Introducción
En este nuevo documento político hacia el VI° Congreso Mundial de nuestra internacional, se destacan, en la multiplicidad de temas, tres cuestiones a profundizar: 1) El significado para las masas del mundo de la llegada del derechista Donald Trump al gobierno de los EE.UU; 2) las consecuencias de la derrota de Alepo para el proceso revolucionario sirio y regional y 3) el desarrollo y consecuencias de la crisis de los gobiernos «progresistas» en Latinoamérica.
Capitulo 1. El triunfo de Trump expresa la grave crisis del imperialismo que tenderá a profundizarse
La llegada del ultraderechista Donald Trump al poder en los EE.UU, ha producido un gran impacto mundial. Es necesario analizarlo tomando el marco mundial, sus contradicciones y la polarización social existente. Es evidente que se produce un cambio en la superestructura imperialista y que Trump lanza una nueva contraofensiva contra las masas. Trump intenta poner orden en medio del «desorden mundial» predominante con la crisis abierta en 2007 y la resistencia del movimiento de masas a los planes de superexplotación del imperialismo y las multinacionales.
El triunfo de Trump es quizás la expresión más patética de la crisis global que tiene el imperialismo, fundamentalmente por tres cuestiones:
1. Hay una crisis más global, lo que definimos como una «crisis de dominación» que ya lleva décadas y que combina históricamente tres crisis: política, económica y militar. Que se expresa como crisis política y social en el interior de Estados Unidos. También el triunfo de Trump expresa la polarización social que existe en el mundo capitalista y en Estados Unidos, entendida como polarización social la contra ofensiva imperialista, por un lado, para imponer sus niveles de explotación y, por otro, la resistencia del movimiento de masas en todo el mundo.
2. Confirma la tendencia mundial a la crisis política expresada en el descreimiento de las masas a los gobiernos y los regímenes y fundamentalmente en los dirigentes de los partidos burgueses tradicionales. Cuestión que ya se expresó en el Brexit, en el No de Colombia, el No en el referendo por la reelección de Evo Morales, el No al referendo de Italia que llevó a la caída del gobierno al crecimiento o el «triunfo» de la abstención en la última elección municipal de Brasil o al triunfo del movimiento de Cinco Estrellas en Italia dominando las alcaldías de Roma y Milán. Trump canaliza en los EE.UU., en forma totalmente distorsionada y por la derecha, la expresión de millones decepcionados por la situación social. Lo que se le llama la pérdida del «sueño americano».
3. La llegada de Trump se da en el marco de nuestra definición, que es compartida de muchos analistas burgueses, que existe un «desorden generalizado» en el mundo capitalista. La era Obama (con 8 años en el poder) ratificó que el imperialismo no pudo establecer ni consolidar el supuesto «nuevo orden mundial» que pregonaban en los 90. Cuando anunciaban una nueva etapa de avance capitalista con la llamada «Globalización». Hoy gran parte de los analistas y hasta el propio Trump hablan del fracaso de la «globalización». Será Trump el llamado a poner «orden mundial»? Los primeros pasos de su gobierno indican que ha lanzado una nueva contraofensiva imperialista. Pero los resultados finales están por verse.
1.1. Trump es la expresión de un sector ultra reaccionario del imperialismo de tratar de lanzar una nueva contraofensiva contra las masas
En relación al mundo no podemos perder de vista que lo que ha cambiado es el jefe del imperialismo, el jefe del gendarme mundial. Trump expresa el triunfo del ala más de ultraderecha, semifascista, racista o xenófoba del Partido Republicano. Basta ver los integrantes de su gabinete. La mayor parte son empresarios o militares o personajes racistas y de pensamientos fascistas o semifascistas, empezando por Trump. En ese sentido no podemos minimizar el cambio de mando imperialista.
