4/03/2024. El pasado 23 de febrero, el movimiento estudiantil italiano junto con los sindicatos de base salieron a las calles en apoyo al pueblo y a la resistencia palestina. Las razones de la clase trabajadora se han consolidado con las razones del pueblo palestino, junto con el rechazo a la economía de guerra. Mientras los trabajadores siguen perdiendo salarios reales, diezmados por la inflación, las fábricas cierran y la inseguridad laboral aumenta, el gobierno de Meloni desarrolla una economía centrada en las inversiones de guerra, eliminando el IVA de la producción de armas: mucho dinero sustraído de gastos sociales, pensiones, atención sanitaria y el sistema escolar.
La movilización del 23 de febrero, promovida entre otros sindicatos de base por USB y SI Cobas, se caracterizó por un objetivo puramente político, el lema era: «Alto al genocidio», respondiendo al llamamiento de los jóvenes palestinos. El objetivo perseguido con la huelga del día 23 y la manifestación nacional del 24 de febrero en Milán era presionar por un alto el fuego inmediato, dado que la guerra, además de golpear a la población palestina, en lo que resulta ser una nueva Nakba[i], corre el riesgo de incendiar el mundo y destruir las condiciones de vida de los trabajadores y de la población trabajadora. La relación entre la participación italiana en los teatros de guerra y el ataque a las condiciones de vida de los trabajadores fue también el impulso que llevó al movimiento estudiantil, los trabajadores del futuro, a salir al campo en manifestaciones. Y aquí la actitud beligerante del gobierno Meloni encontró clara expresión en los métodos represivos de la policía estatal que golpeó duramente a estudiantes de secundaria durante las manifestaciones en Pisa y Florencia.
Un auténtico abuso de poder y una gestión autoritaria de la plaza, hasta el punto de que Sergio Mattarella, presidente de la República Italiana, tuvo que escribir una nota de protesta por la actuación policial dirigida al ministro del Interior, Piantedosi. Una respuesta extraordinaria vino de la población pisana que, conmocionada por las imágenes de violencia contra los estudiantes indefensos, que querían entrar pacíficamente en la céntrica Piazza dei Cavalieri, decidió salir en defensa de los estudiantes. La tarde del 23 de febrero, la Piazza dei Cavalieri estaba repleta de gente y la policía no pudo hacer nada más que abrir la plaza a los ciudadanos. El movimiento obrero italiano marca un punto importante en el objetivo de retomar las luchas y extenderlas a otros sectores como los estudiantes, sacudiéndose un letargo que dura demasiados años. El gobierno Meloni, sin embargo, marca un claro retroceso, dado que las políticas antiobreras de Meloni están empezando a hacer sentir sus efectos y no es casualidad que, a pesar de la destitución del director de la policía pisana, Giorgia Meloni quiso reiterar su pleno apoyo a la Policía, instrumento de represión del Estado burgués. Es por ello que el comisario de policía de Pisa, un personaje sórdido, entre los protagonistas de la represión y la violencia en el G8 en Génova en 2001, siga allí, entre los dirigentes de la burocracia estatal. Un ausente culpable de la huelga del día 23 es el sindicato confederal, en primer lugar la CGIL, cuyo peso específico en términos de organización y de números daría un mayor impulso a una nuevo periodo de lucha en Italia. Pero la burocracia sindical confederal, hasta la fecha, no parece demostrar la voluntad de desarrollar una lucha sindical dirigida también a la esfera política, a menos que sea impulsada por el movimiento real de trabajadores, precarios y estudiantes. Y por eso también días como el 23 de febrero tienen una importancia social tan significativa.
29 de febrero 2024. Lukas Vergara, militante Tendencia Cuarta Internacional (en el PCL – Partido Comunista de los Trabajadores)
[i] El equivalente palestino de la palabra hebrea Shoah, Holocausto.