de Putin llevó a lo opuesto de lo que pretendía, que era debilitar a la OTAN y a la unidad Estados Unidos-Unión Europea. La cumbre de la OTAN en Madrid (junio) mostraría su fortalecimiento con la posibilidad de nuevos ingresos (Finlandia y Suecia). Crece el armamentismo imperialista en Europa, en especial en Alemania. Con la OTAN y su extensión, el imperialismo occidental usa la guerra de Ucrania para fortalecer la semi colonización del Este europeo y de un aparato represivo preventivo para actuar contra futuras rebeliones y revoluciones. Pero ese fortalecimiento de la OTAN es relativo, ya que no deja de pesar sobre ella derrotas políticas-militares como la de Afganistán. Por eso Estados Unidos y la Unión Europea tratan de impedir toda posibilidad de intervenir militarmente en forma directa en Ucrania y que la guerra no salga de sus fronteras. Su objetivo final es buscar mejores condiciones para negociar una paz con Putin a costa del pueblo ucraniano.
Por otro lado, está China que mantiene una postura de no denunciar la invasión de Putin, pero no está por fuera de la crisis global tanto económica como política. Su economía ya no crece a dos dígitos, retrocede la inversión extranjera, crecen protestas de ahorristas y la caída del consumo mundial la va afectar. Lo que hace suponer que crecerán los roces interburgueses, en especial con los Estados Unidos. En paralelo la dictadura del Partido Comunista chino viene levantando el objetivo de recuperar Taiwán como agitación interna “popular nacionalista” y como arma de chantaje para negociaciones con Estados Unidos, lo que representa otro factor de crisis latente y augura nuevas fricciones.
Mientras sigue la destrucción ambiental. Por la crisis enérgica, se reactiva el uso del carbón. Alemania y Austria, por ejemplo, establecieron que se podrán aprovechar las centrales de carbón de reserva, que actualmente solo estaban disponibles como último recurso.
La crisis del sistema capitalista-imperialista enfrenta a los gobiernos a posibles situaciones no deseadas, de descontrol que puede llevar a nuevas guerras regionales. Tampoco se puede excluir la posibilidad de una extensión de la actual guerra en Ucrania, y seguirá vigente el riesgo de una tercera guerra mundial, incluso con el uso de armas nucleares. Guerras que afectan y afectarán a los explotados del mundo. Es parte de los peligros que encierra la decadencia creciente del imperialismo y el capitalismo. Por eso, como socialistas revolucionarios, decimos que el dilema sigue siendo “Socialismo o Catástrofe”. En esa lucha estratégica, desde la UIT-CI, nos oponemos totalmente a toda forma de armamentismo imperialista, estamos por la disolución de la OTAN y el fin de sus bases en el mundo. En este marco seguimos diciendo Fuera Putin de Ucrania, Apoyamos la resistencia del pueblo ucraniano y No a la OTAN.
5. Se mantiene la tendencia al desgaste y crisis de los gobiernos y regímenes capitalistas
La crisis sin precedentes del sistema capitalista, la intensificación de los ataques contra el pueblo trabajador y los sectores populares, aumenta el descontento y la movilización de los pueblos. Todo esto alimenta el desgaste y crisis de los gobiernos capitalistas y el descrédito en los dirigentes y partidos patronales.
