Por Miguel Sorans, dirigente de Izquierda Socialista, de Argentina, y de la UIT-CI. 14 de febrero 2020
La epidemia del coronavirus, que tiene su epicentro en China, es un gran impacto mundial por su gravedad en pérdidas de vida. Pero también por las consecuencias económicas que tendrá para las masas del mundo. China está semiparalizada. Se verá afectado el comercio mundial y habrá una nueva caída de la producción.
Las multinacionales van a querer hacer pagar ese costo a los pueblos del mundo. También la crisis del coronavirus muestra la realidad social de China y de la dictadura del Partido Comunista (PC) chino. El régimen censuró las primeras advertencias de un médico y lo acusó de “perturbar severamente el orden social”. Semanas después moría infectado por el virus. Esto demoró la respuesta a la epidemia. Ni el capitalismo chino ni el sistema capitalista-imperialista mundial garantizan una respuesta adecuada a esta crisis humanitaria que está afectando a millones.
En este mes se hizo público que la epidemia del coronavirus comenzó en la ciudad de Wuhan en diciembre, pero las autoridades del gobierno chino recién en enero lo reconocieron. La ciudad de Wuhan tiene 11 millones de habitantes y es la capital de la provincia de Hubei. Allí se está produciendo la cuarentena más grande de la historia, porque en Hubei son 56 millones de habitantes.
Hasta ahora la epidemia no se ha detenido y ya ha superado los 1400 muertos en China, según las cifras oficiales del régimen. El promedio de 100 muertos por día en las vísperas pegó un salto el miércoles 12 de febrero, a 242 víctimas fatales. Al día de hoy, las autoridades hablan ya de más de 64 mil afectados. Todavía no hay una vacuna. Con epicentro en China, se ha extendido a Asia y a algunos países de Europa.
La gravedad de la epidemia, aunque en números pueda parecer todavía baja, es que ya ha superado en el país a las muertes de la anterior epidemia del SARS (2003). Puede parecer una simplicidad decir que esta epidemia es culpa del capitalismo chino. Pero se trata de que el capitalismo, por la miseria creciente que desarrolla, crea las condiciones para el surgimiento de estas nuevas epidemias y para agravarlas.
Las causas del surgimiento y el desarrollo en China de este tipo de enfermedades, como fue en su momento el SARS, la gripe aviar, y ahora el coronavirus hay que buscarlas en la crisis social que se crece en ese país desde el retorno al capitalismo.
Por datos que se han ido conociendo sobre los posibles orígenes del coronavirus, se puede sospechar que ha surgido en los populosos mercados públicos de Wuhan, en donde se venden animales vivos: desde pollos y cerdos hasta otras aves y reptiles, que en muchos casos son faenados en el momento. También se comercializan zorros, murciélagos y serpientes. Se cree que algunos de estos animales pudieron haber transmitido el virus. Desde el gobierno chino han querido justificar estas prácticas, totalmente insalubres y que están prohibidas en muchas partes del mundo, como una cuestión “cultural” ancestral. Cuando en realidad este tipo de mercados, que se dan allí y en otras partes del mundo, son fruto de la miseria y la desigualdad de los pueblos. Una tradición que viene de las miserias y las hambrunas que genera la explotación capitalista.
El surgimiento y el agravamiento de esta epidemia muestran la verdadera cara de la China capitalista actual, que el imperialismo y los medios de prensa burguesa la vienen elogiando como un ejemplo de “modernidad” del capitalismo. Por su parte la mayoría de la izquierda y de la centroizquierda mundiales, entre ellos el chavismo, el lulismo o el castrismo la elogian y reivindican como un ejemplo de un supuesto “socialismo de mercado del siglo XXI”. Cuando en realidad se están desnudando las contradicciones que vive China capitalista actual y sus tremendas desigualdades sociales, con unos 400 millones de ricos y de clases media alta, frente a más de 1.000 millones de trabajadores, mujeres y campesinos que viven explotados, en condiciones de hacinamiento y de misera.
