Por Prensa UIT-CI
Ponencia fue presentada por Mercedes Petit, dirigenta de Izquierda Socialista y de larga trayectoria en el movimiento trotskista y la corriente morenista. Su presentación se realizó en la mesa de debate “Los trotskismos en los procesos de crisis y disolución de los estados obreros” del III Evento Internacional León Trotsky realizado entre los días 22 y 26 de octubre de 2024 en la ciudad de Buenos Aires.
Mercedes Petit, dirigente de Izquierda Socialista de Argentina y UIT-CI
Buenas tardes y muchas gracias por invitarme a participar en el Tercer Evento Leon Trotsky
Los sucesos ocurridos desde 1989 en Europa del Este, China y la antigua Unión Soviética marcaron un antes y un después en el siglo XX. Y se los valora de muy distintas maneras.
En Europa del Este fueron expulsadas del poder las dictaduras de los partidos comunistas burocráticos. Su símbolo fue la caída del Muro de Berlín y la mini alemana.
En la antigua Unión Soviética pasó lo mismo con el PCUS. Allí hubo movilizaciones de las repúblicas más pequeñas, en primer lugar, desde 1987 en Armenia. Se fueron dando oleadas de huelgas obreras. En 1991 la URSS se desintegró. Y surgió la actual Rusia del nuevo “zar” Putin.
En China movilizaciones masivas con su centro en la Plaza Tiananmen de Pekin no lograron derrotar a la dictadura. En junio de 1989 fueron brutalmente reprimidas.
En el movimiento trotskista hubo y hay posiciones y diferencias de todo tipo sobre estos temas. El compañero Marcio (1) lo expresó categóricamente.
Para nosotros, en aquel tercio del planeta donde se había expropiado a la burguesía y existían economías no capitalistas, que muchos en el trotskismo lo definimos como los “estados obreros burocráticos”, siguió avanzando y se consolidó la restauración del capitalismo que los burócratas de los partidos comunistas habían iniciado años atrás, con sus aperturas a las multinacionales, las negociaciones con el FMI y otros pasos para restablecer el mercado y la propiedad privada capitalistas. Cuba también vivía ese proceso, aunque en el 89 el pueblo cubano no se movilizó. Desde fines del siglo XX todos los países del mundo son capitalistas.
Nuestra corriente, actualmente la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI) definió que aquellas movilizaciones antiburocráticas revolucionarias obreras y populares que conquistaron libertades fueron grandes triunfos democráticos. Fueron hechos contradictorios, pero esencialmente positivos, que en forma limitada eran expresión de la necesaria “revolución política” que Trotsky propuso en los años 30 como gran tarea en la URSS para liberarla de la dictadura contrarrevolucionaria de Stalin.
Decimos que en forma contradictoria y limitada porque esas revoluciones antiburocráticas triunfantes que en la ex URSS y el Este europeo lograron derrotar y expulsar del poder a aquellas dictaduras, no retomaron el camino hacia la transición al socialismo mundial iniciado en 1917 en Rusia. Por el contrario, por el factor subjetivo, que para nosotros más allá de las interpretaciones de Marcio, es la clave, por la ausencia de direcciones socialistas y revolucionarias, tuvieron un alto costo, un aspecto negativo: la pérdida, la desaparición de aquellas economías “transitorias al socialismo”, que, pese al dominio burocrático, al estancamiento y deterioro económico y la represión, que fueron rechazadas por las masas, eran conquistas de la clase obrera de esos países y mundial. Es obvio que tenemos profundas diferencias con el compañero Marcio sobre la importancia y el peso de las luchas democráticas para las masas en la realidad. Pero bueno, el debate continúa.
En aquellos países, aunque existía el total dominio de los burócratas, gracias a la expropiación y la planificación de la propiedad estatal de la economía, había existido durante décadas un progreso en las condiciones de vida de sus pueblos. En 1989, por la total ausencia de direcciones revolucionarias socialistas, de partidos trotskistas, las movilizaciones antiburocráticas y por libertades no encararon también el rechazo al avance hacia la restauración del capitalismo que se estaba desarrollando en todos aquellos países de la mano de las burocracias dominantes.
Por el contrario, el rechazo a aquel falso “socialismo” abrió paso a las crecientes ilusiones en el capitalismo. Se produjo una confusión aún mayor en la conciencia de las masas, que hizo crecer el ya muy grande atraso que produjo las casi siete décadas de la mentira del “socialismo en un solo país” de los estalinistas.
Esas contradicciones y limitaciones, esos hechos nuevos dieron lugar a grandes cambios. En los casos de China y Rusia –habiendo sido ambas grandes potencias antes de 1989 y siendo China el país más poblado del mundo- surgieron dos nuevos países imperialistas, con regímenes políticos burgueses altamente represivos. En el caso de China esa reconversión capitalista la inició, la continuó y la mantiene desde fines de los setenta el mismo aparato político dictatorial del Partido Comunista que fue fundado por Mao Tse tung, y que sigue en el poder.
Ante estos grandes cambios, los voceros del imperialismo proclamaron el definitivo y final fracaso del “socialismo” entre comillas y el triunfo histórico del capitalismo. Los burócratas derrotados se hicieron eco de esa mentira. Dijeron que en aquel “socialismo real” se habían cometido errores, en primer lugar por un “exceso de estatismo”. La mayoría de la izquierda mundial anunció que se venía la noche ante el tremendo poderío del capitalismo y se vivificaron todo tipo de versiones reformistas y mentirosas de los falsos “socialismos”. Al mismo tiempo crecieron las modas del horizontalismo, el autonomismo y antipartido, atribuyendo los males y represión impuestos por los burócratas a una supuesta consecuencia del partido revolucionario leninista.
