Por Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI
En últimos meses ya hubo 6 grandes jornadas de movilización y huelgas contra la reforma de la ley de pensiones que intenta el presidente Emmanuel Macron. La del 7 de marzo fue la sexta y mayor y varios sectores claves ya anunciaron el comienzo de “huelgas prorrogables” (es decir se mantendrían en huelga continua decidida por asambleas).
La movilización del martes, convocada por 8 centrales sindicales, fue de 1,28 millones de personas, según el gobierno y 3,5 millones según la central sindical CGT (700 mil en Paris). Es la mayor protesta en tres décadas. Y es superior a la del 31 de enero cuando se movilizaron 2,8 millones según la CGT, que ya era la mayor en 30 años anteriores.
Al término de la jornada, el frente sindical pidió a Macron una reunión «urgente», porque su «silencio ya no es posible». También convocó a nueva protesta el sábado y otra sin fecha semana próxima, coincidiendo con el trámite parlamentario de la ley de pensiones.
Varios sectores claves, como las refinerías, ferrocarriles y sector energético, se resolvieron las huelgas prorrogables.
Otra muestra de la voluntad desde las bases de radicalizar las medidas, es que se organizaron piquetes y bloqueos de carreteras en muchos lugares del país.
Los sindicatos también apoyaron las manifestaciones convocadas para el miércoles con motivo del Día Internacional de la Mujer y el jueves, a llamado de los estudiantes.
Lo intentan desde hace muchos años
La reforma de la ley de pensiones no es sólo el aumento de la edad jubilatoria de 62 a 64 años, sino que cambia las condiciones y exige un mínimo de 43 años de aportes en momentos en que cada vez más jóvenes no tienen trabajos regulares. Dos de cada tres franceses, según todos los sondeos, se oponen a esta reforma.
El ataque al sistema de pensiones es una exigencia de los capitalistas franceses desde hace décadas antes de Macron. El primer intento serio de la burguesía francesa de rebajar a las jubilaciones fue en 1995 con el infame “Plan Juppé”, derrotado por el movimiento de masas más importante sucedido en Francia desde mayo de 1968.
El actual presidente Macrón también lo intentó 2019-2020, provocando la oleada de huelgas más grande de las dos últimas décadas, incluyendo el movimiento casi insurreccional de los “chalecos amarillos” y una huelga ferroviaria de seis meses de duración que obligaron a su Gobierno a retirar su plan de reforma de las pensiones cuando este ya había sido aprobado por el Parlamento.
Ahora todo está peor con la crisis capitalista
Aunque Macrón está más débil que en el 2019, el capitalismo está más en crisis y su compromiso es aumentar o recuperar las ganancias de los capitalistas franceses. Por eso ni se reúne con las direcciones sindicales para discutir alguna modificación. La ley de pensiones es parte de eso, pero no sólo es la ley de pensiones. También están los salarios y las leyes laborales.
Y hoy en Francia el gobierno sigue diciendo que va a aplicar si o sí la reforma de pensiones.
Para los trabajadores, las pensiones tampoco son el único problema que empeoró su situación. El tema salarial, ante los aumentos de precios de energía y alimentos, es también un reclamo central. Aunque los dirigentes burocráticos de las centrales sindicales no lo están tomando con el argumento de que “lo primero” es que se retire la reforma de pensiones.
Es la economía capitalista en su conjunto, en Francia y en el mundo, la que está tratando de hacer pagar su peor crisis a las y los trabajadores.
La necesidad de un plan de lucha hacia la huelga general indefinida
Esto plantea también la necesidad de que, al calor de esa gran lucha, trabajadores, trabajadoras y jóvenes se organicen en la perspectiva de conformar una alternativa socialista revolucionaria por un cambio de fondo que termine con este desastre capitalista, por una alternativa política hacia un gobierno del pueblo trabajador.
Es evidente que en lo inmediato, para derrotar al gobierno y sus plantes, “lo primero” es que habrá que endurecer cualitativamente las medidas, como lo plantean sectores de base, con huelga indefinida (“reconducible”) del conjunto del país y también los bloqueos. Y para eso incorporar al conjunto de los trabajadores, trabajadoras y jóvenes, con sus demandas, incluyendo la salarial y plenos derechos laborales, por un plan económico del pueblo trabajador.