Por: Corriente Socialista de los Trabajadores (CST-PSOL)
Sin dudas, el triunfo de Donald Trump, con su discurso de derecha, ultra-reaccionario, prometiendo «muros», amenazando a los inmigrantes y colocando un signo igual entre musulmanes y terrorismo, exacerbó los ánimos de grupos radicales de derecha, racistas y xenófobos.
En la noche del viernes 11 al sábado 12 de agosto, grupos radicales autodenominados de ‘alt-right’, una abreviatura de «derecha alternativa», realizaron violentas manifestaciones en el centro de Charlottesville, Virginia, una ciudad universitaria de unos 50 mil habitantes. Bajo el lema «Unir a la derecha», llamaron a proteger una estatua del general confederado Robert E. Lee, uno de los principales defensores de la esclavitud durante la guerra civil estadounidense, que iba a ser removida por el ayuntamiento.
En la noche del viernes, los supremacistas (defienden la supremacía de la raza blanca) marcharon portando antorchas al mejor estilo del Ku Klux Klan, grupo racista que en el siglo pasado promovió asesinatos, linchamientos y la persecución de negros. Muchos de ellos vestían uniformes militares y portaban armas gritando ofensas contra negros, extranjeros, judíos y gays, dando vivas al nazismo.
Alertados de estas manifestaciones, grupos antifascistas y defensores de derechos humanos organizaron una contramarcha para impedir la marcha oficial de los nazis convocada para el sábado 12. El resultado fue una batalla campal generalizada, como describe un testigo: «Durante cuatro horas, hombres con esvásticas tatuadas en el cráneo y banderas confederadas (símbolo del grupo que luchó en la guerra civil estadounidense por mantener la esclavitud) intercambiaban golpes, palos y escupidas con jóvenes vistiendo máscaras y cargando bastones de madera y sprays de pimienta.»
Varias personas resultaron heridas y una murió después de que un coche conducido por un neonazi atropelló intencionalmente a una multitud que estaba en contra de la protesta. Heather Heyer, de 32 años, falleció en el acto. Heyer, que era asistente judicial y vivía en Charlottesville, era activista por los derechos civiles y había ido a la contraprotesta junto a colegas de trabajo para manifestarse contra los grupos neonazis. Los enfrentamientos sólo cesaron cuando el gobernador de Virginia declaró el estado de emergencia y convocó a la Fuerza Nacional para controlar la situación.
Algunas conclusiones importantes
De los lamentables actos de Charlottesville, podemos sacar algunas conclusiones. La primera, que el discurso xenófobo, racista y ultra reaccionario de la campaña de Donald Trump, alentó a los grupos neonazis existentes en Estados Unidos. Aunque los grupos neonazis existen desde hace años, e incluso algunos de ellos son legales, se sirven del discurso de Trump para justificar sus acciones racistas, por eso nuestro repudio vehemente al presidente de Estados Unidos por el grado de responsabilidad que tiene en esos hechos.
La segunda, que es necesario no banalizar los términos fascista y o nazi con los que comúnmente designamos a cualquier partido u organización de derecha en nuestro país, aunque muchas veces encontramos declaraciones o actitudes de cuño fascista en algunos dirigentes o partidos políticos. Trotsky hace definiciones sobre el fascismo. Es un movimiento político al servicio del capital financiero y monopolista, que recluta elementos de la clase media y del lumpenproletariado para atacar y derrotar al movimiento obrero y de masas con métodos de guerra civil. Destaca que las organizaciones fascistas empiezan marginales y pequeñas, pero que frente a situaciones de mucha crisis y desesperación pueden crecer rápidamente, más aún cuando no se ven perspectivas para la revolución socialista. Los incipientes movimientos de estos grupos en Estados Unidos pueden estar siendo incentivados, además del discurso de Trump, por la crisis económica no resuelta en aquel país.
Una tercera conclusión es la necesidad de combatir estos tipos de manifestaciones cuando aparecen. De ahí la importancia de no banalizar los términos y saber realmente cuándo se trata de grupos y organizaciones fascistas o neonazis. Entre las diferentes corrientes de izquierda podemos discutir y disputar los espacios dentro del movimiento obrero, juvenil y de masas; hasta lo hacemos con los partidos burgueses, cuando enfrentamos a las corrientes del PSDB, PMDB o PDT, pero no tenemos como método dirimir esas disputas mediante peleas físicas, aunque alguna vez u otra pueda suceder. También en el campo de la clase trabajadora muchas veces existe esa disputa. Pero no se puede actuar de la misma forma con el fascismo porque el fascismo pretende liquidar las organizaciones y las conquistas de la clase trabajadora con métodos de guerra civil.
Por eso seguimos las propuestas de León Trotsky: «¡El fascismo no se discute, el fascismo se combate!». Para Trotsky, la acción contra el fascismo está en la lucha física, en el combate a sus bandas armadas, en la formación de milicias de autodefensa para protegernos de sus ataques en los barrios, en las fábricas, en las universidades. Es necesario impedir que los ataques fascistas provoquen ningún tipo de desmoralización en las filas del movimiento y a su vez tenemos que destruir sus organizaciones. Para ello, cuando los fascistas y los neonazis lleven a cabo sus acciones, será necesario estrechar filas en un frente único con todas las organizaciones del movimiento. Por ahora, no es el caso de Brasil, pero los acontecimientos de Charlottesville nos deben permitir recrear estas lecciones.
Traducción de Mariana Morena