Por CST, sección de la UIT-CI en Brasil
28/11/2025. La COP30, presentada como un escenario para contener la destrucción ambiental, solo confirmó lo que los pueblos de la selva y los movimientos socioambientales ya denunciaban: una farsa al servicio del “capitalismo verde”. Dialogamos aquí con trabajadores y jóvenes que confían en Lula y en el Frente Amplio, para explicar por qué criticamos la conciliación de clases del PT, PCdoB, REDE y PSOL.
En Belém no hubo un compromiso real con el clima: la COP se convirtió en un mostrador de negocios entre gobiernos y multinacionales para transformar la catástrofe climática en lucro. Mientras tanto, el gobierno de Lula, bajo el barniz de la “sostenibilidad”, expande el extractivismo de las petroleras, refuerza el control empresarial de los ríos y mercantiliza la propia idea de preservación con los créditos de carbono. Todo esto protegido por las Fuerzas Armadas bajo la GLO (Garantía de la ley y el orden) decretada por Lula para Belém.
Gobierno Lula: discurso verde, práctica antiambiental
Mientras pronunciaba discursos en la COP sobre defensa ambiental, el gobierno de Lula tomaba decisiones en la dirección opuesta. La autorización para la explotación de petróleo en la costa de Amapá evidencia esa contradicción: Lula ignoró la resistencia de los pueblos indígenas y las advertencias de investigadores, ambientalistas y sindicatos petroleros combativos.
A esto se suma el decreto de privatización de los ríos, que transforma esos territorios en corredores de negocios para el agronegocio, los sojeros, las multinacionales y el hidronegocio. Tapajós, Madeira y Tocantins se convierten en objetivos de proyectos que profundizan el racismo ambiental contra pueblos indígenas y ribereños.
No se trata de errores aislados. El gobierno de Lula no está en disputa: cuando el lucro habla más fuerte, él se coloca del lado del capital. Se presenta como de izquierda, pero atiende las demandas de los grandes empresarios. Esta conciliación, en nombre de la “gobernabilidad”, entrega nuestros ríos y biomas a los negocios del capitalismo verde.
El Frente Amplio, aliado de patrones y multinacionales, no enfrenta hasta el final el negacionismo de la extrema derecha y sostiene un programa ecocapitalista que no nos representa.
¡Seguir el ejemplo de los pueblos Munduruku y Arapiuns!
Ante los ataques del gobierno de Lula, crece la necesidad de resistencia, sin ilusiones en falsos diálogos o acuerdos de gabinete. El ejemplo de los pueblos Munduruku y Arapiuns es emblemático: lucha ancestral de 525 años, organización combativa y defensa radical del territorio muestran cómo enfrentar la privatización de los ríos y las políticas de destrucción ambiental.
Ellos demuestran que no existe negociación posible con proyectos que destruyen ríos, selvas y vidas para garantizar el lucro de multinacionales y sojeros golpistas.
Los Munduruku y Arapiuns enseñan que la defensa de la Amazonía y de los pueblos indígenas no vendrá de cúpulas internacionales ni de gobiernos aliados al capital, sino de la autonomía, la organización combativa, la independencia de los gobiernos e instituciones imperialistas, la movilización y la solidaridad entre los de abajo.
Nosotros desde la CST participamos activamente del apoyo a las movilizaciones Munduruku, Arapiuns y de otras naciones del bajo Tapajós. Exigimos que la CUT, CTB, UNE, MST, MTST y APIB organicen una jornada nacional de lucha por las agendas ambientales. Fue la movilización la que garantizó nuevas demarcaciones de tierras indígenas, prueba de que solo la lucha cambia la vida.
Construir una izquierda independiente
Junto a la unidad de las luchas, es urgente construir en Brasil un bloque de izquierda independiente, radical en el combate a la extrema derecha y a los ataques a los derechos sociales, democráticos y ambientales.Necesitamos una izquierda que no se subordine al gobierno de Lula y sus contrarreformas ambientales, ni entregue nuestros derechos.
Esto significa hacer lo opuesto a lo que hicieron las dirigencias de PSOL y REDE en el gobierno. Sonia Guajajara, Guilherme Boulos y Marina Silva usaron su prestigio en la lucha social y en la izquierda para contener las movilizaciones de Mundurukus y Arapiuns, presentando propuestas de conciliación que, en la práctica, servían para desmovilizar la lucha.
Lo que necesitamos es una izquierda diferente, capaz de enfrentar a las petroleras, los sojeros, el agronegocio y las multinacionales. Una izquierda que luche por la revocación del decreto de privatización de los ríos, contra la explotación de petróleo en Amapá y por la demarcación inmediata de las tierras indígenas. Y que esté presente en las luchas de la clase trabajadora, como la movilización contra la reforma administrativa y por el cumplimiento de los acuerdos de los técnicos administrativos de las universidades.
Es necesario construir una salida política que dé voz y fuerza a las luchas en curso. La CST defiende la formación de un bloque de izquierda independiente de los patrones, capaz de expresar políticamente la combatividad de los Mundurukus y Arapiuns. En esa misma dirección se ubican liderazgos independientes como Plínio de Arruda Sampaio Jr., Renato Cinco y Dirlene Marques. No somos los únicos. Por eso, es fundamental avanzar en una convergencia de ideas y acciones con UP, PCBR, PSTU, MRT y SoB, unificando fuerzas para enfrentar el capitalismo verde, el agronegocio, las petroleras y la extrema derecha.
La CST es una organización socialista revolucionaria independiente, sección en Brasil de la UIT-CI, que lucha por un gobierno de la clase trabajadora y un Brasil socialista, y que confía en la fuerza de la clase trabajadora y de los pueblos indígenas para derribar el proyecto de destrucción ambiental.
El camino por ahora es un trabajo conjunto en unidad de acción, construyendo un frente. Nadie por sí solo tiene fuerzas suficientes para resolver los problemas de la izquierda brasileña. Por eso, la unidad es una necesidad.