Tal es el cambio que gran parte de la burguesía y los grandes medios de prensa patronales norteamericanos se oponen o son ultra críticos. Desde ya el debate o las diferencias son sobre cual es la mejor manera de sostener a las multinacionales yanquis y sus tasas de ganancias en base la superexplotación de las masas y los pueblos del mundo.
Obama y el Partido Demócrata, reflejaban el ala del imperialismo que buscaba recuperarse de la crisis aguda y del debilitamiento en su dominación mundial, en base una política contrarrevolucionaria pero donde entre el garrote y la zanahoria, primaba más la zanahoria de la negociación con las direcciones traidoras. Obama surgió luego de la debacle de Bush y sus fallidas invasiones a Iraq y Afganistán. Pero debió asumir en medio de la crisis económica mundial, iniciada en el 2007 en el mismo EE.UU. Ocho años de fracasos llevó al triunfo electoral de Trump.
Trump encarna al sector burgués imperialista que asume una nueva contraofensiva en donde va predominar el garrote por sobre la negociación. Cosa que se ha ido viendo en sus primeras medidas de gobierno.
Este cambio político puede ahondar los roces interburgueses como ya se ha visto con la UE (roces con Hollande y Merkel) y no se descarta también con el Vaticano. Ya que el nuevo papa Francisco, es parte de esta política que encabezó Obama de buscar lavarle la «cara» a una Iglesia Católica en crisis y al imperialismo. Centrando en la negociación y la «paz» para intentar estabilizar las zonas y países en conflicto por la crisis global del capitalismo.
El Papa Francisco jugó un papel central en el acuerdo con las FARC en Colombia y en el acuerdo de EE.UU. con Cuba.
Es importante precisar la caracterización del gobierno Trump. Apenas ganó las elecciones Trump se abrió, en algunos sectores, el debate sobre si Trump no es ya un nuevo Hitler. Esta definición está alimentada por las propias definiciones de Trump como por los demócratas que quieren recuperar espacios políticos electorales luego de su caída haciendo propaganda «democrática antifascista». Creemos que no se trata ya del triunfo de un régimen nazi. Esto no significa minimizar los peligros que encierra Trump y sus políticas de ultraderecha y su uso del garrote.
Pero la caracterización si es importante para precisar fortalezas y debilidades del nuevo gobierno imperialista y nuestra política.
Como lo señalamos, se trata de un cambio de gobierno, no de régimen, hacia la ultraderecha, racista, antiinmigrantes, contra las mujeres, etc. Y que va a tender a un mayor nivel de formas bonapartistas y represivas. No se trata de más de lo mismo. Es un cambio importante. Es evidente que con su triunfo se fortalecen los sectores más de derecha en EE.UU y el mundo como el racista Ku Klux Klan (KKK), Israel y la ultraderecha europea. Y que por lo tanto las consignas democráticas van a tener más peso en los EE.UU y fuera.
Pero un régimen nazi o fascista es otra cosa. Es un régimen contrarrevolucionario que aplica métodos represivos de guerra civil sobre su propio movimiento obrero y popular y liquida toda forma de democracia burguesa y de libertades políticas o sindicales. Este fue el régimen de Hitler que aunque ganó por elecciones en 1933, al poco tiempo quemó el parlamento, lo cerró, prohibió los partidos políticos y pasó a masacrar a sus trabajadores, a los judíos, etc. Se dio en medio de una etapa mundial de triunfos de la contrarrevolución o de gran fortaleza de la contrarrevolución imperialista. No es este el marco actual de la realidad mundial
Lo que ha ocurrido con Trump es un triunfo electoral, dentro de la democracia burguesa. Será un gobierno más a la derecha que el de Obama, que va a tender a un mayor bonapartismo. Que es una tendencia creciente en los gobiernos del mundo por la polarización social. Por ahora no ha triunfado una contra revolución.
Por eso el triunfo de Trump no hay que enmarcarlo en un fortalecimiento del imperialismo norteamericano. Por el contrario, es la expresión de su crisis más aguda en toda su historia. Porque nunca hubo una combinación de crisis como las que existen hoy.
