La medida convocada por la CGT fue masiva. Quedó flotando en millones de trabajadores la pregunta de cómo la seguimos. El sindicalismo combativo y la izquierda tienen una respuesta clarísima: otro paro, ahora de 36 horas con movilización, y un plan de lucha para derrotar el ajuste.
Escribe Edgardo Reynoso Cuerpo de delegados del ferrocarril Sarmiento
Otra vez la clase trabajadora dio una señal contundente de su bronca y ganas de pelear. Se trató de un auténtico parazo. Se le propinó un fuerte golpe al gobierno y su ajuste. Es que sobraban motivos para parar: salarios y jubilaciones pulverizados por la inflación, 200.000 puestos de trabajo perdidos, una pobreza que crece a pasos agigantados, los tarifazos y un largo etcétera.
El gobierno de Cambiemos intentó responder con argumentos ridículos. Patricia Bullrich dijo que “estamos hartos de los paros”. Le respondemos a la ministra de todo lo que nosotros estamos hartos: de las subas de artículos de primera necesidad dos veces por mes, de las bicicletas financieras al servicio de las superganancias de los bancos. Difícilmente algún trabajador se solidarice con el hartazgo de la Bullrich.
Muchos periodistas de medios afines al gobierno lanzaron la pregunta de si el paro “sirve para algo”. Acá somos contundentes, por supuesto que sí. Es la principal herramienta que tenemos los trabajadores para enfrentar el ajuste. Es lo que permite mostrar la fuerza de conjunto de la clase trabajadora, uniendo y dándole una cierta coordinación a las muchas luchas que, de otra forma, se terminan dando en forma aislada. La contundencia de cada uno de los paros generales demuestra que, incluso más allá de las direcciones convocantes, se puede derrotar el ajuste. Si los cuatro paros generales anteriores no lograron torcer el ritmo y la dirección del ajuste del gobierno de Macri, no se debió al método de lucha, sino al rol traidor de las direcciones, en particular de la cúpula de la CGT. Fueron ellos los que, durante los tres años y medio que lleva el gobierno de Cambiemos, le fueron dando tregua tras tregua. Ellos, junto con la oposición patronal peronista que, por medio de sus diputados y senadores, les garantizaron al gobierno con su voto las leyes que necesitaba para hacer pasar el ajuste, tal el caso del pago a los fondos buitres, la rebaja jubilatoria votada a fines de 2017, o el presupuesto hecho a medida del FMI en octubre de 2018. La propia burocracia sindical y las distintas variantes del peronismo son los culpables, entonces, de que Macri haya llegado hasta acá con el conjunto del ajuste.
Este paro, llamado a regañadientes por la dirección de la CGT, después de una larguísima tregua desde septiembre pasado, que incluyó frases del tipo “no vemos motivos para realizar un paro”, una vez convocado fue acatado masivamente por los trabajadores. Millones pararon“a pesar” de sus directivas burocráticas y sin ninguna confianza en ellas. Lo que primó fueron la bronca y las ganas de golpear al gobierno y mostrar la oposición al ajuste. Lamentablemente, en las conferencias de prensa de balance del paro, Daer y Acuña no hicieron el más mínimo comentario de cómo hay que seguir la lucha contra el ajuste. Moyano y la Corriente Federal, por su parte, le dieron a la suya un tono electoral con la presencia en la mesa del intendente de Merlo Gustavo Menéndez. Nada de plantear algún tipo de continuidad en la lucha contra el ajuste. Todo enfocado para votar al peronismo contra Macri en octubre. Es que cada uno de los distintos burócratas apunta ahora a ver cómo se acomoda dentro de las distintas variantes del peronismo de cara a las elecciones.
Tal como dijimos en los paros generales anteriores, desde el sindicalismo combativo y la izquierda afirmamos que el paro sirvió para pegarle al gobierno, para mostrar las ganas de pelear, para reafirmar la bronca. Pero es necesario que se le de continuidad para lograr romper la tregua que, una y otra vez, vuelven a imponer las distintas conducciones burocráticas. Tenemos que realizar asambleas ahí donde sea posible y sacar pronunciamientos de los cuerpos de delegados. Para arrancarle a la conducción de la CGT y de las CTA que hay que seguir la pelea con otro paro, ahora de 36 horas y con movilización, y lanzar un plan de lucha para derrotar el ajuste. Porque para pelear contra el ajuste no podemos depositar expectativas en estos dirigentes sindicales y en sus partidos patronales. Al programa del ajuste los trabajadores le tienen que oponer su propio programa, obrero y popular, ese es el que propone la izquierda.