En abril de 1965, una insurrección popular enfrentó a la junta militar proyanqui que había derrocado al gobierno de Juan Bosch en 1963. A sangre y fuego, con más de cuarenta mil marines, el imperialismo y la oligarquía mantuvieron a República Dominicana como una empobrecida semicolonia.
Mercedes Petit • mpetit@izquierdasocialista.org.ar
La región del Caribe desde fines del siglo XIX ha estado ligada a la presencia militar y económica del imperialismo norteamericano. La historia de República Dominicana estuvo jalonada por el predominio de la industria azucarera, su concentración en manos de las multinacionales yanquis y las invasiones. Luego de la invasión de 1916 se formó una Guardia Nacional de la cual surgió Rafael Leonidas Trujillo, de origen pobre y con un frondoso prontuario delictivo. Entre 1930 y 1961 “reinó” su sanguinaria dictadura fascistoide, una de las peores del continente. Fue responsable de decenas de miles de asesinados, y transformó a él y familia en propietarios de prácticamente todos los resortes de la economía dominicana. Tan brutal era su manejo del país, que el imperialismo comenzó a considerarlo un lastre insostenible.
El asesinato salvaje de las hermanas Mirabal (que se transformó en el símbolo de la violencia contra las mujeres) en noviembre de 1960 sacudió a la opinión pública. Iba en aumento el descontento obrero y popular, y distintos grupos de militares y patronos conspiraban contra Trujillo. Otros gobiernos latinoamericanos lo aislaron. Finalmente, con el aliento (y alguna armas…) de la CIA, fue ametrallado el 30 de mayo de 1961. Joaquín Balaguer, quien fuera “presidente” títere de Trujillo, intentó gobernar, pero fue derrocado, y se impuso una apertura política. En diciembre de 1962 ganó la elección presidencial Juan Bosch, del PRD (Partido Revolucionario Dominicano, de un sector de la patronal antitrujillista y que contaba con apoyo obrero y campesino), con el 60% de los votos.
El ascenso revolucionario antiimperialista y la ofensiva yanqui
La década de los sesenta se abrió en América Latina con un creciente ascenso, motorizado por la radicalización de la revolución cubana, que avanzó en las expropiaciones y la ruptura con el imperialismo y la burguesía a lo largo de 1960.
El imperialismo yanqui intentó cercar y aplastar al proceso cubano. Fracasó en su invasión a Playa Girón en abril de 1961, pero de todos modos redobló su presión sobre los gobiernos de la región contra Cuba Socialista.
El gobierno nacionalista burgués del PRD, que contaba con amplio apoyo popular, asumió en febrero de 1963. En abril se promulgó una nueva constitución con una gran ampliación de derechos democráticos y sociales para los trabajadores y los desposeídos. Solo cinco meses después, el 25 de septiembre, Bosch fue derrocado por un golpe encabezado por el coronel Weissin y Weissin, ligado a la oligarquía, la iglesia católica y los yanquis. Se abolió la nueva constitución y se reinstaló una dictadura. En Brasil, en abril de 1964 fue derrocado por un golpe militar proyanqui el gobierno de Goulart. El presidente Lyndon B. Johnson comenzó a bombardear y a invadir Vietnam del Sur.
La revolución y el desembarco de los marines
En Dominicana el descontento siguió en aumento. El 24 de abril de 1965 comenzó una guerra civil: la junta militar gobernante fue destituida, en medio de la división de las fuerzas armadas y una insurrección impulsada por las organizaciones obreras y populares y los sectores más jóvenes del ejército encabezado por el coronel Francisco Caamaño. Milicias armadas de obreros y estudiantes, junto a suboficiales y soldados, hicieron retroceder y paralizaron a los tanques de Weissin y Weissin en Santo Domingo, que quedó dividida. La oligarquía y sus fuerzas militares pusieron al general proyanqui Imbert Barrera al frente de un “gobierno de reconstrucción nacional”, mientras los “constitucionalistas” sostenían a Caamaño como presidente. El fantasma de “otra Cuba” recorría el Caribe.
El 28 de abril comenzó la invasión yanqui, que fue rechazada por las masas latinoamericanas y varios gobiernos. Johnson rápidamente buscó apelar a la cobertura de la OEA, pidiendo la formación de una “fuerza multilateral de paz”.
Con gran heroísmo, los combatientes dominicanos enfrentaron a los invasores en condiciones muy adversas. Hicieron varios intentos de tomar el Palacio Nacional y entre mayo y junio hubo muchísimos muertos. En agosto Caamaño empezó la negociación con Imbert Barrera para formar un “gobierno provisional”. Estados Unidos logró la “fuerza de paz” de la OEA, con el apoyo efectivo de la dictadura brasileña, que envió más de un millar de soldados, y algunos cientos más, aportados por las dictaduras de Honduras, Paraguay y Nicaragua. A fines de agosto habían terminado los últimos combates.
El 3 de setiembre asumió la presidencia provisional, en un acuerdo avalado por EE.UU. y aceptado por Caamaño, el abogado Héctor García Godoy. Reemplazados por tropa brasilera, se fueron los marines, dejando oficiales “asesores”. En enero de 1966 Caamaño viajó a Londres con un cargo diplomático, con lo cual daba cierta confianza en el gobierno de García Godoy.
Unos meses después se realizaron “elecciones” controladas por la oligarquía y los militares proyanquis, mientras el país seguía ocupado por las tropas de la OEA. Así asumió la presidencia nuevamente el títere de Trujillo, Joaquín Balaguer. García Godoy se fue de embajador a Washington y Balaguer impuso el terrorismo de estado, con una feroz represión.