Una cita de Felipe González es una perfecta caracterización de la crisis del capitalismo. Le preguntaron sobre el crecimiento de Donald Trump, en julio de 2016. Él decía «vivimos en una crisis generalizada de pérdida de calidad de la política y de los liderazgos». «Es una crisis de gobernanza de la democracia representativa que no encuentra respuestas». «El capitalismo, la economía de mercado, que ya no enfrenta a la amenaza del comunismo, ha quedado librada a su propia suerte». Es una manera de decir que sin la ayuda contrarrevolucionaria de la Unión Soviética quedaron librados a nuestra propia suerte. «El modelo de la economía de la globalización es un poco auto destructivo» (…) «esta distribución tan desigual de la riqueza puede hacer insostenible al sistema» (El País, 30/7/16).
1.2. Trump y la crisis social y política de EE.UU
Por otro lado, el triunfo electoral de Trump expresa la brutal crisis política y social de Estados Unidos. Solo así se explica la llegada de un personaje de ultra derecha semi fascista al gobierno del principal país del mundo. Por un lado, lo hemos definido como un voto castigo a Obama, de una franja de masas, entre ellos sectores de clase obrera blanca de las zonas industriales (Indiana, Michigan, Ohio, Pensilvania) que lleva ya mucho tiempo de crisis en Estados Unidos y de sectores populares también marginados por la crisis y el avance de los niveles de pobreza que ya lleva décadas. En estos sectores cayó el voto demócrata.
Fue una expresión de ruptura de las expectativas en Obama, el primer presidente afroamericano que había ganado con la consigna de «cambio».
Desde ya el voto castigo se combina con un voto tradicionalmente de derecha de millones en EE.UU. Por eso no se trata de polemizar con que no hay un giro a la derecha electoral. Porque eso tendería a confundir en el dialogo con la vanguardia. Es evidente que ha ganado alguien de ultra derecha, racista. El voto está más combinado porque hay una base social permanente que en general vota a los republicanos que creen y están a favor totalmente de lo que dice Trump.
Obviamente todo esto se combinó con la mala candidatura que tenía el Partido Demócrata, Hilary Clinton, una persona totalmente identificada con el establishment norteamericano, con la gran burguesía norteamericana. Esto hizo que se redujera parte del tradicional electorado demócrata en algunos estados. También la mala candidatura de Hilary Clinton fue propicia para la campaña populista demagógica de Donald Trump, que ya venía de ganar la interna a los tradicionales del Partido Republicano. Indudablemente que también lo favorecieron a Trump los pactos que hizo con las iglesias ultra reaccionarias de Estados Unidos, racistas e impulsores del movimiento contra el aborto.
Es muy importante volver a leer definiciones anteriores del imperialismo y su génesis. Moreno en Conversaciones habla mucho sobre el gobierno de Reagan en los 80. Si lo comparamos con Reagan este es un gobierno mucho más débil. Este es otro momento. Reagan al lado de Trump sería un tipo «serio». Pero ya cuando fue lo de Reagan nosotros caracterizamos que Reagan y su equipo eran totalmente religiosos y de derecha, que hablaban del Apocalipsis, etcétera. Ahora la crisis económica y política es mayor.
El gobierno de Trump va a profundizar la crisis política en los Estados Unidos. El Partido Republicano salió adelante, pero tiene un presidente que no es el que la mayor parte de los dirigentes querían. También hay una contradicción en el resultado electoral que muestra el grado de la crisis política. Se produjo el un hecho inédito que según los cómputos finales, Hillary Clinton le ganó a Trump por casi tres millones de votos. Una diferencia muy grande. Esto va a polarizar más a la sociedad de Estados Unidos unido a las contradicciones que va a tener dentro del Partido Republicano.
