Entrevista a Joseph Daher, intergrante de la red Alianza de Socialistas de Medio Oriente y África del Norte
Joseph Daher es un activista socialista suizo-sirio, académico y fundador del blog Syria Freedom Forever. Es autor de «Hezbolá: economía política del partido de Dios» (Pluto Press, 2016) y «Siria después de los levantamientos, la economía política de la resistencia del Estado» (Pluto Press y Haymarket, 2019). Entrevista realizada en Barcelona por Cristina MAS, de Lucha Internacionalista de la UIT-CI.
Después del aplastamiento de la ola revolucionaria de 2011 en Siria, Egipto, Bahrein, Yemen o Libia, vemos movimientos populares sin precedentes en Argelia, Sudán, Líbano o Irak. ¿Es un segundo acto?
Ciertamente es una continuación de los procesos revolucionarios que comenzaron en 2010-2011. Son procesos a largo plazo, por lo que habrá altibajos. A finales de 2018, estábamos ante un aplastamiento general del proceso revolucionario y en los primeros meses de 2019, vimos la caída de dos dictadores Omar el-Béchir en Sudán y Bouteflika en Argelia. Y en octubre, levantamientos populares muy importantes en Irak y en Líbano, que desafían tanto el sistema sectario como al sistema económico neoliberal. En todos estos procesos, hay las mismas motivaciones: el rechazo al autoritarismo, por supuesto, pero tambien el rechazo de las políticas neoliberales y de austeridad en estos países.
Por supuesto, hay diferencias entre estos procesos, pero también elementos en común. ¿Qué sectores son protagonistas en las movilizaciones?
Son los trabajadores y trabajadoras, en el sector formal o informal, empleados del servicio público y parte de la clase media empobrecida también. Este es el cuerpo principal. Lo que no impide que haya algunos sectores de la burguesía por sus propios intereses que tratarán de beneficiarse de estos levantamientos populares.
¿Existe una dinámica más general que responda a la crisis económica internacional?
Absolutamente. Lo vemos en Líbano y en Chile. Los dos levantamientos populares estallan frente a nuevos impuestos regresivos. Están también las cuestiones relacionadas con el derecho a la autodeterminación, a la soberanía popular: estoy en Barcelona, y soy solidario con los camaradas catalanes y catalanes, pero también vemos, por ejemplo, en Hong Kong el deseo de más democracia.Y también encontramos este deseo de soberanía popular también en los países de la región de Medio Oriente y África del Norte. Es una crisis más profunda del neoliberalismo, décadas de la llamada política de ajuste estructural, un eufemismo de las políticas de austeridad y privatización , de precarización del trabajo. Y eso, lo vimos en todas partes, desde Haití hasta Francia, con los chalecos amarillos. Fukuyama anunció el final de la historia … al contrario: no es una victoria para el neoliberalismo, ha habido una crisis fundamental desde 2008 del sistema neoliberal. Por otro lado, la preocupación es que esta hegemonía de la crisis del neoliberalismo y su clase dominante no necesariamente ha beneficiado a la izquierda radical. Y lamentablemente vemos el surgimiento de grupos de extrema derecha y fundamentalistas religiosos. Todavía no vemos que la izquierda radical se beneficie de esta crisis hegemónica del neoliberalismo y su clase dominante. La necesidad de crear una alternativa política, un liderazgo, un programa inclusivo, social, económico, anticapitalista y democrático que tenga en cuenta los problemas de explotación y opresión sin diferenciarlos. Y ese es el verdadero desafío para la izquierda radical en todo el mundo.
¿Qué lecciones extraes de los procesos revolucionarios de 2011 en Oriente Medio y Norte de África?