Faltó una dirección consecuente
En República Dominicana no existía un partido revolucionario y los dirigentes de las organizaciones sindicales, populares y del movimiento estudiantil se alinearon en el curso capitulador del sector militar que encabezó la revolución.
El pueblo dominicano pagó aquella invasión con represión, pobreza y sometimiento al imperialismo. Juan Bosch (fallecido en 2001) nunca más logró ganar una elección presidencial, aunque se presentó varias veces. Pero sí lo hizo el Partido de la Liberación Dominicana, que fundó en 1973, cuando rompió con el PRD. En 1996 el PLD ganó las elecciones gracias a un acuerdo entre Bosch y Balaguer. Los gobiernos del PLD, convertido en heredero de Balaguer (fallecido en 2002), profundizaron la miseria y el carácter semicolonial, con el pacto de libre comercio con EE.UU. El escaso crecimiento económico logrado ha sido sobre la base de un crecimiento importante de la deuda externa.
El pueblo dominicano siguió luchando. Hubo importantes huelgas, por ejemplo contra el pago de la deuda externa. Las actuales luchas están vinculadas a la resistencia contra la depredación minera de territorios por parte de transnacionales avaladas por el gobierno del PLD. Sigue abierta la lucha que dejaron inconclusa los heroicos combatientes que enfrentaron a los marines en 1965.
El PRT y la solidaridad con el pueblo dominicano en Argentina
Al producirse la invasión en abril de 1965, la organización que dirigía Nahuel Moreno, Palabra Obrera, lanzó rápidamente la consigna “Fuera los marines yanquis de Santo Domingo”. Desde comienzos de ese año estaba impulsando la unificación con el FRIP (Frente Revolucionario Indoamericano y Popular), liderado por Roberto Santucho, y esta campaña fue la primera desarrollada por el PRT, el nuevo partido en formación*.
Ante la política yanqui de cubrirse con una “fuerza de paz” de la OEA, el partido FRIP-PO reivindicaba la política tradicional argentina de no intervención en asuntos internos de otros países y denunciaba la actitud del gobierno del radical de Illia, cuyo canciller Zavala Ortiz denunciaba una supuesta agresión “comunista” a la República Dominicana, justificando la invasión. Esta había recibido un repudio generalizado, que incluía declaraciones de la CGT y de diputados peronistas. Palabra Obrera sostenía que la mejor ayuda a los pueblos dominicano y cubano era que los trabajadores latinoamericanos exigiesen la expropiación de las grandes empresas yanquis y el desconocimiento de las deudas contraídas por los gobiernos patronales. Centraba su campaña en la denuncia de la OEA (Illia se comprometía a mandar tropas si lo pedía la OEA), exigiendo la ruptura con este títere yanqui, la anulación de todos los pactos militares y que no se enviase a ningún soldado para legalizar la invasión. En el periódico se proponía la realización de un acto público con la CGT, el movimiento estudiantil, las autoridades universitarias y los partidos políticos (PO Nº 385, 11/5/65). A la CGT se le reclamaba paro para el día del acto, y si Illia mandaba soldados, se respondiera con la huelga general con ocupación de fábricas, oficinas, universidades y colegios secundarios.
El acto se realizó el miércoles 12 de mayo, en la Plaza Congreso, con una concurrencia multitudinaria, estimada entre los quince y los cuarenta mil participantes. Organizado por las direcciones estudiantiles, tuvo el apoyo y participación de la CGT y partidos políticos, como el Justicialista, Comunista, Socialista Argentino, entre otros. En los discursos se expresaron dos políticas. Los oradores del PC y la dirección estudiantil reformista pedían la renuncia de Zavala Ortiz y el repudio al imperialismo yanqui.
Por su parte, Salvador Amato, en representación de la tendencia estudiantil que impulsaba Palabra Obrera, encabezada por UPE de Farmacia, denunció al gobierno radical, diciendo que era insuficiente la renuncia del canciller, e insistió en la ruptura con la OEA y todos los pactos militares y políticos que nos ataban al imperialismo. Y propuso salir del acto con una dirección unitaria para impulsar las tareas de solidaridad con el pueblo dominicano. Solo el diputado peronista y dirigente de la UOM Paulino Niembro mencionó positivamente estas propuestas, aunque sin comprometerse a impulsarlas. Al finalizar el acto hubo una provocación por parte de infiltrados de grupos fascistas y de los servicios, y murió el estudiante de medicina Horacio Grinback.
En medio del ascenso estudiantil que sacudía el país hubo numerosas movilizaciones, que eran reprimidas por la Guardia de Infantería y gases lacrimógenos, mientras los estudiantes se protegían con piedras y bombas molotov. Los seguidores del Partido Comunista cantaban la consigna “yanquis, atrás, los pueblos quieren paz”, e “Illia, coraje, a los yanquis dale el raje”. Los seguidores de las agrupaciones del trotskismo junto con importantes sectores de la vanguardia estudiantil radicalizada, cantaban “yanquis a cucha, los pueblos quieren lucha”, y “Zavala, Illia, la misma porquería”.
http://izquierdasocialista.org.ar/components/com_jce/editor/tiny_mce/plugins/anchor/img/anchor.gif) 2px 50% no-repeat;»>*Véase El trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina. Ernesto González (coordinador), tomo 3, vol. 2, Antídoto, 1999.