Nosotros dijimos y decimos algo totalmente distinto. En aquellos países dominados por las burocracias, que comenzó en los años 20 en la URSS, hubo un falso socialismo. No existió ni puede existir un “socialismo en un país”. El socialismo será un sistema mundial o no será. No fracasó ningún verdadero socialismo. Fue el fracaso de los burócratas de los partidos comunistas que aplastaron la democracia obrera, reprimieron brutalmente, negaron el principio esencial del internacionalismo y congelaron la lucha consecuente de las masas contra el capitalismo y se abrieron a la restauración. Las masas acabaron con aquel aparato contrarrevolucionario stalinista. Por eso decimos que fueron pasos positivos.
Por su parte, ¿qué nos muestra la realidad? Qué el capitalismo no triunfó. Han pasado más de 30 años y el sistema capitalista no logró ni detener ni mermar su creciente crisis, agravada desde el 2008, y que va cada vez peor. Sigue creciendo el desorden mundial, la desigualdad y las penurias de la mayoría de la población trabajadora, el deterioro del ambiente, mientras crecen las luchas en el mundo.
Los debates sobre la historia son muy importantes. Pero escribimos la historia y la discutimos desde el presente. Y más que nada para pensar en el futuro. ¿Qué hacemos mañana? La gran pregunta ante aquellos grandes cambios es:
¿Sigue vigente la lucha por un verdadero socialismo, en cada país y el mundo? Decimos que sí, y que es más necesaria que nunca ante la catástrofe capitalista. Así entendemos aquellos grandes cambios y el colosal fracaso de los partidos “comunistas” de los burócratas traidores, de Stalin en adelante. Se cumplió en cierto sentido aquel pronóstico reiterado por Trotsky para la URSS: si perdura el dominio de la burocracia, la URSS no avanzará en su transición al socialismo, sino que volverá el capitalismo. Trotsky denunció la nefasta mentira reaccionaria del “socialismo en un solo país” que instaló Stalin desde el año 1924.
Nuestra corriente morenista reivindica las tempranas denuncias de nuestro fundador y maestro Nahuel Moreno sobre el curso restauracionista de los burócratas, en primer lugar, en China con Deng desde 1978, y también en Europa del Este y la URSS, y en Cuba. A fines de los setenta Moreno polemizaba con el dirigente del Secretariado Unificado Ernest Mandel, que, aunque siempre juraba formalmente por el Programa de Transición y por la “revolución política”, negaba los hechos de la realidad y los primeros pasos del avance hacia el capitalismo. Según las definiciones oportunistas de Mandel, que las inventó junto con el otro dirigente Pablo desde los cincuenta, los burócratas tenían una “doble naturaleza”. Decían que esos burócratas son malos para los trabajadores, para los pueblos. Pero agregaban que al mismo tiempo esos burócratas son defensores de las bases sociales de aquellas economías con propiedad estatal y planificadas, porque son la fuente de sus privilegios; es decir, serían una barrera contra la restauración del capitalismo. Uno más de tantos errores y capitulaciones de Mandel a los partidos comunistas y a las direcciones no revolucionarias de todo tipo.
Mientras que Moreno alertaba en los ochenta sobre el curso de apertura al capitalismo de Gorbachov en la URSS y sus pactos con Reagan, Mandel lo embellecía y apoyaba su “glasnost” y festejaba sus reformas. Y por eso lamentó profundamente la caída del Muro de Berlín. Moreno no la vio, porque había fallecido más de dos años antes, en 1987. Mandel rechazó por completo la reunificación de Alemania y en su último libro, de 1992, decía que el problema fundamental de aquellos regímenes stalinistas de aquellos estados obreros burocráticos era la “hipertrofia del estado”, coincidiendo en la misma explicación de los partidos comunistas (2).
Para nosotros estos son debates centrales que tienen que ver con la crisis, la dispersión y la debilidad del movimiento trotskista. El retorno del capitalismo en aquel tercio del mundo, ¿ratifica o no los ejes del programa revolucionario? Sí, para nosotros sí los ratifican: luchar por un socialismo mundial, verdadero y con democracia obrera que nos legó Trotsky y que sigue totalmente vigente. Como lo dijo en el Programa de Transición, la clave es el factor subjetivo: que perdura la crisis de la dirección revolucionaria (3).
Es un enfoque totalmente opuesto a ningún “objetivismo”. Ni Trotsky, ni Moreno ni sus continuadores y discípulos decimos eso que ha planteado Marcio en su ponencia. La clave de la crisis de la humanidad es la crisis de dirección revolucionaria: la inexistencia de partidos revolucionarios que encabecen y dirijan a las masas hacia la imposición de los gobiernos obreros y populares y hacia el triunfo mundial del socialismo. Eso es lo que dio lugar a derrotas, a procesos contradictorios, de revoluciones que triunfan y se detienen, que retroceden, reflejando el atraso, las falsas ilusiones de la conciencia de las masas por la debilidad del factor subjetivo. Lo decíamos en el siglo XX y lo seguimos diciendo en el siglo XXI. Por eso nuestra principal tarea sigue siendo la construcción de los partidos trotskistas en cada país y la reconstrucción de la Cuarta Internacional.
Muchas gracias.
1 – El primer expositor en esa mesa fue Marcio Lauria, coordinador del 2do Evento León Trotsky, Reagrupamiento Revolucionario, Brasil, sobre el tema: “La teoría del Estado obrero burocratizado y los trotskistas ante el colapso de la URSS”.
2 – El poder y el dinero, Siglo XXI, 1994.
3 – Decía Trotsky en 1938: “Los requisitos previos objetivos para la revolución proletaria no solo han ‘madurado’; empiezan a pudrirse un poco. […] La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria.” Programa de Transición. Ver marxist.org.