También existe el otro fenómeno que se expresó en la polarización política. Que es el de Bernie Sanders que llegó a obtener entre 17 y 18 millones en la interna, que se la hizo muy difícil a Hilary Clinton. Que expresó por izquierda esa crisis social de sectores de la juventud, de trabajadores o del movimiento anti Wall Street. Se produjo el hecho inédito que cerca de 18 millones de estadounidenses votaran por el «socialismo», más allá de que el programa de Sanders fuera socialdemócrata. Ahora se sigue expresando en el crecimiento de adherentes a grupos socialistas y socialdemócratas.
Este sector se expresó en los primeros días del triunfo de Trump, la juventud que salió a la calle masivamente fundamentalmente desde las universidades. Luego se dio una gran movilización de masas de mujeres. Se continuó en las movilizaciones contra las medidas de Trump contra los inmigrantes y se pude seguir profundizando. Hasta ahora Estados Unidos. es uno de los países más atrasados en la lucha de clases. Comparable con Japón, Rusia y otros países. Lo que queda abierto es que las medidas reaccionarias de Trump incentiven movilizaciones que lleven a un cambio en la lucha de clases. Ya las primeras medidas provocaron movilizaciones populares y repudio generalizado de artistas e intelectuales.
Su política se va a ir contraponiendo a su discurso populista de campaña.
Va a favorecer a los ricos y va a acentuar la tendencia que existe a la desigualdad y atacando a los inmigrantes, a los negros, a las mujeres, etc.
Eso es factible y que también pueda provocar el surgimiento de algún movimiento independiente de izquierda que rompa el bipartidismo. Lamentablemente la contra que existe son dos: la de Benie Sanders que era el candidato a hacer eso, a romper con el Partido Demócrata y a impulsar una nueva izquierda aunque fuera reformista y de centro izquierda. No lo ha hecho. Y la otra punta negativa es la falta de dirección. La izquierda norteamericana es muy débil, el trotskismo son grupos muy divididos. Propagandísticamente debemos proponerlo y alentarlo.
1.3. El triunfo de Trump, abre un giro a derecha en el mundo?
Estos interrogantes encierran múltiples contradicciones que debemos precisar. Es en parte la discusión con amplios sectores de vanguardia mundial.
Es un hecho que desde el punto de vista electoral en el último año y medio avanzan sectores electoralmente de centro derecha liberal o de ultraderecha caso Trump, avances de partidos racistas en elecciones regionales de Alemania y otros lugares de Europa. Y que el triunfo de Trump va a fortalecerlos. En Austria estuvo al borde ganar (perdió con un ecologista) un partido de derecha antiinmigrantes. En Francia crece Le Pen. En Sudamérica luego de las experiencias fallidas de los gobiernos de conciliación de clases llegan al poder Macri, Temer (aliado a la oposición de derecha liberal), Kuczynski (Perú) o en Venezuela ganaron las legislativas la MUD al chavismo. Y si hubiera elecciones es posible que ganaran una presidencial.
Este es un hecho que no podemos negar. Surgen gobiernos más a la derecha y eso tiene consecuencias en mayores ataques al movimiento de masas y debemos responder políticamente. Pero hay aquí varias cuestiones que es necesario precisar.
Por que surgen estos gobiernos o por que avanzan electoralmente sectores más a la derecha? Las masas y sectores de trabajadores giran en su conciencia a la derecha? Tienden a apoyar fervientemente a esos gobiernos y dejan los pueblos de luchar? Nosotros creemos que no.
Para nosotros no es igual que surjan gobiernos más de derecha que un giro a derecha conciente de las masas. Son votos castigos, incluidos a gobiernos «socialistas» o de seudo progresistas». El caso de Argentina o Brasil, por ejemplo, muestra que la llegada de gobiernos más a derecha no ha paralizado las luchas populares o las huelgas sindicales. En Francia hace años que crece electoralmente la derechista Marine Le Pen pero no han dejado de crecer las huelgas y luchas estudiantiles. Al punto que en 2016 se estuvo de hecho cerca de una huelga general en la lucha contra la flexibilización laboral.
