Por:José Castillo
Todo cambió en mayo de 1968. Las barricadas se volvieron a levantar como en las revueltas de 1830, 1848 o en la comuna de 1871. París se vistió de revolución igual que en el lejano 1789, en las ocupaciones de fábrica de 1936 o en la reconquista de la ciudad a los nazis en 1944.
Fue francesa, pero conmovió al mundo, motorizada por los grandes acontecimientos de ese entonces, que se sintetizaban en una palabra: Vietnam. La invasión norteamericana, que comenzó en 1964 y llegó a su punto máximo en 1967, generó un gigantesco movimiento en su contra, en los propios Estados Unidos, en Europa y en Japón. El año 1968 comenzó con la llamada «ofensiva del Tet», primera gran victoria de las tropas del Vietcong contra los yanquis.
Justamente, repudiando la represión a una manifestación contra la guerra de Vietnam, se tomó la Universidad de Nanterre en marzo de 1968, dando comienzo a una escalada que creció en abril, cuando se produjo el atentado contra el dirigente juvenil de izquierda alemán Rudi Dutschke, por parte de un nazi. A fines de ese mes, la decisión de las autoridades de cerrar Nanterre y expulsar al líder del movimiento, Daniel Cohn-Bendit, trasladó el conflicto al corazón universitario de París, la Sorbona.
La Sorbona, el barrio latino y «la noche de las barricadas».
En la semana del 3 al 10 de mayo se hizo masiva la rebelión estudiantil. Las marchas, los primeros enfrentamientos con la policía y las asambleas se volvieron multitudinarios y se radicalizaron día a día. Ante el cierre de la Sorbona, la actividad se trasladó a las calles aledañas, en el barrio latino de París. Pero también hubo manifestaciones que recorrieron toda la ciudad. El 6 de mayo, una gigantesca columna marchó por Champs Elysee, entre un mar de banderas rojas, encabezada por un inmenso cartel que decía «Viva la Comuna». Era la primera vez que se reivindicaba el heroico levantamiento obrero de 1871.
Todos los diarios burgueses sacaron largas notas acusando de «extremistas» y «subversivos» a los estudiantes. Pero lo lamentable fue que el propio Partido Comunista Francés, que controlaba la CGT, se puso en contra y atacó a los estudiantes a través de su diario, Le Humanité, tratando de «grupúsculos de provocadores» a los centenares de miles que participaban del movimiento.ÂÂÂ
Así se llegó al 10 de mayo, «la noche de las barricadas», cuando durante horas, miles de estudiantes y jóvenes de origen obrero y popular que llegaron desde los suburbios de París, levantaron más de sesenta barricadas en el barrio latino y combatieron durante toda la noche contra la policía.
La huelga general y las tomas de fábricas
Recién luego de la primera batalla campal del 10 de mayo, y tras la feroz represión del gobierno, las centrales obreras convocaron, junto con las organizaciones estudiantiles, a un paro de 24 horas y una manifestación para el 13 de mayo. Los estudiantes ocuparon las universidades, incluyendo la Sorbona, donde se sumaban cada vez más jóvenes obreros. También se tomaron otros lugares emblemáticos, como el teatro Odeón. La marcha del 13 de mayo convocó a un millón de personas en París.
Espontáneamente, miles de obreros comenzaron la ocupación de fábricas, que se extendieron a toda Francia con diez millones de trabajadores en huelga indefinida. Los estudiantes marchaban por miles hacia las fábricas a solidarizarse. El gobierno del presidente De Gaulle quedó paralizado. Estaban de huelga el metro, correos, teléfonos, gasolineras, ferrocarriles, músicos de ópera, futbolistas, enfermeras, empleados de comercio, ni siquiera se recolectaba la basura. Hasta se llegó a suspender el tradicional festival internacional de cine de Cannes. Se instaló de hecho un doble poder y los trabajadores y estudiantes cuestionaban quiénes eran los dueños del país.
El enfrentamiento del 24 de mayo marcó el punto culminante del ascenso insurreccional, y a partir de ese momento el movimiento comenzó a retroceder. Es que el gobierno y las patronales, aterrados, se lanzaron a la negociación para terminar con la huelga. Ahí comenzó a crecer el protagonismo del aparato de la CGT y el PC, que buscaron una salida con el gobierno de De Gaulle.
