Por: Mariana Morena
Francisco provocó una nueva ola de indignación al comparar al aborto con «contratar un sicario para resolver un problema». Mientras tanto, sigue guardando silencio sobre el abuso de menores cometido por sacerdotes encubiertos por los obispos, sin tomar medidas de fondo. La falsa moral de la Iglesia Católica al rojo vivo.
El Papa sabe que el movimiento de mujeres avanza por todos sus derechos y contra el responsable de las violencias machistas: el sistema capitalista imperialista patriarcal, del cual la Iglesia Católica es socia. Por eso, redobla esfuerzos frente a la #olaverde que viene provocando tsunamis en todo el mundo, como sucedió en Irlanda, donde la mayoría votó por la derogación de la octava enmienda constitucional rehabilitando el derecho a abortar; o en la Argentina, donde millones de mujeres protagonizaron masivas movilizaciones por el aborto legal, logrando visibilizar la legitimidad del reclamo más allá de que el proyecto fue bajado por los senadores socios de las iglesias.
El martes pasado, desde su palco en la Plaza San Pedro, el Papa se refirió al quinto mandamiento bíblico («no matarás»), apuntando contra las mujeres que abortan por el crimen de «eliminar a otra persona». Ya lo hizo en otras oportunidades, como cuando se cargó a los hombros la campaña antiaborto en la Argentina y salió a comparar a las mujeres con los nazis, «pero con guantes blancos». Ahora sentenció: «Eliminar a un ser humano es como contratar a un sicario para resolver un problema», y siguió insistiendo en culparlas hasta en el caso de abortos terapéuticos, cuando está en riesgo la vida de la madre y/o hay en curso malformaciones fetales: «Un niño enfermo, como cualquier persona necesitada y vulnerable, más que un problema es un don de Dios».
Pese a la campaña mediática por presentarlo como «Papa progresista», lavándole su conservadorismo y hasta su complicidad con la dictadura militar, Francisco mantiene su firme posición reaccionaria contra el aborto desde que asumió en 2013, como declaró en el primer documento de su pontificado: «No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana». Haciendo gala de un cinismo a prueba de balas, nada dice del hecho irrefutable de que millones de mujeres abortan cada año, solo que mueren las que no tienen garantizado un procedimiento seguro. Globalmente, se estima que se practican 56 millones de abortos por año (25% del total de embarazos del período 2010-2014), 45% de los cuales (unos 25 millones) se realizaron en condiciones inseguras, y de estos, 97% en países del Tercer Mundo. (Fuente: Organización Mundial de la Salud e Instituto Guttmacher de Nueva York).
Prohíben el aborto los curas abusadores de menores
De lo que tampoco habla Francisco es de los casos de pedofilia por parte de curas católicos que salen a la luz periódicamente, la mayoría tras décadas de encubrimiento de la jerarquía eclesial, profundizando una crisis sin precedentes para la Iglesia y una masiva pérdida de feligreses. Como resultado, solo durante este año, ocurrieron la caída de la cúpula entera de la Iglesia chilena por el caso del cura Karadima, protegido por el obispo Barros; el informe de la Iglesia alemana confirmando 3.677 casos de pedofilia en los últimos 70 años, y la renuncia del arzobispo de Washington, Wuerl, por el escándalo de abusos de 300 clérigos a más mil menores de edad revelado por la Fiscalía de Pensilvania (EE.UU.). «El diablo está vivo, goza de buena salud y está haciendo horas extras para erosionar a la Iglesia Católica», fue la provocadora explicación que dio el Papa la semana pasada en una conferencia, pidiendo que los católicos recen. De entregarlos a la Justicia junto con sus archivos secretos sobre décadas de abusos sexuales encubiertos, ni una palabra.
Las mujeres estamos hartas de la doble moral de la institución más reaccionaria de la historia, pilar de la opresión del patriarcado sobre nuestros cuerpos, así como se opone al disfrute libre y responsable de la sexualidad y a todo avance para la calidad de vida de millones. Por eso, desde Izquierda Socialista e Isadora vamos a seguir impulsando con fuerza la lucha por el aborto legal, por una educación sexual integral y científica con perspectiva de género, y la campaña nacional por la separación de la Iglesia del Estado, exigiendo que vaya para los presupuestos de educación y mujer la plata que hoy se destina a los usureros del FMI y a subsidiar a las escuelas privadas.