Desde 1905 se había desarrollado un debate dentro de la socialdemocracia rusa sobre el carácter de la revolución que acabaría con la dictadura de los zares. El ala menchevique sostenía que sería una revolución democrático-burguesa, y que por ende debía encabezar un nuevo gobierno republicano la burguesía liberal. Los revolucionarios le deberían dar apoyo político a ese gobierno burgués. Era la concepción de la “revolución por etapas”: primero el desarrollo capitalista, y luego el “objetivo final” del socialismo.
Lenin, por su parte, combatía duramente este planteo oportunista y de conciliación de clases de los reformistas mencheviques. Aunque la revolución por venir fuese democrático-burguesa, había que rechazar la unidad política y el apoyo a la burguesía, mantenerse en la independencia de clase. Levantaba la consigna de “dictadura democrática de obreros y campesinos” e impulsaba desde 1903 su concepción de partido para tomar el poder que forjó al bolchevismo.
Trotsky, por su parte, rechazaba el reformismo de los mencheviques, pero también la concepción del partido de Lenin. Desde una posición independiente de las dos alas de la socialdemocracia, respecto del carácter de la revolución Trotsky coincidía con Lenin –contra los menches- en la incapacidad de la burguesía para encabezar y desarrollar una revolución contra el zarismo. Pero Trotsky avanzaba un poco más allá, y sostenía que la revolución democrático-burguesa sólo podía ser encabezada por los obreros con el apoyo de los campesinos, y que rápidamente se transformaría en socialista, en un proceso de “revolución permanente”. Los dos coincidían por completo en que el destino de una revolución triunfante en Rusia estaría íntimamente ligado al avance de la revolución socialista en los países más avanzados de Europa.
La revolución de febrero abrió la rápida confluencia entre ambos. En mayo, cuando volvió a Petrogrado con su compañera Natalia Sedova, Trotsky comenzó de inmediato a impulsar el ingreso de su organización (los “interdepartamentales”) al partido bolchevique. Naturalmente coincidió con la orientación aprobada en las tesis de abril de Lenin, que había dejado por completo de lado la vieja fórmula de “dictadura democrática de obreros y campesinos”, y tomaba el mismo enfoque que tenía Trotsky desde 1905, sobre la necesidad de impulsar la dictadura del proletariado apoyada en los campesinos y la revolución socialista, que se concretataba en la toma del poder por los soviets y su extensión mundial