El Congreso español aprobó su destitución de Rajoy, al votar favorablemente una moción de censura presentada por el opositor socialista Pedro Sánchez del Partido Socialista Obrero Español(PSOE), quien asumió el gobierno de España. La moción contra Rajoy fue impulsada por Sánchez, después de que la Audiencia Nacional emitiera una dura sentencia en el caso Gürtel, la mayor trama de corrupción descubierta en el país donde se vio involucrada gran parte de la cúpula del Partido Popular (PP) de Rajoy. La propuesta se impuso con 180 votos a favor, 169 en contra y una abstención.
La caída del gobierno de Rajoy es un salto en la crisis del régimen político español. A continuación dejamos el artículo de la Correspondencia Internacional Nº41, finalizado días antes de la caída que profundiza sobre los ejes que explican la crisis del gobierno y del régimen del Estado Español.
Estado Español: crisis del Régimen del 78
Por: Rosario Dem, Lucha Internacionalista/sección de la UIT-CI (Artículo de la Correspondencia Internacional nº 41, Mayo-Agosto 2018)
El Estado Español, con el Gobierno de Mariano Rajoy del Partido Popular (PP) a la cabeza, está impulsando un recorte generalizado de derechos y libertades, la imposición de un pensamiento único y controlado desde el poder, y el regreso del viejo franquismo. Esta escalada represiva se produce en el marco de la continuidad de la crisis económica y de los planes de ajuste y privatizaciones.
Así lo demuestra no solo la situación a Catalunya sino también la sentencia contra el rapero mallorquín Valtonyc por sus letras contra la corona o la represión contra los vecinos de Murcia que luchan contra el muro montado por las obras del AVE.
A pesar de que el discurso de Rajoy es que «España va bien» en economía, los problemas se le amontonan. Los presupuestos del Estado continúan ahogados por la deuda pública en un año en que el BCE recorta la compra de bonos. El Gobierno presentaba en octubre en Bruselas nuevos recortes en los presupuestos: educación bajaba al 3’8% del PIB, mientras sanidad lo hacía al 5’8%. Mínimos históricos. Y las pensiones siguen amenazadas y con la caja de reserva vacía.
La resolución de los casos judiciales sobre corrupción son otro factor que vuelve a desacreditar y debilitar el Gobierno del PP este 2018, como el caso Gurtel alrededor del financiamiento ilegal en las Comunidades de Madrid y Valencia o los escándalos que han obligado a dimitir a la ex Presidenta de la Comunidad de Madrid Cristina Cifuentes.
La política represiva impulsada por el Gobierno del PP con apoyo de Ciudadanos y el PSOE, está al servicio de dar un mensaje disciplinador contra quien se atreva a cuestionar el orden establecido. Por supuesto, cuenta con el apoyo del conjunto de las instituciones del Régimen, comenzando por la Monarquía y por el aparato judicial y represivo del Estado. Todas instituciones herederas del franquismo y que en momentos de crisis y cuestionamiento muestran su verdadera cara reaccionaria. Tras el gran nacionalismo español vive la extrema derecha, que se envalentona en el marco de la oleada represiva y cuenta con la cobertura de impunidad que le otorga el Régimen. Así se ha visto en diversas manifestaciones en Barcelona o en el País Valenciano y se corrobora con el caso de Emilio Hellin, asesino de nuestra compañera Yolanda Gonzalez durante la transición, que continuó trabajando para el aparato del Estado.
La respuesta en las calles se ha hecho sentir. Así lo demuestra la lucha de los y las pensionistas en todo el Estado que han protagonizado importantes jornadas de movilización contra el miserable aumento de pensiones y reivindicando un sistema público de pensiones dignas. Esta lucha pone de relieve también la situación de la clase trabajadora, que mayoritariamente, por los efectos de las diferentes Reformas Laborales, sufre la precarización laboral y los despidos. Ejemplo es la lucha de los trabajadores del Aeropuerto por mejora en las condiciones laborales, las trabajadoras de Pontevedra por la igualdad salarial, de Amazon contra la precariedad o de Titanlux, que con la huelga indefinida van a conseguir frenar los despidos. El movimiento de mujeres viene teniendo también un rol muy importante, con manifestaciones masivas contra la violencia, como ha pasado a partir de la vergonzosa sentencia contra La Manada, y que protagonizó una histórica jornada de huelga genera el pasado 8M, denunciando que la precarización tiene rostro de mujer y la alianza criminal entre el patriarcado y el capitalismo. Y en Catalunya, el intento de cerrar la crisis con la convocatoria a las elecciones del 21D no sirvió (con una caída electoral histórico contra el PP que sólo consiguió 4 diputados), la lucha del pueblo catalán continúa y crece el cuestionamiento en el resto del Estado.
Hace falta una dirección alternativa
La expectativa con Podemos continúa esfumándose y cada vez más rápido. Sacudido por las batallas internas y cada vez más alejado de las bases. Nunca levantó la bandera de la República y ahora acusa al independentismo catalán de favorecer la recomposición de la derecha y de «despertar al fascismo». Defendía –decía- el derecho a decidir, pero sólo ve problemas cuando se ejerce. Era Podemos quién había y podía haber levantado un movimiento en todo el Estado para parar la represión y no lo ha hecho. Esta es una grave responsabilidad. Como el PSOE y el PCE durante la transición, hoy se sitúan como «pata izquierda» para sostener al régimen.
Los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, juegan un rol similar desde el ámbito sindical. Así se ha visto durante las jornadas de huelga general en Catalunya, la huelga feminista del 8 de marzo, o en la lucha de los pensionistas. Todas luchas que escaparon a su control y los obligaron a realizar diferentes maniobras con convocatorias tibias. Aún así, hubo un desbordamiento y toda serie de críticas desde las bases, que ponen en jaque el monopolio histórico de estos sindicatos. Es responsabilidad del sindicalismo combativo postularse como alternativa y canalizar la grieta abierta de la mano de la democracia obrera y un plan de acción y movilización contra los recortes y la represión.
Hace falta postular una alternativa política rupturista y de izquierda en todo el Estado. Que combine la conquista de derechos fundamentales como salario, educación, salud, y vivienda, con la necesidad de ruptura con el Estado monárquico y la Europa del capital.