Lo que predomina en el mundo, luego de la caída del aparato estalinista mundial, es el descreimiento de las masas en sus gobiernos, partidos y dirigentes. Hay una permanente rebelión de las bases con sus dirigentes políticos o sindicales. Es lo que definimos como revolución política mundial. Esto se combina con la no superación de la crisis de dirección revolucionaria.
La explicación última de esta gran contradicción es que aún predomina en el mundo un atraso o bajo nivel de la conciencia de la clase trabajadora y del movimiento de masas que hace que se produzcan revoluciones (como las Norte de Africa y Medio Oriente), huelgas o grandes rebeliones populares pero que sigan actuando los aparatos contrarrevolucionarios y las direcciones reformistas, aunque en una brutal crisis, para desviar, amortiguar o derrotar esas revoluciones o movilizaciones de masas.
Esto hace que aún no existan fuertes expresiones de izquierda clasista de masas, en el mundo. Lo que lleva en el plano electoral al predominio del voto castigo y a la volatilidad en el voto. Ninguna dirección o gobierno de derecha o de centroizquierda se consolida. Un caso típico es el de Italia donde, luego de la debacle del PCI y de todas las formaciones políticas, incluida la derecha de Berlusconi hace que surja el fenómeno de Movimiento 5 Estrellas de Beppo Grillo que ni se define de derecha ni de izquierda. Su discurso central es «renovar».
La cuestión electoral siempre definimos como una expresión distorsiona de la realidad. Porque en el voto actúan múltiples factores. Desde ya, y en primer lugar, el atraso de la conciencia combinado con la no superación de la crisis de dirección revolucionaria, que hace que en lo electoral todavía no haya fuertes polos alternativos.
Es importante precisar esto porque hay un debate incentivado por el neo reformismo, el castro-chavismo y sectores de la izquierda, en especial en Latinoamérica , que ante la crisis de sus gobiernos de conciliación de clases y las derrotas electorales, lanzan campañas-justificativas del estilo, «estamos en una ola conservadora», tendiendo a echar la culpa a las masas de sus fracasos. La gente «no quiere luchar», «es conservadora», la ganan con «promesas», y van hacia explicar todo por un «retroceso en la gente» o «cansancio». Cuando en realidad tanto en Argentina, Brasil, Bolivia, Venezuela o Chile han sido sus políticas de ajuste las que llevaron a la desilusión. Incluso acentúan se «vino la derecha» o la «ola conservadora» para extrapolarse ellos como «la izquierda».
Esta confusión también se traslada al caso del triunfo del Brexit, en el Reino Unido, que fue alentado por sectores de la derecha inglesa. Muchos sectores de la izquierda inglesa y mundial lo interpretaron como avance de la derecha. Algo similar sucedió con el triunfo del No en Colombia que solo fue alentado por fascista Uribe y otros dirigentes de ultraderecha colombiana. Sin embargo en ambos casos, el voto de los trabajadores y campesinos fue una expresión de ruptura y oído a los gobiernos y a los aparatos contrarrevolucionarios.
Por otro lado, el avance de sectores políticos de ultraderecha es otra expresión de la polarización social mundial. Porque a más resistencia y lucha de las masas contra los planes de recortes y ajuste o ante el estallido social de los refugiados e inmigrantes por la crisis y las guerras, más crecen sectores burgueses que busquen la solución contrarrevolucionaria de la «mano dura».
