Cuando el joven humilde desocupado-vendedor ambulante Tariq Tayyib Mohamed Bouazizi se suicidó quemándose con gasolina en Sidi Bouzid, Túnez, en diciembre de 2010, en un desesperado gesto de protesta, seguramente no podía ni imaginar el incendio social internacional que su modesta chispa provocaría, en contacto con las condiciones acumuladas de enorme descontento social y político en los países árabes, llevando en pocos meses a rebeliones populares que derribaron al dictador Ben Alí en Túnez e hicieron temblar o derribaron a varias otras antiguas dictaduras, potenciando las protestas y huelgas en Europa.
La derrota y retirada yanqui de Irak y la situación cada vez más adversa de los invasores yanquis y de la OTAN en Afganistán fueron un elemento decisivo en la pérdida relativa de control imperialista, especialmente en los países árabes e islámicos.
Pocos días después del desesperado gesto de protesta del joven tunecino, muy lejos de ahí, una medida económica, la duplicación del precio de la gasolina en Bolivia, desencadenó una impresionante movilización popular espontánea que, en la ciudad de El Alto (pegada a La Paz), tenía la consigna «o retiran el gasolinazo o se van». El 31 de diciembre de 2010 a las 11 de la noche, Evo Morales, presidente boliviano, anuló, asustado, cinco días después de haberlo dictado, el decreto de aumento de la gasolina diciendo que se había «equivocado».
Ambos hechos, originados en la crisis mundial del capitalismo y en las políticas antiobreras y antipopulares de los gobiernos para tratar de descargar los costos de esa crisis sobre los explotados, fueron el preludio de la extensión a los cinco continentes de un poderoso proceso de luchas obreras, estudiantiles y populares que, con vanguardia en Europa y países árabes, durante los dos últimos años incluyó centenares de huelgas, levantamientos armados en los países árabes (Libia, Siria, Yemen), cortes de rutas, grandes movilizaciones callejeras y una histórica huelga general simultánea en el Estado español, Italia, Grecia y Portugal, en noviembre de 2012.
La «Primavera árabe»
En los países árabes, la llamada «primavera» se convirtió en una ola revolucionaria que derribó por la vía de levantamientos populares a los regímenes dictatoriales de Mubarak en Egipto, Ben Alí en Túnez, Kadaffi en Libia y al dictador Saleh de Yemen. En Siria, las protestas populares, violentamente reprimidas, se convirtieron en rebelión armada que enfrenta a la dictadura. En Malí hubo una rebelión de los tuareg, que derivó en una intervención de tropas francesas. En el resto de la región, hubo fuertes manifestaciones que hicieron temblar a los distintos regímenes. En el pequeño emirato de Bahrein fue una intervención militar de Arabia Saudí la que aplastó las protestas.
En Túnez y Egipto, ahora bajo gobiernos capitalistas islámicos, se entró en una segunda fase, donde las masas están cuestionando a estos gobiernos que no solucionaron ninguno de los problemas básicos y mantienen la estructura económica sometida a las multinacionales y también una fuerte represión. Durante estos dos años, las huelgas de los trabajadores y las movilizaciones populares y juveniles fueron constantes. En Túnez, la huelga general del 8 de febrero, en repudio al asesinato de un líder de izquierda, fue masiva y en la calle el pueblo gritaba «por una segunda revolución».
En Libia, el nuevo gobierno proimperialista del CNT no logra mantener el orden. El descontrol es tan evidente que en septiembre de 2012 un grupo armado ocupó la embajada yanqui y mató al embajador y a tres funcionarios más.
En Siria, las masas salieron a enfrentar a su dictadura. Pero después de meses de movilizaciones pacíficas sistemáticamente masacradas, se produce el alzamiento armado, se consolida una guerra civil en la que el Ejército Sirio de Liberación va ocupando territorio en forma creciente..
En Palestina también hubo manifestaciones de descontento, mediadas en ese caso por la ocupación israelí. El enclave imperialista de Israel, Estado gendarme, sufrió un comienzo de desestabilización social, con un gran movimiento de indignados en 2011. Por eso sus dirigentes sionistas intentan salvarse mediante un salto al vacío, presionando a Estados Unidos por una guerra con Irán. Israel solo logra cohesión nacional mediante la guerra de agresión. Estados Unidos niega el permiso para dicha guerra. Los sionistas intentan entonces un ataque a Gaza, en octubre de 2012, del cual también salen mal parados. Ya no cuentan con su aliado Mubarak en Egipto. Manifestaciones masivas en solidaridad con los palestinos obligaron al gobierno egipcio de Mursi a solidarizarse e ir personalmente a Gaza, y al imperialismo yanqui a intervenir directamente, mediante Hillary Clinton, para imponer un cese del fuego, mediado por Egipto y Estados Unidos.
