Por MST, sección de la UIT-CI en Chile
Las primarias de los partidos del gobierno de Boric pasaron de ser un mero trámite, a un hecho político con importantes consecuencias. El triunfo de Jeanette Jara, candidata del Partido Comunista, fue rotundo. Ganó en el 97% de las comunas del país en todas las regiones obteniendo un 60% de la votación, contra el 28% de Tohá con la Concertación y el 9% de Winter del Frente Amplio.
Por primera vez en su historia, el PC encabeza la disputa electoral contra la derecha, y hoy también, contra la ultraderecha. Junto a esto, presenciamos la debacle total de los partidos de la ex Concertación, y la derrota absoluta del candidato del partido de Boric. Contra todo pronóstico de los empresarios, que esperaban la consolidación de la “moderación del centro político” y la “política de los acuerdos”, se impone el ala más de izquierda del actual gobierno. Hecho que es aderezado por el claro retroceso de Matthei, la candidata de la derecha tradicional, y el avance en las encuestas de Kast desde la ultraderecha. Sin duda, crece la polarización de cara a las elecciones presidenciales de noviembre.
Las razones de este nuevo panorama electoral son el descontento social profundo con quienes vienen administrando el país tanto desde La Moneda como desde el Congreso. Los viejos bloques políticos se hunden al ritmo del crecimiento de la desigualdad social, los abusos empresariales, la corrupción de todas las instituciones del Estado, el alto costo de la vida y la falta de oportunidades. Por eso las opciones van hacia los extremos de la oferta electoral.
En este marco, justificadas razones tenemos quienes tememos el probable triunfo de la ultraderecha. No sólo porque las votaciones a las primarias oficialistas recién pasadas fueron las más bajas en su historia (el gobierno perdió casi 400 mil votos), sino más bien porque el gobierno de Boric y sus partidos han provocado una masiva decepción en millones de votantes. Una administración absolutamente dominada por los intereses de los grandes empresarios y las multinacionales imperialistas, cuyo eje fue tratar de cerrar cualquier vestigio del estallido social de 2019 para garantizar la continuidad del dominio capitalista en Chile. Por esto menos del 10% del padrón acudió este domingo a las urnas, y quienes lo hicieron fueron para castigar a la ex Concertación y el Frente Amplio.
Saludamos la intención de aquellas y aquellos que fueron a las urnas para votar contra los partidos de los 30 años. Reconocemos su intención de tratar de girar el timón del bloque de gobierno hacia la izquierda, para intentar detener el avance de la ultraderecha. Infelizmente, creemos que irán a una nueva decepción, y peor aún, se profundizará la desorganización y desmovilización que han permitido la irrupción de la ultraderecha mundial y nacional.
Jeannette Jara y el Partido Comunista no encabezan un proyecto de reorganización social, sindical y política desde las bases, una coordinación de todos los sectores de lucha, una politización marcada por un programa anticapitalista y de independencia de clases de quienes buscan enfrentar a la ultraderecha. No es un llamado a prepararnos para retomar las calles, cerrarles el paso en todas las organizaciones de base, asestarles una derrota electoral mientras los aplastamos a lo largo y ancho del país. Al revés.
Jara encabeza la reorganización del mismo bloque de partidos del gobierno de Boric que ha facilitado el ascenso de la ultraderecha a punta de mentiras, corrupción y engaños. Por si fuera poco, ha reprimido a las y los que luchan, impulsado una batería de leyes represivas y de impunidad a pacos y milicos, ha criminalizado el estallido social, y fortalecido elementos antidemocráticos de este podrido régimen político.
Muy lejos de intentar organizar el descontento popular, y el rechazo a levantar frentes electorales con una fila interminable de corruptos y lacayos del empresariado, Jara intenta disfrazarlos de amigos del pueblo, para que sigan gobernando como lo hicieron durante “los 30 años”, y como la han hecho durante el actual gobierno. Un claro ejemplo de esto es su llamado permanente a los partidos de la ex Concertación, incluida la DC, a que no le nieguen su apoyo.
Las señales son más que claras, y no auguran nada nuevo ni bueno. Creer que se puede detener por ese camino a la ultraderecha no es más que allanarles la victoria y entregarles el país, y los ejemplos abundan en Argentina, EEUU y otros. La diferencia es que en Chile encabeza la primera opción el Partido Comunista, que está repitiendo la misma fracasada receta electoral. ¿Por qué Jara no confía en las y los que hicieron posible su aplastante triunfo este domingo, echa a los corruptos en los que hoy se apoya, y hace un llamado para que su candidatura se sostenga en todas las organizaciones sindicales, sociales y políticas que rechazamos a la vieja concertación para enfrentar a la ultraderecha?
Es en este escenario que debemos ser totalmente claros: no podemos acompañar esta candidatura del actual gobierno, que dice combatir a la ultraderecha mientras ha gobernado para los mismos ricos que financian y promueven a Kast. Contra nuestros deseos de una gran unidad nacional de las y los trabajadores y los pueblos contra la ultraderecha, debemos ser enfáticos en el rechazo a los mismos corruptos y ladrones que provocaron el descontento que alimenta y hace crecer al Partido Republicano.
En cambio, desde Izquierda Ecologista y Popular apostamos por una alternativa electoral y política con independencia de los dos bloques capitalistas (gobierno y derecha) que dirigen hace décadas al país, jugándonos por expresar en nuestras campañas las sentidas demandas del estallido social y reivindicar las fuerzas de lucha de esa rebelión popular. La única forma de derrotar a la ultraderecha, la derecha y la falsa izquierda que gobiernan para los empresarios, es retomar las calles con movilización, fortalecer y democratizar las organizaciones sociales y sindicales de base, unificar a las y los que luchan, y llevar candidaturas desde abajo para enfrentar a los políticos corruptos que gobiernan para los de arriba.