Por Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional
10/07/2025. El pasado mes de junio se cumplió un año del estallido social contra la reforma fiscal y el presupuesto, con las que el Gobierno de William Ruto pretendía pagar la deuda externa al FMI. El hartazgo popular por las demandas no resueltas, la brutal represión, el asesinato del joven bloguero Albert Ojwan y la masacre durante el aniversario del “Día del Saba Saba” vuelven a encender la mecha en un país ahorcado por el FMI y el ajuste de los gobiernos. El gobierno reprime las protestas y asesinó a 31 personas dejando cientos de heridos y detenidos demostrando que, desde la independencia de Kenia, los capitalistas y sus gobiernos pro imperialistas ahogan al pueblo trabajador en la miseria y represión.
Desde conquistar su independencia del Reino Unido, el 12 de diciembre de 1963, en 1964 se funda la república de Kenia, en África Oriental. El primer gobierno estuvo en manos de Jomo Kenyatta, hasta su muerte en agosto de 1978. Bajo su gobierno impuso un régimen de partido único en el que se desarrollaron fuertes inversiones extranjeras y las tierras fueron compradas por la nueva burguesía keniana, ligada orgánicamente al capital inglés. Todos los gobiernos que siguieron, incluyendo los 24 años del gobierno de Daniel Arap Moi, hasta el 2002; y sus continuadores en el siglo XXI, se supeditaron a las órdenes del FMI y el imperialismo norteamericano; y gobernaron para la burguesía imperialista para hacerle pagar la crisis capitalista a las mayorías trabajadoras y populares como agentes post coloniales del reparto y semicolonización de áfrica en la actualidad.
La crisis política y social que hoy vive Kenia, país donde habitan más de 55 millones de personas en una gran diversidad étnica, es parte estructural de la crisis capitalista mundial y de la política aplicada por los gobiernos. Estructuralmente, la desigualdad es extrema, a pesar de que Kenia tiene la economía con mayor crecimiento del PBI de África Oriental. Según Oxfam, menos del 0,1% de la población (8.300 personas) posee más riqueza que el 99,9% más pobre (más de 44 millones). El 10% más rico de Kenia gana, en promedio, 23 veces más que el 10% más pobre. Casi un millón de niños en edad escolar primaria aún no asisten a la escuela, la novena cifra más alta del mundo. A pesar de que el 96 % de las mujeres rurales de Kenia trabaja en el campo, solo el 6 % de las mujeres en Kenia posee títulos de propiedad de la tierra.
El impacto social de la crisis ha generado que a fines de 2023, 15,3 millones de kenianos, el 80% de los empleados; viva con salarios por debajo del índice de la pobreza. Esta situación se vive fuertemente en la juventud, en un país donde el 80% de la población tiene menos de 35 años, tiene que soportar una desocupación de casi el 49% y los 800.000 jóvenes que cada año se incorporan a la vida laboral no encuentran trabajo.
Estas pésimas condiciones sociales y la extraordinaria desigualdad, es la disparadora del descontento y las grandes movilizaciones que no cesan. Durante 2024, las grandes movilizaciones se dieron contra el ajuste fiscal que buscaba imponer un aumento en los impuestos sobre la vivienda, el combustible, el pan y los alimentos; con el objetivo de recaudar 2.700 millones de dólares adicionales y pagar así los vencimientos de deuda externa que asciende a unos 3.500 millones de dólares, el 68% de PBI de Kenia. La movilización triunfó parcialmente, luego de ser masiva y de ocupar el parlamento, y conquistó que el gobierno retire el ajuste fiscal; pero, el gobierno de William Ruto, recortó los gastos de los derechos sociales y continuó en su ataque contra la clase trabajadora y la juventud precarizada que fue parte esencial de las grandes protestas.
Las demandas no resueltas y el asesinato de Albert Ojwan disparan una nueva ola de protestas
La nueva ola de movilizaciones que se iniciaron en junio de 2025, son la continuidad de las grandes protestas de 2024, con las que la juventud ganó las calles y se enfrentó a la represión que dejó 60 muertos. Las condiciones de vida no mejoraron, las presiones del gobierno continuaron y volvieron a estallar.
Días antes de conmemorar el aniversario de las movilizaciones del 2024, el asesinato del joven profesor y bloguero Albert Ojwan había estremecido a Kenia. Albert Ojwan había sido detenido el sábado 7 de junio por la noche, mientras cenaba con su pareja. La policía lo en encarceló en la Comisaría Central bajo denuncia de insultar a un jefe de policía en las redes sociales. Durante la mañana del domingo, cuando su padre llegó desde una lejana ciudad con el título de propiedad de su casa para pagar una posible fianza, le entregaron a su hijo muerto con contundentes lesiones y muestras de torturas y maltrato policial. «Sangraba por la nariz y tenía el torso y la cara contusionados. Además, estaba sin camisa, pero no fue así como lo entregué a la policía el sábado. Mi hijo murió como un animal», dijo el padre de Albert. Ante semejante escándalo, el parlamento citó al Jefe de Policía y lo interrogó de forma pública y televisada durante dos días consecutivos. La autopsia demostró que Albert no se había suicidado. Por el caso, dos policías fueron arrestados, seis personas son investigadas por asesinato y el sub director de la policía, dimitió.