Hemos visto una explosión popular sin precedentes, movimientos revolucionarios, aunque ahora es difícil reconocerlos después de las guerras y las intervenciones. Pero lo que caracteriza un proceso revolucionario es la intervención de las masas a través de canales no institucionales y, a veces, situaciones de doble poder. Lo que sucedió en algunos países, en diversos grados, no en todas partes, pero que tuvo un eco regional e internacional. Siguieron movimientos populares en África Subsahariana, el movimiento Ocuppy, el15-M en España. Y nos recordó que existen revoluciones, que podemos tener cambios desde abajo, por millones de personas que se organizan a través de huelgas o manifestaciones. Por otro lado, la lección es que sin organizaciones de masas, ya sea de trabajadores, feministas, un partido que brinde una alternativa política, una perspectiva política para las clases trabajadoras, es muy difícil ver un cambio de régimen. Porque la caída de la cabeza no es suficiente: en Túnez, en Egipto, la cabeza cayó, pero no hubo un cambio radical. Por el contrario, en Egipto, la situación es peor que bajo Mubarak.
Entonces, en realidad el reto de la la izquierda radical era crear las condiciones para ayudar a la autoorganización de los trabajadores en todos los niveles y, en este contexto, creo que hay una lección que aprender. Si Túnez y Sudán están en una situación menos mala, es porque, en mi opinión, hay dos pilares importantes: un movimiento obrero organizado (y, por supuesto, debemos citar sus límites de liderazgo reformista y nacionalista, pero la UGTT y el Reagrupamiento de Professionales Sudaneseshan jugado un papel impulsor hasta hoy para la defensa de los derechos democráticos y sociales) y un movimiento de mujeres, que en ambos países también han jugado un papel muy importante. Ya han obtenido victorias significativas. En Siria vemos que la ausencia de sindicatos organizados y de movimientos feministas de masas jugó un papel negativo a pesar de que hubo situaciones de doble poder, mucho más pronunciadas: el estado había desaparecido y vimos los comités de coordinación local, consejos locales, pero no era suficiente y eran muy limitados en términos de su carácter democrático y la participación de las mujeres o las minorías.
Es una cuestión a nivel internacional porque a menudo vemos en los movimientos populares el rechazo de las organizaciones que afirman que la «horizontalidad» sería más democrática. Y vemos que no, por el contrario, eso no la democracia. La democracia también es la capacidad de organizarse para los trabajadores, de tener esta perspectiva más allá de lo que es simplemente espontaneidad que es absolutamente necesaria, por supuesto, pero no suficiente.
¿Cómo ves la situación en Siria?
Absolutamente catastrófica. La guerra continua. Las ofensivas militares del régimen militar despótico y criminal sirio de Asad, con la ayuda de Rusia e Irán, han desplazado a más de 700.000 personas en Idlib. Más del 90 por ciento de la población siria vive por debajo del umbral de la pobreza: sin ayuda humanitaria, sin el dinero que reciben de los familiares refugiados les sería muy difícil sobrevivir. Hay una inflación terrible. Un dólar pasó de 52 libras sirias a más de 1000, una terrible devaluación del poder adquisitivo, por lo tanto, una situación económica absolutamente catastrófica. Más de la mitad de la población está desplazada dentro o fuera del país.
Desde hace varios años existe un consenso a nivel internacional que Asad debe permanecer, lo que significa que, lamentablemente, el régimen sigue en pie gracias a la asistencia política, militar y económica de Rusia e Irán, pero también a la aceptación de otros países a nivel regional e internacional. Dicho esto, sufre importantes contradicciones: entre los sectores que han permanecido pasivos o incluso dentro de su propia base, muchos critican el papel de las milicias que continúan secuestrando … Vimos en enero, manifestaciones en Soueida para protestar contra la crisis económica, la falta de servicios. Vemos que en Deraa, que volvió al control del régimen en 2018, todavía hay resistencia porque varias brigadas de la oposición armada han podido mantener sus armas y el llamado proceso de reconciliación salió muy mal, y hubo asesinatos. Ha habido más de cien actos de resistencia con sentadas y manifestaciones en la ciudad en los últimos seis meses. No es algo menor. También en áreas que han sido tomadas por el régimen, ya que no ofrece servicios, y todavía hay detenciones, etc. Hay gente que sale por la noche a hacer pintadas contra el régimen en las calles de Damasco. Pero incluso dentro de la base leal, muchos critican al régimen porque la situación socioeconómica es catastrófica. Hubo un intento de los pequeños comerciantes en Latakia de hacer una especie de huelga, a finales de diciembre para protestar contra la devaluación de la libra, y fue reprimido por los servicios de seguridad.
