Una nutrida y entusiasta movilización surcó del norte hacia el centro de Bogotá la noche de este 30 de junio. Siguiendo los mismos parámetros de las otras jornadas de protesta realizadas en el país durante el mes de junio, la Movilización de Antorchas fue un proceso de auto-convocatoria de los luchadores sindicales, juveniles y populares.
La Noche de las Antorchas del 30 de junio que contó con más de 2.000 participantes hizo que el mes de junio terminara como comenzó: con mayor descontento frente al Gobierno de Duque, con mayor indignación por tantos atropellos ocurridos al amparo de la crisis sanitaria y con mayor determinación de los luchadores para salir a las calles a hacer evidente su inconformidad.
La participación, las consignas agitadas y coreadas, así como el punto final de destino fueron indicativas de su profundo contenido. La presencia de asalariados del sector transporte, empleados públicos, jóvenes trabajadores y cerrar con un Plantón al frente de las instalaciones de Ecopetrol para visibilizar el rechazó a la intención del gobierno de Presidente Duque de terminar de desguazar y privatizar la empresa estatal petrolera, señalan que los trabajadores organizados sindicalmente toman la batuta guiando el camino hacia las nuevas jornadas de protesta que ya se estan anunciando para el mes de julio que recién comienza.
Pero también la movilización reflejó el repudio contra el paquetazo económico y social que Duque y su gobierno viene implementando mediante una cascada de decretos (444, 538, 558, 568, 811, entre otros). La movilización fue la expresión también de la indignación nacional contra la violación por parte de integrantes de las fuerzas armadas a una niña indigena de la comunidad Embera chamí.
Los jóvenes fueron aportantes de su vitalidad reclamando derecho a la educación y matrícula cero en las universidades públicas. Otro tanto aportaron los trabajadores del sector informal, los recicladores y los trabajadores despedidos por el cierre de las empresas donde laboraban.
En la marcha se denunció la criminal política del gobierno frente a la pandemia al levantar la cuarentena, robarse los recursos que tranquilamente hubiesen alcanzado para entregar un subsidio a 11 millones de familias para que se quedarán en casa protegiendo su salud, y por mantener en el abandono al sector de la salud colocando en riesgo la vida del personal del sector que hoy debe lidiar con los 100 mil infectados.
Y lo que más unificaba a lxs participantes era el clamor para que cesen los asesinatos de líderes y lideresas sociales, que siguen cayendo impunemente a manos de grupos paramilitares promovidos y protegidos desde el alto gobierno y la cúpula de las fuerzas armadas.
Está jornada de lucha logró arrastrar tras de sí al propio Comité Distrital de Paro, que hasta ahora se había limitado a seguir las instrucciones de las direcciones mayoritarias del Comité Nacional de Paro de convocar solo plantones en los que «no podían participar más de 50 personas ni ser consideradas como acciones de movilización y protesta» como lo aseguraban los burócratas de la cúpula sindical. Esta realidad refleja la profunda batalla interna que se da en las filas de la clase trabajadora y el extraordinario ejemplo que le están dando al resto de la población.
Quedó claro con esta importante movilización -la de mayor participación en lo que va corrido de la crisis sanitaria-, es que su convocatoria y realización no partió de los traidicionales, paquidermicos y conciliadores organismos existentes en el país, tales como las cúpulas de las centrales Obreras o el Comité Nacional de Paro. Por el contrario, éstos llegaron a última hora y a regañadientes a la cola de está movilización para intentar no quedarse rezagados en este nuevo proceso político que les está pasando por encima y pretende reeditar un nuevo 21 de Noviembre.
Quienes se auto-convocan para luchar quieren para esa nueva ocasión contar con organismos de base fuertes y con poder de movilización para no dejarse manipular por los viejos dirigentes que solo aprovechan esas históricas y esperanzadoras jornadas de lucha para utilizarlas como mecanismo de presión al gobierno y sentarse a manteles con Duque y sus ministros para negociar las migajas que los empresarios, banqueros, terratenientes y multinacionales le ofrecen al pueblo colombiano.
Como lección fundamental se desprende hoy más que nunca que se requiere la unidad para la lucha. Hay que coordinar a los luchadores y las convocatorias. Disposición hay, lo que falta es centralizar, coordinar, tarea en la cual el BLOQUE POR EL PARO GENERAL INDEFINIDO, organismo en el cual convergemos los luchadores, tiene una enorme responsabilidad, para convertirse en articulador de las acciones de protesta y como instancia de referencia para todos los núcleos y activistas que están dispuestos a salir a la batalla.
Desde la anterior perspectiva, los integrantes de Colectivos Unidos, sección simpatizante de la Unidad Internacional de las Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI) en Colombia, ponemos a disposición nuestra fuerza militante.
Bogotá, 1 de julio de 2020