El Partido Comunista negocia y entrega la lucha
Los «acuerdos de Grenelle», firmados el 27 de mayo, otorgaron enormes concesiones a los trabajadores. De todos modos, las bases obreras, que percibieron que podían adueñarse de todo, los repudiaron en muchísimas fábricas, varias de las más importantes. Pero el PC y la burocracia de la CGT llamaron a levantar la huelga y las ocupaciones.
En el mes de junio, el gobierno fue lentamente derrotando todos los focos de resistencia. En algunos sitios ejecutó una feroz represión. Los partidos y grupos trotskistas, maoístas y anarquistas, que estuvieron a la cabeza del movimiento, fueron ilegalizados y sus dirigentes detenidos. De Gaulle logró, una vez desmantelada la movilización, ser reelegido presidente a fines de ese mes. Pero el gaullismo quedó herido de muerte. Antes de cumplirse un año, el 28 de abril de 1969, De Gaulle perdió un referéndum y renunció a la presidencia.
Las lecciones del Mayo Francés
El Mayo Francés fue un movimiento inmenso, esencialmente juvenil, estudiantil y obrero, que cuestionó todo, hasta el sistema capitalista de conjunto. Fue parte de ese inmenso proceso que abrió en la década del ´60 una nueva situación revolucionaria mundial. Ciertamente, el Mayo Francés no triunfó. No porque faltara fuerza ni radicalidad en la movilización o las consignas planteadas. Pero no fue capaz de superar el rol de las direcciones contrarrevolucionarias, personificadas en este caso en el Partido Comunista Francés y la dirección de la CGT. Muchos jóvenes obreros y estudiantes se dieron cuenta de lo que faltaba, un partido auténticamente revolucionario que liderara el proceso hacia la toma del poder y el socialismo. Una enseñanza, quizás la más importante, que nos dejó Mayo del ’68.
Aquel 1968.
Fue el año emblemático de toda una década, que comenzó en realidad en 1959, cuando triunfó la Revolución Cubana. En los años siguientes, «la revolución de los barbudos» se transformó en la primera revolución socialista triunfante en Latinoamérica, con la perspectiva de extenderla a todo el continente. La figura del Che Guevara, después de su asesinato en 1967, comenzó a aparecer en las manifestaciones revolucionarias de todo el mundo. Pero también la década del ´60 fue la de la rebelión de los negros en los Estados Unidos contra el racismo y la segregación, con gigantescas movilizaciones. En abril de 1968 se produjo el asesinato de Martin Luther King, y en octubre, los ganadores de los 100 metros llanos en las Olimpíadas de México, levantaron orgullosamente el puño con el guante negro de las Blacks Panthers desde el podio.
La década del ´60 será también la de la invasión a Vietnam y la enorme resistencia que generó entre los jóvenes, primero de los propios Estados Unidos y luego del mundo. Estados Unidos tuvo su propia rebelión estudiantil en 1964 en Berkeley, a la que le siguieron las multitudinarias manifestaciones contra la guerra, que se replicaron por todo el mundo.
En el ´68 se produjo además la Primavera de Praga. Un enorme proceso que intentó cambiar el régimen estalinista checo, instaurando lo que se llamó «el socialismo con rostro humano» y fue ferozmente reprimido en agosto con la entrada de los tanques del Pacto de Varsovia en la ciudad. También será el año de la rebelión estudiantil en México, que culminó con la matanza de Tlatelolco.
Luego de ese año, sus ecos retumbaron en el Cordobazo argentino y el «otoño caliente» italiano de 1969. Surgió la «segunda ola feminista», y en Nueva York, con la rebelión de Stonewall, comenzó la pelea por los derechos de la diversidad sexual. Los Estados Unidos terminaron retirándose de Vietnam en 1975, derrotados por el Vietcong. Así fueron los ´60, años de rebelión, experimentación, liberación y revolución. Años de esperanza por tirar abajo el capitalismo. Una tarea pendiente, que cincuenta años después seguimos peleando por concretar.