El rechazo se expresó por abajo, en las movilizaciones del 26 de junio donde una de las consignas principales era “Justicia por Albert Ojwan”. Las movilizaciones encontraron nuevamente la brutalidad policial característica del gobierno de Ruto cuando, con el uso de balas, bastones, gases y camiones hidrantes impidieron que la movilización llegara a la sede del Gobierno. La jornada concluyó con un baño de sangre. Según amnistía Internacional, 16 personas murieron en manos de la represión y 400 más resultaron heridas solo ese día.
La masacre de Saba Saba y la declaración de guerra a quienes luchan
Las celebraciones del Día de Saba Saba (siete-siete en lengua suajili, en relación al séptimo día del séptimo mes) es una conmemoración anual en la que Kenia recuerda las movilizaciones que sucedieron el 7 de Julio de 1990 cuando se exigía, junto al imperialismo norteamericano, la participación pluri partidaria en las elecciones. Esto se logró, aunque el cuestionado Daniel Arap Moi ganó nuevamente las dos elecciones siguientes de 1992 y 1997. En 2013 Uhuru Kenyatta, hijo del primer presidente, gana las elecciones junto a Wiliam Ruto como vice presidente. Ruto, ganaría las elecciones presidenciales en 2022 con promesas populares que nunca cumplió demostrando, 35 años después de las movilizaciones del Saba Saba, que los capitalistas kenianos y el imperialismo han gobernado contra el pueblo trabajador y que Ruto, utiliza la represión sistemática de la misma manera que todos los gobiernos anteriores.
En este marco, la celebración anual se transformó en el escenario de una masiva jornada nacional de protestas para repudiar la represión y la política del actual gobierno de Ruto. La movilización buscó llegar nuevamente, y con heroísmo, a las sedes del gobierno en Nairobi y otras ciudades del país. Pero la militarización de las calles y la represión durante toda la jornada, lo impidió. La Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia (KNCHR) había documentado diez muertos, veintinueve heridos, dos casos de secuestro y treinta y siete arrestos en diecisiete condados de los 47 que tiene el país.
La represión orquestada por la policía, contó con la complicidad de bandas para policiales y agentes de civil armados con armas de guerra en las zonas de movilizaciones. El miércoles 9 de julio, Ruto, le declaró la guerra a los manifestantes y autorizó a las fuerzas a disparar a las piernas de quienes se movilicen, “no los maten, pero asegúrense de que les rompan las piernas” dijo el presidente. También se desligó de la desocupación y de la crisis social que vive el país, haciendo responsable a los gobiernos anteriores.
Si el pueblo de Kenia triunfa, triunfan los pueblos del mundo
Las prolongadas luchas del pueblo pobre de Kenia, puede triunfar. Mientras la oposición patronal, llama a un falso diálogo “trasversal” desde el parlamento, las movilizaciones en las calles buscan sacarse de encima el ajuste y la represión del gobierno. Las organizaciones democráticas, de derechos humanos, sociales, políticas y juveniles, deben apoyar la justa movilización del pueblo de Kenia contra el gobierno criminal.
William Ruto, es enemigo del conjunto de los pueblos explotados y oprimidos del mundo. Desde hace meses, se postula como mejor alumno del imperialismo norteamericano de Donald Trump en la región. Ha enviado tropas policiales a Haití bajo la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad de Haití con financiamiento del gobierno Francés de Macron, para reprimir al pueblo y sostener un gobierno impuesto y comenzó a ejecutar deportaciones sobre miles de refugiados que viven en Kenia.
Desde la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI) repudiamos la represión, el asesinato y encarcelamiento de quienes se movilizan y apoyamos la lucha del pueblo trabajador y la juventud de Kenia y sus reivindicaciones. Exigimos justicia por Albert Ojwan, las 31 personas asesinadas y los cientos de heridos. Exigimos la inmediata liberación de las luchadoras y luchadores sociales encarcelados y la inmediata aparición con vida de las y los desaparecidos.
¡Viva la lucha del pueblo trabajador y la juventud de Kenia! ¡Basta de hambre y ruptura ya con el FMI! ¡Basta de Represión! ¡Justicia para los caídos y castigo a los culpables! ¡Plata para salarios, trabajo digno, salud y educación para terminar con la pobreza! ¡Fuera el asesino William Ruto y sus cómplices! ¡Que gobiernen los trabajadores!
Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI)
10 de Julio de 2025