Europa en el centro de la tormenta
Europa sufre la peor parte de la crisis económica que los gobiernos capitalistas descargan sobre los trabajadores, jubilados, inmigrantes y pobres. En 2010, con decenas de huelgas generales, Grecia estuvo a la vanguardia de la resistencia al ajuste, pero en ese mismo año también hubo huelgas generales en Italia, Francia, Portugal y España.
Desde 2011 las luchas se generalizan, continúan con cinco huelgas generales en Grecia, otras dos en Italia contra Berlusconi, masivas movilizaciones de los «Indignados» en España y Portugal. En Alemania hubo importantes paros sectoriales, de Lufthansa. En Bélgica se realizó una huelga general en 2011 y otra a principios de 2012, y huelgas de transporte en Italia y Portugal. Excepto el movimiento de los Indignados, estas luchas estuvieron bajo el control de la burocracia sindical. En Gran Bretaña hubo grandes huelgas de 400.000 trabajadores estatales en abril y en diciembre de 2011 fueron dos millones de trabajadores -la huelga más grande desde 1926-, con manifestaciones de masas de centenares de miles de personas. En el Estado español hubo otras dos huelgas generales en 2012.
Es de destacar la gran huelga de los mineros del carbón de Asturias y León, que, aunque no logró una victoria, conmovió al Estado español por su combatividad. Enfrentaron a la policía, cortaron rutas y llegaron hasta Madrid para decir no a la liquidación de la minería del carbón. Pero el combate de los mineros fue mucho más allá, al proponer, con el ejemplo, métodos de lucha radicales para enfrentar el ajuste.
El efecto de las huelgas generales y grandes movilizaciones comienza a producir crisis de los gobiernos: en Portugal cayó el gobierno de Sócrates, en Grecia cayó Papandreu, en Italia Berlusconi y en Irlanda Brian Cowen. La falta de alternativas revolucionarias permite nuevos gobiernos del ajuste, «técnicos», en Italia y Grecia. En este último caso aparece Syriza, una alternativa electoral de izquierda que denuncia el ajuste (aunque con un programa contradictorio, defendiendo la permanencia en la Unión Europea), que disputa electoralmente, obteniendo el 27% de la votación en junio de 2012.
Este proceso da un paso adelante muy importante con la «huelga general europea» del 14 de noviembre, que en realidad fue una huelga general en el Estado español, Portugal, Italia y Grecia, parcial en Bélgica y movilizaciones en otros países.
Se generalizan las luchas
Las luchas también se fueron extendiendo en Latinoamérica. Después de las caídas de gobiernos burgueses por movilizaciones populares en Argentina, Perú, Ecuador, Bolivia y de la derrota del golpe proimperialista de 2002 en Venezuela, en la década pasada, Latinoamérica logró una estabilización parcial en base a nuevos gobiernos con rasgos populistas y enfrentamientos parciales y esporádicos con el imperialismo, pero sobre todo con un doble discurso y gracias a los buenos precios de materias primas minerales y agrícolas que les permitieron hacer algunas concesiones.
Sin embargo, en los últimos dos años volvieron los planes de ajuste, se agudizó el saqueo imperialista y resurgieron fuertes luchas sociales en cuatro frentes clave: 1) luchas obreras por salario y otras reivindicaciones, contra los planes de ajuste. Destacan las huelgas y movilizaciones en Bolivia y especialmente la lucha contra el gasolinazo, de diciembre de 2010, que llegó a poner en riesgo la estabilidad del gobierno de Evo Morales y lo obligó a dar marcha atrás en cinco días; huelga general en Argentina; huelgas de las represas y de trabajadores públicos (bomberos, transporte, universidades) en Brasil; huelgas en Panamá contra despidos y pérdida de conquistas laborales; huelga de maestros en Honduras; de maestros y médicos en Perú; huelga de trabajadores de salud en Bolivia; de maestros en México; huelgas de minería en Chile; huelgas obreras en industrias básicas, de salud y maestros en Venezuela. En Brasil también se produjo la huelga de profesores y trabajadores de las universidades que duró cuatro meses, con apoyo de grandes sectores estudiantiles. 2) Lucha antiimperialista contra mineras transnacionales y la depredación ambiental. Se generalizaron en varios países Latinoamericanos, principalmente en Perú (Cajamarca y Puno), Panamá, Argentina y Colombia. 3) Lucha de los estudiantes por el derecho a la educación. Los estudiantes de Chile llevan varios años de enormes movilizaciones, en las que han logrado un inmenso apoyo social y socavar al gobierno de Piñera que llegó a sus mínimos niveles de popularidad; en Colombia los estudiantes universitarios, con huelga general y movilizaciones, obligaron al gobierno a dar marcha atrás en una ley privatista. 4) Luchas indígenas en defensa de sus territorios en Brasil, Argentina, los mapuches chilenos enfrentando una durísima represión estatal y en Bolivia el conflicto por la defensa del Parque Nacional Tipnis, contra un proyecto del IIRSA (Iniciativa Integración Regional Sudamericana) que prevé una carretera por el medio de su territorio y parque nacional, que obligó a Evo Morales a anular la construcción de la carretera, aunque la lucha sigue, porque el gobierno vuelve a intentar imponerla.
