Por Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI
En las recientes elecciones griegas fue derrotado Alexis Tsipras, del partido Syriza (que significa “Coalición de Izquierda Radical”). Fue repudiado por el pueblo por aplicar el plan del FMI que causó un desastre social sin precedentes desde la segunda guerra mundial. Ganó una alta abstención y la derecha conservadora del partido Nueva Democracia. Otra debacle de los gobiernos de la falsa izquierda como ocurrió con Lula-Dilma-PT en Brasil o Maduro y el chavismo en Venezuela.
El pueblo trabajador griego castigó electoralmente a Syriza. Lamentablemente Syriza, como lo hicieron los gobiernos latinoamericanos llamados del “socialismo del siglo XXI”, en especial el chavismo, gobernó con y para la burguesía.
La inmensa resistencia popular, con huelgas generales incluidas, llevaron al gobierno en enero del 2015 a la coalición de izquierda Syriza (significa “Coalición de Izquierda Radical”), que ganó su popularidad repudiando el ajuste de la troyka (FMI, Unión Europea y Banco Central Europeo). Pero rápidamente pactó con un pequeño partido de derecha nacionalista llamado Griegos Independientes. Los integró al gabinete otorgándoles el ministro de Defensa.
A partir de allí volvieron a plantear la vieja utopía reformista de que la “solución” pasa por “renegociar” acuerdos con los empresarios y el FMI. Nuestra corriente denunció hacia donde iba Syriza: “Sin una ruptura con la Troika, la UE y con los pagos de la deuda, no habrá solución para los trabajadores y la juventud de Grecia. (…) No hay espacios para las medidas tintas (…) En ese sentido no podemos dejar de señalar que es no sería el camino que asumirá el nuevo gobierno de Syriza” (Declaración de la UIT-CI, 27/1/15*).
Lamentablemente sectores de la izquierda que se reclaman anticapitalista apoyaron al gobierno de Syriza y abrieron expectativas de un cambio. Entre ellos sectores del trotskismo europeo y latinoamericano como, entre otros, el ex Secretariado Unificado mandelista o sectores del PSOL de Brasil.
Desde el 2010 Grecia vivía un durísimo ajuste económico impuesto por el FMIpara que Grecia pagara la deuda. Una deuda que jamás benefició al pueblo griego sino a los grandes capitalistas y banqueros, tanto griegos como alemanes y de otros países imperialistas. El brutal ajuste creó una catástrofe humanitaria imponiendo los supuestos «rescates» sumando más y más deuda, para luego imponer condiciones de hambre y saqueo al pueblo. La desocupación llegó al 27 % y las bajas salariales, jubilaciones y presupuestos sociales superaron en muchos casos el 40%, el PBI cayó el 25%.
El pueblo votó NO con 62% y la traición de Syriza
Ante la gran presión popular, el gobierno de Syriza llamó a un referéndum, realizado el 5 de julio del 2015 (6 meses después de asumir el gobierno), preguntando al pueblo si se aplicaba o no el plan del FMI. Los medios de comunicación, y el propio FMI y la Unión Europea chantajearon al pueblo, diciendo que si se votaba NO venía el desastre y la expulsión de la Unión Europea. Pese a esta enorme campaña, el pueblo votó NO en un histórico 62%.
“Esa noche, mientras nuestra gente estaba en las calles para celebrar su gran victoria… Tan pronto como entré en la oficina de Alexis Tsipras, me dijo que había decidido ignorar el No del Pueblo y unirse a Nueva Democracia para que el Parlamento pudiera adoptar el proyecto de Ley por el que Grecia se rendía, una vez más, a la troika. Como no pude disuadirlo, renuncié a mi puesto de Ministro de Finanzas” (reciente artículo de Yannis Varoufakis, que se fue de Syriza y fundó otro partido de centroizquierda).
El resultado fue que aumentó el desastre social. Con medio millón de migrantes, la gran mayoría jóvenes profesionales (en un país de menos de 11 millones de habitantes), se sigue desangrando el futuro griego. La deuda externa lejos de bajar creció hasta 200 mil millones de dólares, un 180% del PBI.
El triunfo relativo de la vieja derecha
La derecha conservadora de Nueva Democracia se impuso con un 39,85% de los votos válidos. Obtiene mayoría absoluta en el Parlamento porque en Grecia hay un “premio” de 50 diputados al partido más votado. Sin embargo, no la tendrá fácil para imponer su programa de destrucción de derechos laborales y aumentar la austeridad, privatizar las jubilaciones y la salud pública.
No todo fue voto a la derecha, como tratan destacan los medios de comunicación. Hubo un 44% de abstención, en un país de voto obligatorio. Los neonazis de Amanecer Dorado se derrumbaron y quedaron fuera del parlamento, en gran medida por la movilización contra ellos de grupos juveniles y de mujeres. Syriza logró 31,53% de los votos válidos, y la mayoría de los votos que perdió, más que a la derecha, se fueron a la abstención o a su izquierda, con dos divisiones importantes por izquierda, el ex ministro Varoufakis que obtuvo el 3,5% con su partido Mera 25, y Rumbo a la Libertad 1,5%. Mientras que el antiguo PC stalinista KKE, mantiene su 5%, con gran sectarismo burocrático. Las corrientes anticapitalistas opositoras a Syriza como Antarsya (0,41%) y DEA (que es parte de Unidad Popular que obtuvo el 0,28%) no han logrado articular un frente de izquierda común.
Es muy posible que el pueblo trabajador griego retome la movilización para derrotar el brutal ajuste. La importante votación a la izquierda de Syriza, así como parte de la abstención (que fue fundamentalmente juvenil y en parte de corrientes anarquistas), indican que hay una base para recomponer la izquierda, con un frente de izquierda de lucha con un programa de total ruptura con el FMI, no pago de la deuda, unidad en la lucha con trabajadores de Europa y por un gobierno de las organizaciones de los trabajadores.
*ver Correspondencia Internacional Nº 36. marzo 2015. www.uit-ci.org