Por: Miguel Sorans*
La tensión no ha dejado de crecer en el Este asiático. El gobierno de Norcorea habría hecho detonar bajo tierra una supuesta bomba nuclear (3/9/17). La respuesta de Trump no se hizo esperar. Amenazó con nuevas sanciones económicas que ya son tratadas en la ONU, y no descartó una respuesta militar. La carrera armamentista no para. Después de 25 años Corea del Sur vuelve a instalar un arsenal nuclear de origen norteamericano. Había sido retirado en los 90 por un acuerdo entre las dos Coreas.
¿Cuál es la raíz del conflicto? ¿Realmente se puede iniciar una guerra en el Asia oriental?
Escenas similares se viene reproduciendo desde hace casi 20 años. ¿Será esta vez la vencida y que termine estallado una nueva guerra? ¿Con el grave peligro de que actúen con armamento nuclear?
Son pocos los que creen que se pueda llegar a una guerra total, más allá de alguna de las tantas escaramuzas que se vienen produciendo en los últimos años. Pero tampoco se lo podría descartar completamente debido al carácter irresponsable y criminal de los contrincantes. Por un lado, un régimen dictatorial de viejo cuño estalinista, odiado por su pueblo, y, por otro, Donald Trump y el imperialismo yanqui que quiere mantener su rol de gendarme mundial a toda costa y favorecer a la industria armamentista norteamericana. Trump, como para que no queden dudas, anunció en twitter: «Voy a permitir a Japón y a Corea del Sur comprar una cantidad sustancialmente mayor de equipos militares altamente sofisticados de Estados Unidos» (Clarín, Argentina, 6/9).
¿Cuál es el origen de este conflicto?
Corea estuvo ocupada por Japón hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. En las conferencias de Yalta y Potsdam de 1945, los aliados, incluida la URSS, pactaron dividir en dos a Corea. El norte para la influencia soviética y el sur para los yanquis. En junio de 1950 se desató una guerra apoyada por el pueblo coreano. China apoyó a los norcoreanos. Luego de tres años de guerra, los surcoreanos y las tropas norteamericanas, al mando del general MacArthur, fueron derrotados. Pero igual se impuso en 1953 un acuerdo de la ONU, pactado entre EE.UU. y la URSS, obligando a ratificar la división de Corea, por el paralelo 38. Desde entonces, el conflicto quedó abierto.
Ahora Trump pretende poner toda la carga del peligro de una guerra en el gobierno norcoreano, aprovechándose de su carácter dictatorial e imprevisible. Pero en realidad es el imperialismo quien desde hace años viene cuestionando el derecho soberano de Corea del Norte a desarrollar energía nuclear.
El Consejo de Seguridad de la ONU, con apoyo de Rusia y China, ya tomó algunas primeras sanciones sobre Norcorea. Pese a nuestro repudio político al régimen dictatorial de la familia Kim, rechazamos esas sanciones y otras que se adopten. El país más agresivo del mundo, Estados Unidos, tiene miles de misiles atómicos. Israel tiene 200 bombas nucleares. Y nadie sancionó a los Estados Unidos ni a Israel.
Los socialistas revolucionarios, que somos integrantes de la Unidad Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI), no le reconocemos ningún derecho al imperialismo y sus lacayos de cuestionar a nadie por sus decisiones soberanas. Son ellos los primeros agresores del mundo y promotores de todo tipo de armamento asesino atómico y nuclear. Por eso, si finalmente se produjera una agresión militar, estaremos del lado del pueblo de Corea del Norte.
Una dictadura «comunista» capitalista
Esto no significa darle ningún apoyo a la dictadura del denominado Partido de los Trabajadores de Corea del Norte, una dictadura de partido único que gobierna con mano de hierro desde hace más de 60 años. Un régimen que sigue venerando a Stalin, que ha llegado al colmo de transformarse en una » dinastía comunista», ya que se inició liderada por Kim il-Sung, abuelo del actual presidente, el joven Kim Jong Un. Que a su vez heredó el cargo de su padre, el dictador Kim Jong –il. Es tarea del pueblo norcoreano terminar con esta dictadura capitalista de corte estalinista.