Incluso si el régimen logró sobrevivir, sufrió enormes contradicciones. Pero, de nuevo, todas estas manifestaciones están completamente separadas, no tienen una dinámica común. Estas dinámicas diferentes deberían reunirse, pero esto requiere organización política y el establecimiento de sindicatos independientes. Y frente al régimen a un régimen tan represivo esto es muy, muy complicado. Una gran parte de los activistas están afuera, son refugiados en el exilio, a menudo en una situación difícil.
Lo positivo es que hay una acumulación de experiencia política en la región. También tenemos que aprender de nuestros errores y construir en el futuro, espero, una nueva resistencia con esta experiencia acumulada. Y la diferencia en Siria en comparación con los años 70 y 80 es el hecho de que había organizaciones de izquierda mucho más radicales, sindicatos independientes mucho más organizados, pero este recuerdo había desaparecido en gran medida entre los jóvenes activistas. Esto no ocurrirá ahora. Ahora hay muchas más publicaciones, recuerdos sobre esta resistencia civil, especialmente entre 2011 y 2013, que fue muy, muy importante en Siria.
Para nosotros, que estuvimos desde el principio al lado de los revolucionarios sirios, ¿cuáles crees que son ahora las tareas más importantes?
Hay que mantener la presión sobre el régimen a nivel internacional. Los regímenes occidentales pueden aproximarse al régimen sirio en cinco años o menos. El hecho de mantener la presión, en particular sobre la situación de los presos políticos y los desaparecidos, es absolutamente esencial. En Alemania, a finales de 2019, ex miembros de los servicios de seguridad sirios fueron procesados por sus crímenes. No debe haber impunidad, ni para los criminales del régimen sirio ni los de las fuerzas fundamentalistas. Además, debemos vincular las luchas con todo lo relacionado con la los refugiados. La Unión Europea continuará pagando miles de millones de euros a Turquía para cerrar las fronteras. Y la llamada lucha antiterrorista sirve para atacar los derechos democráticos de todos. Hay que conectar estas luchas porque un refugiado sirio que viene a Europa con sus derechos son limitados, no podrá actuar políticamente. Hay un ataque, en general, no solo contra los derechos socioeconómicos en Europa, sino también contra los derechos democráticos, como vemos en Francia contra los chalecos amarillos. El internacionalismo no es solo palabras bonitas, sino una necesidad política. Decir que los imperialistas no son una solución, creo que esa es una de las lecciones que muchos sirios han aprendido. Porque las promesas de los gobiernos occidentales, de las monarquías del Golfo o de Turquía, han sido traicionadas. Algo que para nosotros no es una sorpresa, porque sabíamos que los utilizarían como peones. Tenemos que demostrar que los únicos aliados de los sirios son las clases populares a nivel internacional.
Un acuerdo entre los rebeldes y los kurdos en Siria podría haber cambiado el destino de la guerra.
Uno puede ser crítico con la dirección del PYD en las diferentes elecciones políticas que han tomado desde el inicio del proceso sirio, y a la vez respaldar plenamente la autodeterminación del pueblo kurdo en Siria, Turquía, Irán e Irak. Se puede criticar, por ejemplo, el hecho de haber creído en las ilusiones de que Rusia podría ayudar a encontrar una solución. Algunos creían que Estados Unidos no los abandonaría. Estados Unidos está más cerca de Barzani que es un líder reaccionario y feudal en el Kurdistán iraquí. No los apoyó para el referéndum de independencia. Por el contrario, dejó que fueran aplastados por las fuerzas pro iraníes con Soleimani. Es una crítica legítima de cualquier movimiento de liberación nacional. La historia nos ha demostrado que no debemos tener un apoyo acrítico a ningún movimiento de liberación nacional, como hemos visto en el caso de Palestina y en tantos otros.
