Por: Simón Rodríguez Porras
El 30 de junio demostró nuevamente el repudio obrero al gobierno corrupto y ajustador de Michel Temer. Pese a la maniobra de las centrales sindicales burocratizadas, encabezadas por la CUT, de desmontar la huelga general, desde abajo los trabajadores garantizaron la paralización de actividades en el sector bancario, los empleados públicos, petroleros y sectores del transporte. Más de 30 mil personas se movilizaron en Río de Janeiro contra el gobierno y hubo represión en los estados de Santa Catarina, Río de Janeiro y San Pablo, con decenas de detenciones.
Los partidos del régimen, odiados por la población, intentan una salida negociada para poner fin a las investigaciones por corrupción que los amenazan a todos. Incluso el ex presidente Lula salió públicamente en defensa de Temer, a quien el PT antes acusaba de «golpista», alegando que las acusaciones de corrupción no habían sido comprobadas aún. Como parte de esas componendas, las principales centrales sindicales bajaron su participación en la huelga general. La central sindical Conlutas y varias organizaciones de izquierda, entre ellas nuestro partido hermano, la Corriente Socialista de los Trabajadores (CST-PSOL), se pronunciaron a favor de mantener la huelga general. Sin embargo hay sectores del PSOL, del MTST y de la Intersindical que son partidarios de un frente amplio por «elecciones directas ya», con sectores burgueses y con la participación protagónica de Lula y el PT. La UIT-CI plantea que para la caída de Temer y sus reformas es necesario lograr la unidad de la izquierda y del sindicalismo combativo en torno a un programa independiente, sin alianzas con burgueses, que contemple cárcel para todos los corruptos de los partidos patronales, poner fin al ajuste e impulsar un programa económico alternativo.