Esta tendencia sigue vigente en la actual coyuntura mundial. Los ejemplos abundan. Sri Lanka, como ya dijimos, es el punto más alto de un gobierno echado por una insurrección popular. La renuncia de Boris Johnson se da, no solo por el escándalo del caso de acoso sexual, también en el marco de una de las crisis económicas y sociales más fuertes desde los años 80, que vive el Reino Unido. La creciente inflación, la huelga más grande de los últimos 30 años de los transportes, de profesionales de la educación, de la salud, judiciales, manifestaciones y demás acciones que denuncian los salarios de miseria y los ataques a derechos laborales. El otro gobierno imperialista golpeado fue Emmanuel Macron en Francia. En junio sufrió una dura derrota en la segunda vuelta de las legislativas. La alianza de Macron no logró retener la mayoría absoluta que ostentaba en la Asamblea Nacional. Su desgaste viene de las movilizaciones de los “Chalecos Amarillos” y de las reiteradas huelgas ferroviarias y de otros sectores de la clase obrera. En Italia Mario Draghi renuncia al gobierno, cuando había asumido con grandes expectativas y ahora está cuestionado por la crisis social. En el estado español, el gobierno del PSOE-IU/Podemos, el único gobierno de la OTAN con ministros del PC, ve cómo se agudizan sus tensiones internas por la política antiobrera, represiva y monárquica que aplica. En Estados Unidos la figura de Biden no deja de bajar en las encuestas por los efectos de la inesperada inflación. El desgaste afecta tanto a gobiernos de ultraderecha como a los de centroizquierda. En Brasil crece el repudio popular al derechista Bolsonaro, que perdería su intento de reelección. En Perú el nuevo gobierno de centroizquierda de Pedro Castillo, vive de crisis en crisis y ya ha quemado las pocas expectativas que quedaban en el pueblo que lo votó. En Argentina el gobierno peronista de Alberto Fernández sufre un rechazo popular en medio de la aplicación de un ajuste acordado con el FMI. En Latinoamérica, el desgaste de gobiernos de derecha liberal y las rebeliones populares llevaron a que hubiera triunfos electorales inéditos de alianzas de la izquierda reformista en Chile (Boric) y Colombia (Petro). Pero inmersos en la actual crisis económica y sin ofrecer cambios de fondo que rompan con el capitalismo, la tendencia será a un rápido desgaste y crisis de su base popular.
También el repudio a los políticos y partidos patronales tradicionales ha llevado a una polarización que tiene expresiones electorales hacia la ultraderecha neofascista, como Vox en el estado español, Javier Milei en Argentina, Le Pen en Francia, Chega en Portugal, antes Bolsonaro en Brasil o Trump en Estados Unidos, entre otros. Aunque estas distintas expresiones de ultraderecha han tenido avances y retrocesos y algunas aún sean incipientes, no dejan de ser una señal de alerta para las y los trabajadores. Ante la mayor polarización social y crecimiento de las movilizaciones de las masas, surgen peligrosamente sectores burgueses que alientan endurecer la represión para imponer sus planes reaccionarios. Los socialistas revolucionarios debemos denunciar y combatir en forma permanente todo intento de resurgir de estas formaciones ultrareaccionarias.
La tendencia será al surgimiento de nuevas expresiones de crisis de los gobiernos y regímenes burgueses y a su caída por medio de las movilizaciones. La cuestión de la crisis de dirección revolucionaria sigue siendo el eslabón más débil que tiene la clase trabajadora y los pueblos del mundo. Desde la UIT-CI convocamos a intervenir en los procesos de lucha dando la pelea por las nuevas direcciones contra los viejos aparatos y por la construcción de partidos socialistas revolucionarios, con las tácticas de la unidad de acción y la de unir a los revolucionarios con un programa de independencia de clase.
6. Que la crisis capitalista no la paguen las y los trabajadores
La crisis económica del capitalismo imperialista golpea en todos los rincones del planeta. Arroja a millones y millones de la clase trabajadora y de los explotados a la rebaja sistemática de los salarios, a la desocupación, a la marginalidad o a la inmigración.
El imperialismo, sus multinacionales, el FMI, y los gobiernos capitalistas quieren descargar sobre los hombros de las masas explotadas la crisis que provocaron. Las rebeliones de Sri Lanka, Ecuador, las huelgas obreras europeas, las huelgas y protestas masivas en Latinoamérica, entre otras, nos muestran el camino para derrotar esa contraofensiva capitalista.
Desde la UIT-CI impulsamos y apoyamos esas rebeliones y luchas de los pueblos en el mundo. Para terminar con el sistema capitalista-imperialista iniciando el camino del Socialismo. Proponemos un programa que movilice a las masas y por la constitución de un movimiento internacional, en base a la más amplia unidad de acción anticapitalista con la consigna: “Que la crisis no la paguen las y los trabajadores. Que la paguen los capitalistas”. Un programa que incluya, entre otras, consignas como No al pago de las deudas externas, No a los tarifazos, Aumento de salarios de emergencia indexados mensualmente ante la inflación, estatización de las empresas de energía bajo control obrero, altos impuestos a las grandes empresas y bancos, por planes económicos de emergencia obreros y populares.
Secretariado Internacional de la UIT-CI.
19 de Julio 2022