También la epidemia del coronavirus se da en el marco de un deterioro del sistema de salud chino por las privatizaciones que se han ido dando al calor de la restauración de fines de los ochenta y noventa del siglo pasado. Con la revolución de 1949 el sistema fue estatal y gratuito. Desde la restauración capitalista “un 45% de la población urbana del país y el 80% de la población global, no tiene ningún tipo de seguro médico, admitido recientemente por el Viceministro de Salud Gao Qiang” (Andrés Oppenheimer, Cuentos Chinos, página 61, Editorial Sudamericana. 2005).
El gobierno chino y los medios han querido mostrar “cierta eficacia”, difundiendo que se instaló un hospital en 10 días. Cuando solo se trató de una improvisación desesperada buscando contrarrestar el deterioro de la salud pública que, clandestinamente, se está denunciando en China.
Muere por el virus el médico que alertó y fue censurado
La gravedad de la epidemia del coronavirus se pone en evidencia, además, por el manejo represivo y de censura de la dictadura del PCCH. Por eso los datos de fallecimientos e infectados son altamente dudosos. La única fuente de información es la mentirosa dictadura china. Pero cada vez más están trascendiendo denuncias y protestas vía las redes sociales.
El punto más alto que desató el crecimiento de las protestas del pueblo chino, es el caso de censura y represión al médico oftalmólogo Li Wenliang. Ya en diciembre este médico de 34 años, que trabajaba en el hospital de Wuhan, fue el primero en advertir la presencia y agresividad del virus, y empezó a enviar mensajes a sus colegas alertando la gravedad y los peligros que se estaban desarrollando. El 30 de diciembre fue la primera alerta que no fue tomada en cuenta. Para peor, días después de empezar a conocerse la temprana advertencia, funcionarios de la oficina de seguridad pública (policías) se presentaron para advertirle a este médico que estaba “cometiendo una falta grave”. Lo obligaron a firmar una nota en donde lo acusaban de hacer “comentarios falsos” y de “perturbar severamente el orden social” (Clarín, Argentina 7/02/20). Lamentablemente el médico ya había contraído el virus y terminó falleciendo a mediado de enero, lo que provocó un tremendo impacto. Hoy está siendo considerado un héroe nacional por el pueblo chino a medida que se va conociendo su lucha.
La dictadura, al negar esta advertencia, probablemente profundizó el agravamiento de la epidemia. Tal ha sido la repercusión de estos hechos que el gobierno central tuvo que destituir a la cúpula del Partido Comunista de la provincia de Hubei y la ciudad de Wuha para tratar de contener el odio popular.
El coronavirus y la negligencia capitalista global
No solo es repudiable la actuación de la dictadura china. Esta es parte de la negligencia del sistema capitalista imperialista mundial que agrava toda forma de respuesta para que se evite la extensión de la epidemia y las pérdidas de vidas en el mundo.
Existe una disputa entre los distintos países capitalistas, y en particular de las multinacionales de productos farmacéuticos y laboratorios privados, para ser los primeros en descubrir una vacuna por su cuenta y tener una patente y lograr más ganancias con la venta de ese producto. Por ejemplo, “el gigante farmacéutico británico Glaxo Smith Kline (GSK) ya empezó a elaborar un proyecto. La carrera es veloz y el primero se llevará el premio mayor” (Clarín, Argentina, 5/02/20).
A tal punto se ha llegado en esta inescrupulosa disputa que el mismísimo director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, acusó a “algunos países ricos de estar muy retrasados de compartir información sobre casos de coronavirus, reclamando mayor solidaridad internacional para combatir la epidemia en China” (idem, 5/02/20). Ya la OMS ha estimado que, mínimo, puede dar una vacuna recién en un año y medio.
Más allá del punto pico que llegue a alcanzar la extensión de la epidemia, y ojalá sea el menor posible, habrá un agravamiento de la actual crisis económica capitalista. La gigantesca China está semiparalizada. Se verá afectado el comercio mundial y habrá una nueva caída de la producción. Las multinacionales van a querer hacer pagar ese costo a los pueblos del mundo. Los pueblos deben preparase para seguir enfrentándolos.
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