El derrumbe de la ex URSS en 1989-91 y el proceso de restauración capitalista allí y en China la dejaron política y económicamente aislada. Esto, sumado a dos años seguidos de catastróficas inundaciones -en 1995 y 1996- y una administración burocrática y corrupta, produjo una grave escasez de alimentos en 1997, llegando a una hambruna que dejó el saldo de cerca de tres millones de muertos, en un país de más de 25 millones de habitantes (Corea del Sur registra un poco más de 50 millones).
Mientras esto ocurría, la burocracia cívico-militar y restauracionista gobernante seguía con sus altos salarios y privilegios, creando la locura de una «industria nuclear». Al mismo tiempo, el país se iba derrumbando, con escasez de alimentos, cortes eléctricos permanentes y casi sin disponer de transporte por el continuo desabastecimiento de combustible.
En realidad, esta dictadura no tiene nada de comunista ni de socialista, salvo el nombre. Porque desde los años 90 ha empezado un curso de restauración del capitalismo siguiendo el ejemplo de su vecino y asesor, el partido comunista de China. Con salarios de 60-80 dólares, sin sindicatos ni derecho a huelga, la inversión directa extranjera fue autorizada desde 1999. Así se fueron instalando en el norte del país empresas capitalistas chinas, en el sur se creó un complejo pactado con la Hyundai, multinacional de Corea del Sur, y en el resto del país ya hay inversiones de Fiat, Siemens y capitales de Rusia, Pakistán, Singapur y Tailandia que se vuelcan al sector minero, petróleo, energía nuclear, electrodomésticos, vías férreas, etcétera, con «dificultades» para los capitalistas por los cortes de energía y la mala infraestructura (hay menos del 10% de carreteras pavimentadas).
Millones se preguntan: ¿por qué la dictadura de Corea del Norte sigue, desde hace años, con sus «lanzamientos» misilísticos y con sus amenazas a los EE.UU.? ¿Realmente quiere una guerra que seguro podría devastar al país? ¿Qué buscan?
En realidad el trasfondo de este dislate tiene que ver con una crisis crónica económico-social a la que han llevado a Norcorea. Y que el dictador y los privilegiados y corruptos que lo rodean buscan, en forma locoide, una negociación para subsistir como régimen con asistencia exterior.
La entrada del capitalismo no ha hecho más que profundizar la explotación y miseria de las masas norcoreanas y la crisis económico-social. Por eso la dictadura vive usando el «chantaje» de su «industria nuclear» y sus «ensayos» para buscar una negociación con el imperialismo yanqui, para obtener concesiones como la entrega de alimentos masivos (ocurrió varias veces, bajo el gobierno de Clinton) y buscando pactar un status capitalista y comercial tipo China o Vietnam. Rusia y China alientan esa negociación con un régimen que consideran aliado.
Trump usa a Corea del Norte para fortalecer su presencia militar en la región y favorecer los negocios de los armamentistas
Estados Unidos tiene una presencia militar permanente desde 1953, con casi 40 mil soldados instalados en bases de Corea del Sur, su cabeza de playa en el este asiático. Y hace tiempo ha declarado al régimen norcoreano como unos de los «ejes del mal», como un Estado «terrorista». Se niega, desde la era Bush, a cerrar un acuerdo económico-político, mientras lo ha hecho con China y Vietnam.
En realidad, el imperialismo exagera el supuesto poderío norcoreano para tener el justificativo para que sus amigos sigan aumentando negocios y ganancias y seguir fortaleciendo su presencia militar en Corea del Sur y en toda la región. Cada «amenaza» norcoreana le ha servido para aumentar su presencia en tropas, aviones y navíos en una región clave. Y existe la seria sospecha de que Corea del Norte no tiene el poderío nuclear y misilístico que declara y que, si lo usara, se le terminaría rápidamente, ya que es un país muy retrasado en infraestructura y tecnología industrial.
Trump retoma la «doctrina» de Bush de crear los «ejes del mal» y de tener a Corea del Norte como unos de sus chivos expiatorios preferidos para seguir usándolo en su carrera armamentista.
Los socialistas revolucionarios, sin prestar ningún apoyo político a la nefasta dictadura norcoreana, exigimos el fin de las sanciones económicas de la ONU a Corea del Norte, rechazamos cualquier agresión militar imperialista sobre ese país y reclamamos el inmediato retiro de la presencia militar imperialista en Corea del Sur y en todo el Este asiático.
*Dirigente de Izquierda Socialista (Argentina). 6 de septiembre de 2017.