Por eso también señalamos que en el mundo ante esta confrontación o polarización social, crece la tendencia hacia gobiernos y regímenes con fuertes elementos bonapartistas y represivos. Y esto se da tanto en los gobiernos de derecha tradicional (Trump, Erdogan, Hungría) como en los de seudoizquierda (Syriza, chavismo, PS francés, lulismo, peronismo). Todos los gobiernos capitalistas del mundo podemos decir que giran a la derecha políticamente y económicamente. Incluidos los gobiernos frente populistas o de conciliación de clases. El gran ejemplo ha sido Grecia, con Syriza que llegó al colmo de hacer un referendo y luego desconocerlo para aplicar los planes de la Troika. Muchos de los gobiernos surgidos del voto usan el justificativo del «peligro terrorista» (Francia, Turquía, Túnez) para imponer planes de emergencia o de excepcionalidad para aplicar la represión sobre los conflictos sociales. No podemos descartar que ante el avance de la lucha de clases y en situaciones de gran inestabilidad burguesa se llegue al recurso de nuevos golpes militares para imponer contrarrevoluciones. Esto se ha expresado en Siria con el genocidio fascista aplicado por la dictadura de Al Assad para intentar liquidar la revolución. Pero en el plano mundial sigue predominando la utilización, por parte de las distintas fracciones del imperialismo y la burguesía, de los mecanismos de la reacción democrática, o sea los recambios electorales, para tratar de desviar y derrotar la movilización de las masas.
1.4. Trump tiene que enfrentar al movimiento de masas en EE.UU y en el mundo.
El gobierno de Trump ha lanzado una nueva contraofensiva imperialista que tiene como objetivo lograr el sueño de ser respetado como el gendarme de los pueblos y por esa vía recomponer las ganancias de algunos sectores del multinacionales yanquis que no se veían representadas bien en Obama. En especial el sector de la medicina privada (ya empezó a debilitar el plan de salud de Obama), el sector de la industria armamentista (ha aumentado el presupuesto militar en cifras récord), petróleo, construcción (obras públicas), del carbón y el capital financiero. Pero amplios sectores de las multinacionales (automóvil, telefonía, medios de comunicación, internet y otras) no acuerdan con su supuesto plan «proteccionista».
El principal obstáculo de su contraofensiva no será la división burguesa sino el choque con el movimiento de masas de los EE.UU y el mundo. La base del desorden mundial y de la no superación de la crisis aguda de la economía capitalista es la lucha de clases que, con sus desigualdades, se expresa en distintos continentes. Además, lo más probable es que Trump vuelva a reactivar en el mundo un movimiento antiyanqui que había sido amortiguado por la figura de Obama. La primera expresión fueron las movilizaciones que hubo en diversas ciudades del mundo en repudio a Trump al momento de asunción.
Entre las desigualdades podemos contar la derrota sufrida en Siria a partir de la toma de Alepo por el frente contrarrevolucionario de Bashar Al Assad-Putin- Turquía y los EE.UU., cada uno en su rol. Es un golpe al proceso revolucionario que se inició en Túnez y Egipto en el 2011. Aunque todavía quedan focos de resistencia, la derrota de Alepo puede ser el principio del fin de la revolución siria. Es evidente que el proceso revolucionario regional ha retrocedido y ha avanzado la contrarrevolución. La derrota en Siria se suma a la casi disgregación de Libia y el golpe en Egipto. Solo en Túnez el proceso sigue abierto. Por otro lado, la consolidación del régimen represivo de Erdogan en Turquía, luego del golpe fallido de julio, ha hecho congelar el proceso que se había abierto en la rebelión de Plaza Gezi del 2013. Pero la derrota de Siria y el retroceso del proceso de la llamada revolución árabe no significa que se haya dejado de luchar en la región. Así se expresa en las luchas de Túnez, que sigan las huelgas en Egipto o se den rebeliones populares como las de Marruecos.
