Por: Mercedes Trimarchi, Dirigente de Isadora y diputada provincial electa por Izquierda Socialista/FIT
El 11 de diciembre la organización Actrices Argentinas que nuclea a más de 500 trabajadoras de teatro, cine y televisión convocó a una conferencia de prensa en la que se hizo público un secreto a voces en el medio. La actriz Thelma Fardín relató en vivo que en el año 2009, cuando ella tenía 16 años y se encontraba de gira en Nicaragua, fue violada por el actor Juan Darthés, que por entonces tenía 45 años y era el adulto responsable del grupo.
La gira se dio en el marco del éxito que fue la tira «Patito feo» producida por Ideas del Sur y distribuida por Televisa.
La actriz, gracias al apoyo de sus compañeras, pudo relatar la cruda experiencia e informó que ya hizo la denuncia correspondiente en Nicaragua. Señaló que se animó a contarlo luego de muchos años, tras la denuncia pública sobre el actor que hicieron otras actrices por acoso, como la de Calu Rivero. Con el acompañamiento de la organización de las actrices que se consolidó durante este año al calor de la lucha por la legalización del aborto, Fardín pudo hacer la denuncia penal y participar de la conferencia de prensa en la que se mostró el video en el que ella misma relata cómo sucedieron los hechos.
En nuestro país, como antes sucedió en Estados Unidos con el #MeToo (Yo También), las actrices ponen en palabras lo que es una práctica patriarcal naturalizada: el sometimiento a todo tipo de situaciones de abuso, acoso y hasta violación que sufren las trabajadoras de la cultura por parte de productores, directores y hasta de quienes debían ser sus colegas actores varones.
La carta de Actrices Argentinas lo dice muy claramente: «El precio que nos ha sido impuesto a la hora de desarrollarnos profesionalmente ha sido el de callar y someternos. Según una encuesta reciente de SAGAI, el 66 por ciento de les intérpretes afirmó haber sido víctima de algún tipo de acoso y/o abuso sexual en el ejercicio de la profesión. Se parece más a una norma que a una excepción. Porque, ¿a quién vamos a denunciar? ¿Al jefe de casting? ¿Al dueño de la productora? ¿Al director de la obra o película? ¿Al maestro de teatro? Es sabido que éste es un fenómeno que ha sacudido internacionalmente a la industria del espectáculo y es funcional a ella. Hoy decimos Basta. Escúchennos: el tiempo de la impunidad para los abusadores debe terminar.
Las actrices somos ignoradas al denunciar y exponer los abusos. Se duda sistemáticamente de nuestras voces, de nuestros testimonios. En nuestro ámbito laboral se nos aísla frente a vivencias traumáticas que están naturalizadas, que llevan a veces años identificar y poner en palabras. Mientras tanto, el abusador habla, actúa y trabaja con total impunidad y pretende hacer a la víctima responsable de su propio abuso.
En nuestro medio, la opresión y cosificación son moneda corriente. Se erotiza y sobreexpone a niñes y adolescentes en la industria del entretenimiento. Estamos casi siempre desprotegidas por quienes nos contratan. Por ejemplo, se envía a menores de edad de gira sin tutelaje suficiente y adecuado. En nuestro medio no hay protocolos de acción frente a casos de abuso, y la lista podría seguir, es inmensa.
Necesitamos herramientas para enfrentar estas cuestiones que además se ven agudizadas por la precariedad laboral y la falta de trabajo. Contra todas esas formas de violencia y para que esto cambie, nos ponemos a trabajar desde hoy para dar esa batalla».
Con el lema #MiráCómoNosPonemos, las actrices convocaron a enfrentar colectivamente las situaciones de violencia sexual. De hecho, el hashtag surge parafraseando al propio Darthés, quien le dijo a la víctima «mirá cómo me pones», obligándola a tocarle la erección. De esta manera, el victimario la responsabiliza a ella, como parte de la cultura de la violación, que lo que hace es poner a las mujeres como «responsables» de las violaciones y, a la vez, naturaliza y legitima que su lugar es el de objetos sexuales para consumo del varón.
La denuncia colectiva de las actrices fue un acontecimiento sin precedentes que nunca se había dado en el medio artístico argentino. Esta demuestra, una vez más, que estamos en tiempos de una nueva oleada de luchas del movimiento de mujeres que va contra la violencia machista, que reclama el derecho a decidir sobre el propio cuerpo y en la que se rompe el silencio. Desde Isadora e Izquierda Socialista nos solidarizamos con Thelma Fardín y junto al movimiento de mujeres decimos basta de maltratos, abusos y violaciones.