Por Miguel Lamas • Desde Bolivia
Nos “miente” esta vez Eduardo Galeano. No se puede haber muerto, cuando él mismo dijo que la muerte era mentira. Queremos imaginar que nos miente, que está escondido escribiendo en algún café montevideano y sólo intenta su último libro que comienza con la muerte de Eduardo Galeano.
Ninguno como él fue capaz de sintetizar tanta historia de luchas contra el capitalismo, el imperialismo y el colonialismo con tan preciso periodismo, con tan bella literatura. Sus libros nos muestran personajes sacados de la pura realidad, convertidos en literarios por la magia de su pluma, y que luego parecían escapar de vuelta de sus páginas para seguir viviendo en cada rincón de Latinoamérica. Otros nacieron dos veces, como el mítico dirigente campesino peruano, Hugo Blanco, que “su segundo nacimiento fue como indio, y como indio vivió, luchó y fue perseguido”, dijo Galeano.
Los libros de Galeano marcaron etapas de nuestro aprendizaje y nuestra vida. Leí “Las Venas abiertas…”, pocos meses después de bajar al socavón de la mina Siglo XX con mineros bolivianos. El libro me reafirmó las charlas con los mineros, y empecé a entender a nuestra Latinoamérica descuartizada como Tupac Amaru.
“Días y Noches de Amor y de Guerra” me acompañó en el exilio, recordándome a mi país torturado, y haciéndome sentir a Galeano como si fuese un amigo personal. En el “Libro de los Abrazos”, a veces parecía que hablaba de mí… sin haberme conocido.
El obrero anarquista catalán ateo que le contaba a su hijo que dios no había hecho el mundo, sino los albañiles, era como si estuviera escuchando a mi padre carpintero o abuelo campesino, gallegos tozudamente ateos.
Sin duda el mejor homenaje, el que más hubiera valorado Galeano, se lo rindieron ese mismo trágico lunes 13 los libreros callejeros en la Ceja de El Alto, al costado de la Alcaldía Quemada, a pasos del monumento al Che que, cuando supieron la noticia de boca en boca, pusieron sus libros de enésima edición pirata “Las Venas Abiertas de América Latina” en primera fila, como saludando a su autor. Saben que se va a agotar. Ahora mismo alguien se apura a imprimir la nueva edición.