Por: Mercedes Petit
En las elaboraciones teóricas y propuestas políticas del fundador de nuestra corriente, Nahuel Moreno, estaban presentes siempre las referencias a la revolución de octubre. Polemizaba contra quienes la consideran “una excepción irrepetible” y contra los distintos ataques y cuestionamientos por izquierda y por derecha “al modelo de la revolución de octubre”. Y mantenía las definiciones que habían sido elaboradas por Lenin y Trotsky sobre la conciencia de las masas y la importancia del partido.
Esto escribía de aquella revolución que dio nacimiento al primer gobierno obrero y campesino revolucionario y socialista: “Como toda revolución, la de octubre es un proceso esencialmente político–social con consecuencias económicas. Tiene dos características que la diferencian tajantemente de todas las demás revoluciones. La primera es el surgimiento de organizaciones revolucionarias de poder obrero y de masas, como los soviets. La segunda está íntimamente ligada a la anterior y es la determinante: la existencia de un partido marxista revolucionario que dirija la insurrección y la lucha armada y tome el poder sólo como un medio para desarrollar la movilización de las masas y la revolución socialista internacional. Faltando estas dos condiciones, no hay revolución de octubre.” Y esto se ha dado hasta ahora una sola vez.ÂÂ
Moreno señalaba que la gran diferencia entre la insurrección espontánea de febrero de 1917 y la posterior toma del poder en octubre fue “el nivel de conciencia de las masas” y qué organizaciones las dirigen. En febrero las masas protagonizaron una “revolución inconscientemente socialista”. Echaron al odiado zar, no percibieron que podían ser los dueños del poder político, y siguieron mayoritariamente a los dos grandes partidos conciliadores y reformistas: los mencheviques y social revolucionarios. Los bolcheviques, los revolucionarios internacionalistas, eran una ínfima minoría. Las masas no eran conscientes de que el nuevo gran enemigo era el gobierno capitalista, sostenido por los dirigentes en quienes ellas confiaban.
Pero los obreros, soldados y campesinos fueron haciendo la experiencia con las medias tintas y falta de soluciones de los conciliadores. El avance de la conciencia se iba plasmando en que el partido bolchevique –con avances y retrocesos- fue ganando la mayoría en los comités de fábricas, los sindicatos, los regimientos, la flota y entre los delegados soviéticos. Las masas iban entendiendo y contrastando la actuación cotidiana de los bolcheviques, y su llamado a la ruptura con la burguesía y a que los soviets tomaran el poder para lograr la paz, el pan y la tierra. Con el triunfo de octubre los bolcheviques y los soviets protagonizaron la primera –y hasta ahora única- “revolución socialista consciente”.
Decía Moreno: “La excepcionalidad de la revolución de octubre está dada, hasta la fecha, por la existencia de un partido como el bolchevique. […] sin una revolución de octubre y sin un partido bolchevique no se hubiera podido fundar la Tercera Internacional, ni impulsar como tarea esencial y más importante de la revolución, como lo plantearon los bolcheviques, el desarrollo de la revolución socialista europea e internacional. Gracias a la lucha de la izquierda revolucionaria antes y durante la primera guerra imperialista, la Tercera Internacional, guiada por Lenin y Trotsky, comenzó a superar la crisis de dirección del proletariado [instalada desde 1914 por la traición de la segunda internacional socialdemócrata]. Es el primer intento desde la existencia del imperialismo, de fundar una internacional centralizada y revolucionaria, es decir un partido mundial para dirigir la revolución socialista internacional.”ÂÂ
A partir de estas definiciones, Moreno afirmaba que “no hay ninguna razón para que no se produzcan nuevas revoluciones de octubre”. Con esa convicción fue que Moreno dedicó su vida a la construcción de los partidos revolucionarios obreros e internacionalistas y de la Cuarta Internacional.
*Actualización del Programa de Transición [1980]. Véase la página www.nahuelmoreno.org y también el anexo de la edición de Lecciones de Octubre, de León Trotsky, Cehus, 2017.