Por: Gabriel Massa
La llegada a la presidencia mexicana de Andrés Manuel López Obrador (conocido por sus iniciales, AMLO) ha sido presentada por la prensa mundial como un «giro a la izquierda» en la política de ese país. Los medios denominados «progresistas» escriben largas editoriales, o lo muestran en su ceremonia de asunción con los pueblos originarios.
Buscan de esa manera revitalizar a la ya muy golpeada ola «chavista» del «socialismo del siglo XXI», «nacional y popular» o de los llamados gobiernos progresistas, varios de los cuales ya no gobiernan, repudiados por votos castigo a sus políticas antipopulares, o aplican el ajuste en sus propios países en medio de la más feroz represión, como los casos de Ortega en Nicaragua, o Maduro en Venezuela. El propio AMLO invitó a su asunción al mismísimo dictador Nicolás Maduro, que tuvo que escuchar fuertes repudios a su presencia.
¿Se trata de un nuevo gobierno que, así sea tímidamente, va a iniciar una política independiente del imperialismo yanqui y a favor de las clases populares? La realidad es otra.
Así lo expresa el artículo «AMLO impone continuidad e impunidad», publicado en la edición 410, noviembre-diciembre de 2018, de El Socialista, periódico de nuestra organización hermana mexicana, el Movimiento al Socialismo (MAS), miembro de la Unidad Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI), algunos de cuyos párrafos reproducimos a continuación:
«A pocos días de asumir la presidencia de México, López Obrador (AMLO) ha dado una muestra más de continuidad a las medidas y políticas neoliberales que más afectan a nuestra nación, pues además de no modificar las contrarreformas impuestas por Peña Nieto a favor de los grandes capitales, salvo la educativa, decidió frenar los cambios […]
Nuestra soberanía nacional fue tremendamente lesionada con la reforma energética, al ser un país productor de petróleo, permitiendo la apropiación de su explotación a las grandes transnacionales. Además ha decidido aceptar alegremente a un grupo de «consejeros» de la oligarquía mexicana, encabezados por Salinas Pliego. […]
Y en forma aparentemente contradictoria, decidió cancelar el nuevo aeropuerto internacional en Texcoco, apoyándose en una consulta nacional sumamente cuestionada por sus enormes limitaciones. Pero en realidad lo fundamental fue la negociación alcanzada con el multimillonario Carlos Slim, quien declaró que no veía problema en invertir en el aeropuerto en Santa Lucía, como propuso López Obrador. […] Al tomar esa decisión, prometió no afectar a ninguna de las empresas que venían construyendo en Texcoco y negociar con ellas para extender sus contratos en Santa Lucía. Es la misma fórmula: tranquilizar a las grandes empresas capitalistas, nacionales y transnacionales, garantizándoles continuar con los grandes negocios. Y ya está por arrancar otro jugoso negocio para las constructoras y transnacionales: el Tren Maya, donde repetirá en pocos días una nueva «consulta» con ese y otros temas. […]
Mientras tanto la clase trabajadora tendramos que seguir sobreviviendo con salarios de miseria, controlados por sindicatos charros (burocráticos) o directamente por Contratos de Protección Patronal, pues el gobierno de AMLO no eliminará la contrarreforma laboral del 2012. […]
Como bien señalan nuestros compañeros del MAS, ante la nueva presidencia de AMLO, lo que se requiere es reorganizar a la clase trabajadora, sobre nuevas bases, realmente democráticas, clasistas, independientes del gobierno y combativas. Para ello, dicen correctamente nuestros compañeros, «es urgente la construcción de una verdadera alternativa política de izquierda, socialista y revolucionaria, en la que estamos empeñados, para que se proponga cambiar de raíz este país para terminar realmente con la enorme desigualdad y la explotación capitalista».