Por otro lado, en diciembre de 2016, a pocos días de ganar Trump, en Corea del Sur, previo a una oleada de huelgas de toda la industria, casi huelga general, una rebelión popular hizo caer al gobierno de centro derecha. En Rumania cientos de miles salieron durante días contra el gobierno socialdemócrata. Primero contra un decreto y luego reclamando que se vayan. En India se produjo una gran huelga general protagonizada por 200 millones de personas. Siguieron las huelgas en Europa, en especial en Francia y en Grecia. Miles de mujeres se movilizaron en Polonia e hicieron retroceder al gobierno derechista por una medida contra el derecho al aborto. En China han seguido las huelgas obreras (Coca Cola, Honda, Toyota) aunque sin llegar aún a una generalización. En México en enero de este año se produjo el Gasonilazo, una rebelión popular nacional contra el aumento de las tarifas que puso en aprietos al gobierno. En Sudamérica sigue habiendo huelgas y conflictos sociales en Argentina, Brasil, Chile, Bolivia y Perú. El movimiento de mujeres crece en el mundo y esta vez la jornada tradicional del 8 de marzo se transformó en una convocatoria a paro mundial de mujeres.
El ataque de Trump a los inmigrantes, a los refugiados de origen musulmán, el aval a Netanyashu y al sionismo contra el pueblo palestino va a provocar nuevas muestras de lucha en EE.UU, en Palestina y el mundo. En esa confrontación del imperialismo, con Trump a la cabeza, y las masas, se verá si hará lo quiera o lo que pueda.
1.5. La era Trump creará más divisiones y roces interburgueses y más desorden mundial capitalista
La política y las medidas anunciadas por Trump no ha hecho más que agudizar la crisis imperialista global. En especial, acentuará la crisis política del mundo imperialista.
Trump y su gabinete pretende superar la crisis económica y la decadencia de EE.UU, aplicando medidas unilaterales contra el resto de la burguesía imperialista, sin anestesia ni negociación. Esto rompe los moldes imperialistas de las últimas décadas. Esto no significa que estemos cerca de una nueva guerra mundial. Los roces se dan en el marco de que los Estado Unidos es la primera potencia mundial. En todos los rubros sean económicos como militares. Pese a su decadencia sigue siendo el imperialismo dominante y no surge ninguna potencia que le pueda disputar ese lugar. Ni Alemania, Ni la UE, Ni Rusia como tampoco China. Y por eso, en esta etapa, no necesita declarar la guerra a sus grandes competidores burgueses para disputar mercado o hegemonía.
Trump basara su política en «aprietes» al resto de las potencias para que cedan total o parcialmente a sus bravuconadas. En esa locura y debacle política no podemos descartar alguna acción militar punitiva. Lo esencial es que Trump deberá enfrentarse también sus propias contradicciones. Ya que su «nacionalismo» proteccionista tiene patas cortas.
El anuncio de la construcción del muro en la frontera con México, por ejemplo, desató una crisis con el gobierno de Peña Nieto, que venía siendo su aliado. Y logró que hubiera movilizaciones a un lado y otro de la frontera y que creciera el odio al imperialismo. Y hasta que la propia burguesía mexicana cerrara filas buscando una salida negociada ante el anuncio de «pagar el muro».
También es importante precisar que el Muro, no es una invención de Trump, ya que lo empezó Bill Clinton, tiene mil kilómetros de tres mil kilómetros que tiene la frontera.
Tiene muchas otras contradicciones su plan «proteccionista». Muchas de sus propuestas no se sostienen ya que si las llevara hasta el final sería cambiar el carácter del imperialismo. La base de sustentación del imperialismo es la explotación y el saqueo de las multinacionales en todo el planeta. Empezando en México. Las maquilas hacen 40 o 50 años que están y las multinacionales pagan tres o cuatro dólares la hora mientras en EE.UU deberían pagar a 50 dólares la hora. Por eso resulta imposible el planteo demagógico de que vuelvan importantes multinacionales que están en China, Vietnam, México u otros países.
