En la tarde del 19 de agosto, varias ciudades brasileñas en el sur y sureste vieron que el cielo se oscurecía repentinamente. En la avenida Paulista, considerada el corazón de la metrópoli más grande del país, la ceniza de plomo cubrió el cielo a las 3 de la tarde, asustando a todos.
El fenómeno se explica, no sólo por la llegada del frente frío a la región a medida que se ha ido extendiendo, sino también por la combinación de las nubes cargadas de humo causadas por los incendios que forman un inmenso corredor de fuego y humo que va de Rondônia a Mato Grosso do Sul, destruyendo bosques y manantiales, matando animales, expulsando a las poblaciones tradicionales de sus tierras, cerrando aeropuertos e incrementando, de forma dramática, la concentración de monóxido de carbono, un gas tóxico y fatal.
La mayor ola de incendios de los últimos años
El ICMBio divulgó datos que muestran que los incendios que contribuyeron al oscurecimiento de los cielos del sureste ayer por la tarde, alcanzaron el 10% del parque nacional de la Chapada dos Guimarães (MT) y ya se han extendido a la triple frontera entre Brasil, Paraguay y Bolivia, que comienza en el Pantanal y termina en la Amazonia, dos biomas de importancia fundamental para el país.
Según datos satelitales del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), Rondônia es el quinto estado del país con más incendios este año: (5.533). En los primeros lugares se encuentran Mato Grosso (13.682); Pará (9.487); Amazonas (7.003); y Tocantins (5.751). Un aumento de aproximadamente el 82%, con un aumento de la tasa de incendios en comparación con el año pasado y superando la marca récord de 2013.
Los culpables son los ruralistas y el gobierno de Bolsonaro
Bolsonaro sigue sus promesas de campaña: «relajar» las reglas de preservación y protección del medio ambiente y las reservas indígenas, hacer recortes presupuestarios, perseguir y despedir a empleados y especialistas (como el presidente del INPE despedido a principios de este mes) y «reestructurar» importantes organismos como el ICMBio y el IBAMA, con recortes presupuestarios en marzo de R$ 5,4 millones del ICMBio para la inspección y la lucha contra incendios y reducción del 50% del presupuesto del IBAMA para PrevFogo.
Al dar amnistía a las multas ambientales, perseguir y despedir a quienes se oponen a ella (sin importar cuánto demuestren científicamente de lo que están hablando) y al hacer afirmaciones locas, como cuando dijo que sólo los veganos que comen verduras se preocupan por el medio ambiente, que la población debería comer menos para hacer menos popó o que se autodefina como «capitán motosierra», Bolsonaro da carta blanca para que ocurran todo tipo de crímenes contra el medio ambiente, como fue el caso del «día del fuego» promovido por ganaderos del suroeste de Pará y de otras regiones, que prendieron fuego a la selva para «mostrarle al presidente que quieren trabajar».
«Fondo Amazonas» – Por un fondo estatal
Ola Elvestuen, Ministro de Clima y Medio Ambiente de Noruega, anunció el 15 de agosto que su país suspendería las transferencias al «Fondo Amazonas». El fondo ya ha recibido más de 3.400 millones de reales en donaciones, siendo la principal fuente nacional de financiación de las políticas de lucha contra la deforestación y la preservación del bioma y ha destinado 12 millones de reales en 3 años al estado de Mato Grosso para combatir los incendios. Noruega es el mayor financista del fondo y, al igual que Alemania, amenazó con suspender las transferencias después de que Bolsonaro extinguiera el Comité de Orientación (Cofa) y el Comité Técnico del Fondo Amazónico (CTFA) sin antes haber firmado un acuerdo con los mayores financistas del fondo.
Pero también debemos recordar que Noruega es accionista de 1/3 de la empresa minera Hydro, la empresa minera responsable de la fuga de la presa de relaves de la extracción de bauxita para la producción de aluminio en Barcarena en 2018. Típico del modelo capitalista de explotación que intenta transmitir una imagen de «responsable» y «ecológicamente correcto». Nada más falso.
El gobierno brasileño debe destinar sus propios recursos a la creación de un fondo estatal para la conservación y preservación de la Amazonía y de todos los biomas del país, combatir la deforestación y asegurar la preservación de especies de fauna y flora porque sabemos que están interconectadas y son dependientes. Para ello, el gobierno debe utilizar los recursos de las multas de las empresas contaminantes, así como la nacionalización de criminales como Vale e Hydro, y suspender el pago de la deuda pública que alimenta los bolsillos de los bancos que financian estos negocios capitalistas contaminantes.
20/8/19
CST-PSOL sección brasileña de la UIT-CI