Pero en el caso de Siria hay que tener en cuenta el problema de por qué el PYD no quiso colaborar con parte la dirección política siria liberal y vinculada a la Hermandad Musulmana y a Turquía, el peor enemigo de los kurdos. La «historia» les ha demostrado que no estaban tan equivocados. Desde los primeros días, incluso levantar la bandera kurda planteaba problemas, hablar sobre el federalismo, una solución que yo apoyo de un estado federal en Siria y que fue rechazada incluso por la izquierda siria, que es muy nacionalista árabe. Entonces, la responsabilidad política no se puede poner en primer lugar sobre la minoría, sino sobre la mayoría, que es la árabe. Estos apoyaron el eslogan de que el PYD es una organización terrorista como el PKK, apoyaron la ocupación de Turquía, que causó el cambio demográfico. Apoyaron a Erdogan y sus medidas autocráticas. El PYD apoyó la intervención rusa en Siria en 2015 supuestamente contra las organizaciones terroristas, mientras que inicialmente se centró en las facciones del Ejército Sirio Libre.
Debemos criticar, por ejemplo, ciertos aspectos autoritarios del PYD que encarcelaron activistas prodemocráticos, kurdos y otros. Pero al mismo tiempo, también debemos reconocer sus aspectos positivos. El hecho de que los kurdos pueden autogobernarse en ciertas áreas con una mayoría kurda. Los derechos de las mujeres y su participación política, y la inclusión parcial de las minorías en un programa secular no es despreciable, especialmente en tiempos de guerra.
Pero como sirio «árabe», apoyo la autodeterminación del pueblo kurdo. Primero debo ser muy crítico con la mayoría de la oposición, que ha sido chovinista, casi peor que el régimen en muchos sentidos y que históricamente, ha habido una cuestión del pueblo kurdo en Siria desde la independencia y que nuestro apoyo al derecho a la libre determinación debe ser muy claro. Y desde entonces, si tenemos esta posición, podemos entrar en debate la dirección política kurda y criticar lo que no funciona.
Ya escribí en 2014 que el destino de la autodeterminación del pueblo kurdo estaba vinculado a la revolución siria. Lamentablemente, es lo que está ocurriendo. Todas las reivindicaciones del PYD han sido rechazadas por el régimen de Damasco. El régimen sirio espera las amenazas de Turquía para decir «si no venís con nosotros sufriréis un cambio demográfico». Es cierto que da miedo. Ha habido 150,000 kurdos que han sido desplazados, que están en otras regiones reemplazados por poblaciones árabes. El futuro es lamentablemente muy oscuro. Al igual que el resto de la población siria en Idleb las perspectivas son negras. Y el hecho de que, como dijiste, esa alianza no se hiciera es un problema real. Hay que aprender de los errores del pasado. Por eso es necesaria esta alternativa política que vincule la lucha contra la explotación y la opresión, una perspectiva de clase. Una alternativa política socialista, pero también laica, feminista que tenga en cuenta la autodeterminación de los pueblos.
Vamos al Líbano. ¿Una revolución por un impuesto sobre WhatsApp?
Fue la gota de agua que colmó el vaso. En Líbano, los precios de las telecomunicaciones son muy, muy caros. Entonces, Whatsapp era el único sistema gratuito. Hay que saber que las telecomunicaciones siempre han sido un pastel en manos de la élite política libanesa: hay fondos que han desaparecido, por lo que fue un poco un símbolo. Pero allí, por supuesto, las razones son mucho más profundas: una crisis socioeconómica muy grave, casi 30% de desempleo, más del 35% entre los menores de 35 años, incluidos muchos licenciados. Algunos fueron al Golfo a buscar trabajo. Desde octubre, ha sido aún peor. Hay más de 200.000 personas que han perdido sus empleos, o han visto caer sus salarios. La tasa de pobreza es de alrededor del 30%, con diferencias regionales muy significativas: el norte, Trípoli y sus distritos son los más empobrecidos.
Es el sistema neoliberal, impuesto desde principios de la década de 1990, que ha beneficiado a una pequeña élite de medidas de austeridad, impuestos regresivos, etc. Lo interesante es que el movimiento relaciona la crisis, las políticas neoliberales, con el sistema político sectario. Las élites políticas neoliberales y confesionales libanesas utilizan el neoliberalismo para privatizar ciertos sectores de la economía y también para dar los recursos del Estado a su base clientelista.