Incluso la persecución a los inmigrantes es contradictorio para el imperialismo ya que gran parte de la patronal norteamericana vive de la superexplotación de esos inmigrantes latinoamericanos como de países de Asia y Medio Oriente. Por eso ante el reclamo popular y de muchas multinacionales (Google, Facebook, Microsoft y casi un centenar más) contra el decreto antiinmigratorio, este fue anulado por diversos jueces de los EE.UU.
La UE, Canadá, Australia y China toman distancias de los planes de Trump. Japón y otros países pusieron el grito en el cielo por la no ratificación del Tratado del Pacifico. Las medidas contra los ciudadanos de Irán y otros países del Medio Oriente hasta llevaron a reclamar a las multinacionales americanas del internet.
Por supuesto el imperialismo va a continuar. Las multinacionales y Wall Street buscarán formas de acuerdo con Trump. Pero esto muestra la crisis y las incertidumbres que tienen diversos sectores del imperialismo (en especial la UE, Japón).
Las dificultades que tendrá con su política internacional están a la vista. Puso su énfasis en un acuerdo con Putin mientras por otro lado lanza una contra ofensiva política contra Irán, que es el principal aliado de Rusia en Medio Oriente. Esta política lleva a romper la política de acuerdos y zanahoria de Obama. Supongamos que se avance en un acuerdo con Putin Pero no será un cambio cualitativo porque no es que Obama «enfrentaba» a Putin por Ucrania y Crimea o apoyaba a los rebeldes sirios. Simulaba que apoyaba a los rebeldes pero en realidad tenía un pacto de no golpear y derrotar a Al Assad. Se dividían los roles para dejar correr a Rusia. Además por la vía del pacto nuclear con Irán, también Obama dejaba correr la derrota y el genocidio de Alepo y Siria. Mientras EE.UU. actuaba en común con Irán apoyando al gobierno de Irak manejado por la burguesía shiita, pro iraní. Esta es la realidad. En ese marco Obama hacia «declaraciones» públicas contra Rusia y Al Assad. Si ahora hubiera un acuerdo con Putin, cosa que está por verse, sería más directo pero no un cambio de fondo. Seguirían repartiendo sus roles contra el movimiento de masas bajo otras formas. Pero la caída de Michael Klynn, su primer jefe de Inteligencia, de gran relación con Putin, y las declaraciones de su vicepresidente Pence contra Rusia, muestran sus idas y venidas.
Es evidente que los palestinos van a estar más complicados y que Israel se siente más fuerte. Trump ya anunció que duda de la política de los «dos estados». Aunque luego se desdijo del apoyo a las colonias judías en tierras palestinas.
También hay otros interrogantes. La Otan por ejemplo. Dicen basta de Otan, con todo un discurso populista que pega en la crisis de Estados Unidos La Otan la bancan los Estados Unidos. ¿Pero la van a disolver? La Otan es la base del gendarme mundial. Están instalados en el centro de Europa lleno de bases para actuar en cualquier revolución o en cualquier proceso donde quieran actuar directamente. Lo que si probablemente quieran discutir es con los socios menores del imperio alemán y francés para que pongan más dinero. Es imposible que quieran retirar todas las tropas y disolver la Otan.
El cambio es político. Va a primar el garrote por sobre la negociación. Para ello se tiene que preparar el movimiento de masas y los revolucionarios.
En este sentido la política imperialista de Trump puede llevar a acciones desesperadas, de policía del mundo y hasta de intervención militar en algún lugar.
Es tan contradictorio el triunfo y tal la crisis que lleva este tipo de personaje, que tiene una serie de contradicciones. Lo que no nos puede hacer perder de vista que lo que predomina en la situación es una gran polarización social y una tremenda crisis económica y política del imperialismo. En ese marco Trump y su corte de semi fascistas o fascistas directos, van a tratar de rearmar la nueva contraofensiva. Van a lanzar un nuevo intento con una política tácticamente distinta a la de Obama, pero se van a encontrarse con el choque de masas y entonces no va a poder hacer lo que quiera sino lo que puedan.