Por Unidad Internacional de Trabajadores y Trabajadoras – Cuarta Internacional
12/08/2025. La provincia de Sweida ha sido testigo, en los últimos meses, de una escalada gradual que alcanzó su punto máximo cuando las fuerzas gubernamentales entraron en la zona con el pretexto de “imponer la seguridad” tras fracasar en las negociaciones con representantes de la comunidad drusa. Sin embargo, esta entrada militar fue solo el comienzo de violaciones documentadas: quema de viviendas, secuestros y ataques contra símbolos religiosos y nacionales. Esto recuerda lo ocurrido meses antes en la región costera, donde la “seguridad” se utilizó para reprimir en forma generalizada.
Por lo tanto, no se puede en ningún caso comparar a un grupo miliciano con un gobierno que posee todos los instrumentos del Estado y comete abusos en nombre de la «soberanía». La rebelión popular que se está produciendo hoy en Sweida es una expresión natural del rechazo generalizado de la población a estos abusos, y no un apoyo a una banda frente a otra. Los habitantes de Sweida se han opuesto al régimen dictatorial de Bashar al-Assad y no han manchado sus manos con la sangre de los sirios, ya que se negaron a alistarse en el servicio militar obligatorio del ejército de al-Assad.
Es cierto que el jeque druso Hikmat al-Hajri tiene intereses políticos de su sector y relaciones previas con el régimen de Assad, pero eso no significa que represente políticamente a todos los habitantes de Sweida ni sus aspiraciones. Así qué es injusto clasificar a los drusos como seguidores de Hikmat al-Hajri u otros jeques. Presentar al pueblo de Sweida como “remanentes” del régimen anterior, como hace el gobierno, es un discurso autoritario peligroso que, en última instancia, sirve, sin dudas, al proyecto de la ocupación israelí. De hecho, el Estado genocida de Israel se apresuró a explotar el momento con el pretexto de “proteger a los drusos”, y sus aviones de combate bombardearon posiciones del ejército sirio en Sweida y la sede general del ministerio de defensa en Damasco. Abriendo así la puerta a un conflicto más amplio al servicio de su expansión territorial y de sus acciones criminales hacia Palestina y los pueblos del Medio Oriente.
Tras la retirada de las fuerzas gubernamentales, el gobierno recurrió a la ayuda de las tribus árabes, lo que convirtió a Sweida en un pequeño campo de batalla civil que trajo a la memoria escenas de enfrentamientos religiosos. Hoy en día, prevalece un frágil acuerdo de alto el fuego en medio de un asedio asfixiante impuesto por el gobierno desde el 12 de julio: sin electricidad, sin agua, sin medicamentos, sin gasóleo y con el desplazamiento de los beduinos. Además, la campaña militar ha dejado a más de 80 mil personas desplazadas y a casi 32 pueblos devastados.
Desde una posición socialista revolucionaria contra la represión, el sectarismo religioso y la ocupación militar, declaramos lo siguiente:
Primero: Exigimos el levantamiento inmediato e incondicional del asedio de Sweida, y la entrada de alimentos, medicinas y ayuda humanitaria bajo la supervisión de organismos independientes.
Segundo: Exigimos el juicio de todos los involucrados en violaciones contra civiles en Sweida, ya sea que emitió órdenes o aquellos que las han implementado, ante organismos judiciales independientes y en presencia de representantes de comunidades locales.
Tercero: Exigimos una investigación transparente e independiente de todo lo sucedido, a diferencia de lo ocurrido en la región costera donde se enterraron los hechos, que sea realizada por un comité nacional compuesto por juristas independientes, sindicalistas y representantes de las víctimas.
Cuarto: Exigimos el inicio inmediato de una verdadera reconciliación entre las tribus árabes y los beduinos, por un lado, y el pueblo de Sweida, por el otro, sobre la base del reconocimiento mutuo de los derechos de cada comunidad.
Por último, la responsabilidad principal de la crisis en Sweida recae en el gobierno de Shara, que continúa con políticas discriminatorias y rechaza iniciar un proceso de reconocimiento de los derechos democráticos de todos los componentes. El gobierno, que no reconoce la diversidad nacional, étnica y religiosa del país y excluye sistemáticamente de los procesos políticos tanto a las minorías nacionales y religiosas como a otros partidos políticos a nivel nacional, busca consolidar su poder autoritario. Además de estas causas fundamentales, la ausencia de una justicia transparente en relación con los crímenes cometidos durante el régimen de Assad, y el fracaso en llevar a cabo una investigación y un proceso de enjuiciamiento efectivos sobre las masacres de civiles contra el pueblo alauita en marzo, son otros factores significativos detrás del rechazo del pueblo de Sweida a la administración de Shara.
La reciente crisis en Sweida vuelve a poner sobre la mesa las siguientes tareas urgentes en Siria: deben garantizarse los derechos democráticos de todas las minorías nacionales y religiosas; debe implementarse un programa urgente de reconstrucción económica basado en las prioridades del pueblo trabajador; y debe ponerse fin a la presencia e intervención de todas las potencias capitalistas extranjeras (Israel, Turquía, Estados Unidos, Rusia) en el país. Estos objetivos solo pueden alcanzarse mediante la movilización unida y masiva del pueblo sirio. Esto debe incluir también la lucha por elecciones libres a una Asamblea Constituyente que discuta y decida todas las demandas del pueblo. Llamamos a todas las fuerzas de izquierda y revolucionarias en Siria a unirse en una lucha común en torno a un programa de acción de este tipo y a construir una plataforma política independiente, separada del gobierno y de los sectores políticos burgueses, representantes de los ricos y poderosos del país.
Desde la UIT-CI también llamamos a la permanente solidaridad internacional con las luchas y reclamos democráticos y sociales del pueblo trabajador y de todos los sectores populares de Siria.
Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)
12 de agosto 2025