Esta vez, el movimiento de protesta libanés es mucho más descentralizado, mucho más popular. Hay mucha más presencia de las clases trabajadoras en comparación con los movimientos de protesta de 2015 o 2011, eran más bien la clase media. Y va más allá de las divisiones sectarias: había dos distritos en Trípoli, uno alauita y otro sunita que durante diez años han estado muy enfrentados, y los jóvenes se reunieron al comienzo de las manifestaciones, para gritar su solidaridad contra las élites políticas libanesas y contra el confesionalismo. La ciudad de mayoría suní de Trípoli estaba enviando solidaridad a las ciudades chiítas del sur.
Desde mediados de octubre, ha habido una radicalización del movimiento popular, especialmente en las acciones contra la milicias. Además, hay un grupo formado por activistas juveniles de izquierda llamado “Nacionalización de los bancos”. También dan conferencias y atacánlos bancos, y acompañan a los clientes para que puedan presionar para sacar su dinero. Esto plantea la cuestión del papel de la política económica de los bancos en el Líbano. También hay una radicalización en las acciones dirigidas a lugares que han sido privatizados. La cuestión de clase está muy, muy presente.
Hay un intento de reorganización sindical sobre el modelo de agrupación profesional de los sudaneses y que reúne a ingenieros, profesores universitarios, están surgiendo nuevos sindicatos porque los sindicatos en el Líbano están controlados por la élite política, sectaria y neoliberal. Los libaneses decían»estamos tratando de ir a la huelga sin sindicatos», y han aparecido nuevos sindicatos.El mayor desafío para el Líbano es la estructuración del movimiento. Las feministas y los estudiantes ha jugado un papel muy importante desde el comienzo de las protestas al dar una perspectiva feminista anti-capitalista.
No es fácil, especialmente porque la represión está aumentando en el Líbano: en los últimos días, ha habido más de 300 heridos desde la formación del nuevo gobierno. Sobre todo, también hay políticas de intimidación violenta por parte de las milicias vinculadas a ciertas políticas. No ganarán mañana: si hemos aprendido algo de la última década es que debemos ser prudentes, como dijo Gramsci, pesimistas del intelecto, pero optimistas de la voluntad. Se ha abierto una oportunidad, hay estructuras de movimiento, por lo que es muy interesante, y esperamos que avance.
¿Cuál es el papel de Hezollá?
Tanto en la izquierda libanesa como a nivel internacional empiezan a caer las ilusiones sobre Hezbollá. Me refiero a la izquierda inspiración estalinista, campista, pero también, diría con una visión tercermundista y postcolonial, que ve el mundo de una manera geopolítica o en términos de «Occidente contra Oriente», que de hecho está muy cerca de Huntington sobre el choque de civilizaciones con una visión de que una burguesía, incluso una nacional, puede no ser opresora o no estar vinculada a otros imperialismo. Hay una radicalicación dentro del PC libanés: la gente es mucho más crítica. Hassan Nasrallah [líder de Hezbollah] acusó a los manifestantes desde el comienzo de estar bajo las órdenes de embajadas extranjeras, de ser parte de un complot. Movilizó a su base popular contra las manifestaciones. Y trató de sembrar la división sectaria. Los medios vinculados a Hezbollá también están calumniando al movimiento Estos medios están atacando el movimiento. Empujan por una solución dentro del sistema confesional. Después moderó su discurso, en la práctica es un pilar del sistema confesional y neoliberal libanés. En los últimos años también hemos visto críticas desde la clase trabajadora chií por la forma en que Hezbolá administra los municipios, algunos de sus diputados en el parlamento han apoyado las políticas neoliberales y las redes clientelares
El levantamiento en Irak tampoco tiene precedentes.
Como ocurre en Líbano en los últimos años ha habido una acumulación de luchas. Sobre Iraq se ha hablado poco pero desde 2011 ha habido grandes movimientos de protesta, especialmente en el Sur, contra la falta de servicios, la privatización de la electricidad, etc. Ahora la movilización es un desafío a la herencia del sistema confesional y étnico, de las divisiones sectarias, del sistema político iraquí que está vinculado al liberalismo y la corrupción.
