Las elecciones de medio término en los Estados Unidos marcaron un golpe político al gobierno reaccionario de Trump. Los republicanos perdieron la mayoría en la cámara de representantes, dónde los demócratas canalizaron la bronca contra Trump. Se produjo un voto castigo de sectores sociales hacia su discurso de odio, machista, misógino y racista en medio de la crisis que atraviesa la región por la caravana migrante. El gobierno queda debilitado y se profundiza la crisis de dominación imperialista norteamericana en un contexto internacional de roces interburgueses con China y la Unión Europea, mientras el capitalismo no logra superar la crisis económica mundial.
Por: Mercedes Beauvoir, de Izquierda Socialista/UIT-CI
El pasado martes los resultados de las elecciones de medio término de EEUU fueron un verdadero plebiscito de los dos años de gobierno de Trump. Los demócratas se quedaron con la mayoría de la cámara de diputados y los republicanos mantuvieron la de Senadores. Al final la votación, Trump dijo en las redes sociales que fue «un éxito tremendo esta noche ¡Gracias a todos!», y recibió el saludo del neofacista Salvini de la Liga del Norte de Italia. Pero los republicanos no tienen nada para festejar. Perdieron las gobernaciones de Kansas, Wisconsin y Michigan, que fueron tres estados claves en su victoria de 2016.
Si bien el voto no es obligatorio en los Estados Unidos y la elección se realiza un día hábil, la votación fue la más grande en el país de los últimos años y terminó con un traspié para Trump que perdió un sector del electorado que votó por él en el 2016, sobre todo entre los trabajadores de las industrias y los suburbios. Esto se explica por una combinación entre las amenazas de atacar el endeble sistema de salud Medicare junto con una economía que no logra repuntar. Asimismo, la exacerbación de su discurso de ultraderecha y racista hacia los migrantes junto con el envío de tropas hacia la frontera, se expresó en que el 69% de los latinos votó por los demócratas, número que llega al 90% entre las comunidades afroamericanas.
En el plano internacional, el impacto de este resultado será equivalente al nivel de referéndum de su gestión. En otras palabras, aparece una debilidad relativa pero concreta como jefe del imperialismo mundial. Todo esto, podría tener repercusiones en el marco de la «guerra económica» con China y como se resolverá la caravana migrante. Pero, sobre todo, es un llamado de atención al reaccionario y neofacista de Bolsonaro, quién asumirá el gobierno de Brasil e intentará imponer un plan de mayor explotación a las masas y recortes de las libertades democráticas, pero que deberá enfrentar la resistencia del movimiento #EleÑao y de los trabajadores y sectores populares.
El proyecto reaccionario de Trump queda debilitado
Desde que asumió Trump el gobierno de los Estados Unidos se abrieron importantes debates en la izquierda a nivel mundial sobre si su triunfo electoral era parte de una «ola conservadora» y si hay en el mundo un giro a la derecha de las masas. Interrogantes que surgieron de la victoria electoral de un ultraderechista en el gobierno nada más y nada menos que de Estados Unidos. Evidentemente, en un país con una baja movilización social, los republicanos tienen una base social de derecha, un voto del hombre blanco, tradicional y reaccionario. Pero muchos de los que votaron a Trump lo hicieron con fuertes contradicciones y por el fracaso de los 8 años de gobierno de Obama. No olvidemos que Obama frente a la crisis de 2008, realizó un claro salvataje de bancos y grandes empresas, en detrimento de las necesidades de las masas.
Pero Trump asumió siendo el presidente más impopular de Norteamérica y en el medio de las históricas movilizaciones del movimiento de mujeres. En la primera convocatoria de 2017 conocida como la Woman´s March´s, miles de personas salieron en las principales ciudades del país contra la política machista, misógina y racista de Trump. Al año siguiente, la convocatoria se repitió e incorporó la denuncia a los intentos de recortes en la salud pública y las amenazas de avanzar contra el derecho al aborto. Y meses atrás el movimiento de mujeres volvió a salir a las calles contra la política migratoria de Trump de separación de las familias.
En estas elecciones legislativas, Trump perdió el voto popular por un amplio margen de más del 8% a nivel nacional. Perdió en los sectores industriales, en los suburbios y en las grandes ciudades. Perdió entre los jóvenes y las mujeres. La división del voto entre republicanos y demócratas muestra la polarización social: mientras el voto conservador del sur, del hombre blanco y los sectores rurales fue al partido de Trump, la exaltación de su discurso reaccionario hizo reorientar el voto tradicional republicano de las clases medias de los suburbios y las mujeres blancas. El voto demócrata canalizó una mirada progresiva sobre las perspectivas en el país: fue un voto contra los recortes en la salud pública, contra los ataques a las mujeres y las identidades disidentes, los migrantes y la diversidad cultural.
Hay un espacio para una izquierda independiente
Lo más llamativo de estas elecciones fue el lugar de las mujeres, las identidades disidentes y los migrantes. Las elecciones de medio término no solo tuvieron récord en la cantidad de mujeres candidatas, sino que por primera vez se eligen representantes musulmanas y de pueblos originarios. Jared Polis será el primer gobernador abiertamente gay del país por el estado de Colorado; Rashida Tlaib en Michigan será la primera musulmana diputada. Y se destaca la elección de Alexandria Ocasio-Cortez de Nueva York, de origen portorriqueño que con 29 años será la mujer más joven en entrar al Congreso y que se reivindicaba «socialista». Este voto refleja un ala más a la izquierda del partido demócrata, que en la elección presidencial se reflejaba con la candidatura de Bernie Sanders. Este voto a «izquierda» muestra que sigue existiendo un espacio para construir una alternativa de izquierda independiente a los dos partidos imperialistas (republicanos y demócratas) que se alternan en el poder. Ante la negativa de Sanders de dar ese paso debe ser la nueva vanguardia y los grupos de izquierdas y socialistas, los que debería tomar esa tarea.
En conclusión, este resultado plantea un límite al discurso racista, xenófobo y antiinmigración de Trump. La disputa entre los republicanos y demócratas tendrá nuevos capítulos en el Congreso. Pero lo más importante es que la elección marcó un golpe político para Trump, aunque no significa la debacle del gobierno, pero si un voto critico que se canaliza a través de los demócratas y expresa un movimiento de oposición a este proyecto ultrarreaccionario. Se agudiza así la crisis del gobierno de Trump y del imperialismo norteamericano.