En Estados Unidos, el movimiento «Ocupa Wall Street» fue el hecho nuevo que movilizó a centenares de miles de jóvenes a lo largo del país, con la consigna «somos el 99% contra el 1% de banqueros y ricos». Este movimiento se definió como internacionalista, en conexión con los indignados europeos y hablando de la humanidad en su conjunto. Llegó a intentar la convocatoria a una huelga general el 1º de mayo en el conjunto del país. Si bien no se logró, sectores de vanguardia hicieron protestas en decenas de ciudades. También hubo huelgas y manifestaciones contra los recortes en Estados como Wisconsin que lograron hacer retroceder parcialmente al gobierno estatal y una huelga de una semana de 26.000 maestros de Chicago en septiembre de 2012 contra la privatización de la educación. Y huelgas en grandes empresas privadas como Verizón, 45.000 trabajadores, que pararon más de dos semanas, y de los trabajadores de Wal Mart por sus horarios y condiciones de trabajo. Este lento despertar de la clase obrera norteamericana tiene una importancia estratégica para la revolución mundial.
Puerto Rico, la colonia latinoamericana de Estados Unidos, vivió una prolongada huelga estudiantil en defensa del derecho al estudio para todos, como sucede en Chile.
Canadá también fue conmovido por poderosas huelgas estudiantiles, con reclamos contra los costos altísimos de la educación.
El otro gigante, la clase obrera china, con 200 millones de trabajadores industriales esclavizados por las multinacionales, también se ha puesto en movimiento enfrentando al capitalismo salvaje y a la dictadura del PC Chino y sus sindicatos estatizados, que oficialmente deben ser «mediadores» en caso de huelga y no defender a los trabajadores. Desde hace unos años, los trabajadores y sectores populares comenzaron a luchar por sus derechos sociales, el salario y contra la contaminación. En 2011 la ola de huelgas fue tan grande que arrancó no solo aumentos salariales en las fábricas huelguistas, sino un aumento salarial general del 30% promedio (con variación de provincias). Es decir, la clase obrera china ha comenzado a luchar y ha obtenido triunfos importantes en lo económico (la OIT habla de un salario promedio de 250 dólares en las empresas privadas que sigue siendo bajísimo, pero es el triple de hace 10 años) y avances organizativos en sectores de vanguardia.
En la India, el otro gigante asiático, proliferaron las huelgas por los derechos de los trabajadores y salarios. Y hubo tres grandes huelgas generalizadas: una obrera de 5.000 empresas de construcción, metalúrgicas, mineros de carbón y transporte en febrero de 2012; otra de 50 millones de comerciantes en octubre de ese año, contra planes económicos que facilitaban la penetración de los monopolios comerciales multinacionales; y una de más de 100 millones de trabajadores en febrero de 2013. Y se realizaron movilizaciones de masas contra la violación y asesinato creciente de mujeres.
Miles de huelgas se sucedieron en Bangla Desh, Paquistán, Vietnam, Camboya, en todos los «países-fábrica» asiáticos de mano de obra barata. En Indonesia hubo una huelga general de tres millones de obreros en octubre de 2012 exigiendo salarios y el fin del trabajo precarizado. En Corea del Sur pararon los 45.000 obreros de la automotriz Hyundai por condiciones laborales.
En esta reseña queremos destacar también las huelgas mineras en Sudáfrica, que es el sector de punta de su economía. Estas sorprendieron al mundo por la masacre por la policía de 34 mineros en la mina Marikana y por la combatividad heroica de los mineros que continuaron su lucha, con piquetes obreros armados, extendieron las huelgas a otras minas y lograron conquistas. Y tras ellos, salieron a la huelga otros sectores de la clase trabajadora.
Solidaridad con las luchas del mundo
Pero este enorme ascenso de luchas no tiene una dirección revolucionaria socialista. Esta crisis de dirección revolucionaria es ahora más grave que nunca. Las luchas logran triunfos parciales o derribar regímenes dictatoriales en los países árabes. Pero no pueden imponer una solución de fondo a la miseria. Sus triunfos serán precarios, mientras no se liquide el poder de los capitalistas y el imperialismo.
Justamente, no existe una dirección internacional revolucionaria que convoque a unir todas estas inmensas luchas para derrotar al imperialismo y a los gobiernos capitalistas. Desde ya, los combates de la clase trabajadora, la juventud y los sectores populares alimentan el surgimiento de una vanguardia de luchadores en todos los países. Esta es la base para seguir dando la pelea por la construcción de nuevas alternativas políticas y sindicales.
Mientras tanto, la tarea de los revolucionarios es convocar a la solidaridad incondicional de todas las luchas obreras y populares del mundo contra el imperialismo, los gobiernos y las burocracias sindicales traidoras.