Los manifestantes proponen una alternativa, un deseo de un estado civil o secular, con políticas sociales redistributivas. Tenemos una movilización de cientos de miles de mujeres, que también cuestiona a Moqtada Sadr, el líder político chií que tuvo, durante los primeros años de la ocupación estadounidense, un papel terrible con las masacres de sus milicias que perpetraron limpiezas sectarias contra los suníes en Bagdad, pero a la vez luchó contra la ocupación estadounidense. Después se convirtió en parte del sistema político, a veces con Irán, a veces contra Irán. Ahora se ha acercado a Irán. Y es por eso que también debemos ser muy claros acerca de la oposición a las intervenciones imperialistas occidentales o regionales al estilo iraní. Pero tras el asesinato de Qassem Soleimani, parte de los partidos fundamentalistas chiíes iraquíes aliados con Irán lo usaron o para decir «aquí, la preocupación ahora, es echar Estados Unidos» y no los problemas socioeconómicos o la élite política local.
Sadr desempeñó este papel con el apoyo de Irán y ahora apoya al nuevo primer ministro iraquí. Sus partidarios atacaron a los manifestantes, hubo varias muertes. Pidió colaborar con los servicios de seguridad para abrir las escuelas o levantar los bloqueos de carreteras. Y allí también, la gente está viendo estas contradicciones. Hay que recordar aquellas voces de la izquierda que en su momento caracterizó a estos movimientos fundamentalistas como reformistas. Fue un desastre: creó ilusiones en lugar de levantar un polo democrático independiente de clase.
Es interesante ver lo que está sucediendo en Irak. Pero debe recordarse que la represión es terrible: de 500 muertos y, a menudo, por balas disparadas directamente la cabeza en las movilizaciones. Y la militarización de la sociedad es mucho más importante. Las milicias son fuertes y constantemenet matan y secuestran a a activistas. Está también el reto de encontrar vínculos con las poblaciones sunitas que están muy aplastadas por las milicias pro iraníes.
La mayoría de la izquierda en Europa y América Latina no apoya las luchas populares en el Próximo Oriente y África del Norte. Las corrientes estalinistas o post-estalinistas están incluso del lado de Al-Assad, Putin o los ayatolás.
Tenemos la responsabilidad de decir que el internacionalismo no es solo una buena idea, es también es una necesidad política, porque sabemos que los destinos de los pueblos y los trabajadores en el mundo están unidos. Después de los atentados de Daesh en París o en Barcelona, por ejemplo, no se trataba de manifestarse al lado del rey de España, de François Hollande o Netanyahu: teníamos que mantenernos en nuestra perspectiva de independencia de clase, aunque esto no fuera popular en su momento. Debemos dar una perspectiva a las clases trabajadoras en un marco internacionalista, y vincular las cuestiones de explotación y opresión. Y por supuesto, como dices este legado estalinista por desgracia sigue vivo y todavía pesa mucho. También lo vemos en la región, con una izquierda con posiciones estalinistas, nacionalistas y que no tienen en cuenta los derechos de la mujer o incluso se alinean con los regímenes. Y es desastroso. Pero tenemos un papel, ya sea a nivel de militancia diaria allí donde estamos, pero también a nivel teórico, para mostrar que hay un problema real con esta parte de la izquierda en su práctica y su teoría, y que tiene un peso casi mortal sobre las capacidades de la izquierda internacionalista a nivel mundial.
Cuéntanos sobre la Alianza de Socialistas de Medio Oriente y África del Norte.
Esta alianza de socialistas de Medio Oriente y África del Norte es, ante todo, el deseo de establecer contactos entre las personas de la diáspora o de otros países, tener discusiones trabajar en red. Llevamos diez años, somos una pequeña red de activistas que se comunican, intercambian, tienen debates, para propagar ideales políticos internacionalistas, que tienen en cuenta las cuestiones de explotación y opresión, y también hacemos un trabajo de traducción al inglés, árabe, kurdo y farsi. Lo que estamos tratando de hacer es compartir nuestros ideales, nuestros objetivos, nuestro deseo de un Próximo Oriente y Norte de África libres de cualquier intervención imperialista, pero también de todas las formas de autoritarismo, ya sean regímenes dictadoriales, fundamentalistas religiosos, de confesionalismo y del racismo.