Escribe Ezequiel Peressini para El Socialista (Argentina 18.11.2020)
Las enormes movilizaciones de la juventud y el pueblo del Perú terminó por tirar abajo al gobierno de Manuel Merino, quien había asumido por sucesión constitucional luego de la destitución del ex presidente Martin Vizcarra. El nuevo gobierno del liberal Francisco Sagasti busca cerrar la crisis de un régimen que apesta a podrido y sacar de las calles a los luchadores. Las luchas se hacen camino en medio de las maniobras.
El régimen político de Perú está podrido desde la cabeza hasta los pies. Todos los presidentes de los últimos treinta años están procesados o condenados por corrupción y otros delitos. Alberto Fujimori renunció desde Japón y fue condenado por crímenes que cometió durante la dictadura que encabezó desde 1990 al 2001. Alejandro Toledo fue denunciado por haber recibido 20 millones de dólares. Alan García se suicidó en 2017 disparándose en la cabeza cuando la justicia fue a buscarlo a su domicilio por haber recibido sobornos por la construcción del Metro de Lima en su segundo mandato. Ollanta Humala es acusado de recibir tres millones de dólares y estuvo con prisión preventiva. Pedro Pablo Kuczynski (PPK) ganó las elecciones en 2016 pero no terminó su mandato cuando se supo de sus vínculos corruptos con la multinacional Odebrecht. Renunció luego de que se conocieran videos en los cuales buscaba sobornar a congresistas para evitar su destitución por lo que en su reemplazo Martin Vizcarra en marzo de 2018. La crisis continúo con un referéndum cosmético, la disolución del Congreso, la nueva elección a diputados de enero de 2020 y un brutal impacto de la crisis económica y sanitaria por el Coronavirus.
La crisis política hizo que Vizcarra gobernara sin partido político, sin congresistas en el parlamento pero con todo el apoyo de la Confiep y la SNI (gremios empresariales de la burguesía más concentrada) y el imperialismo. Vizcarra gobernó para los capitalistas a través de pactos de como el Acuerdo Nacional o el Pacto Perú. Los roces entre los distintos sectores de la burguesía terminaron de hacer estallar esos pactos el lunes 9 de noviembre cuando el Congreso aprobó su destitución mediante la Vacancia (especie de juicio político, el mismo mecanismo que se le buscó aplicar a Fujimori y a PPK pero renunciaron antes) con el único objetivo de poder negociar sin intermediarios el botín que genera la explotación del pueblo trabajador y la reactivación económica.
El nuevo estallido, la juventud y el que se vayan todos
La vacancia desplazó a Vizcarra y por sucesión constitucional llevó al gobierno a Manuel Merino de Acción Popular (partido del ex presidente Belaunde Terry entre 1963-1968 y 1980/1985), quien hasta el momento era el Presidente del Congreso. Aunque solo había logrado el 10% de votos en la última elección de 2020. Pero no se esperaban que por abajo la bronca creciera y la crisis política generara mucho más que solo grietas por arriba, si no también una enorme bronca por abajo.
Enormes cantidades de jóvenes comenzaron a movilizarse de manera espontánea hacia la plaza San Martín en el centro de Lima bajo diversas consignas que demuestran el hartazgo con los partidos patronales tradicionales. Como también la bronca de la juventud de ser carne cañón de la informalidad laboral, los bajos salarios y falta de educación y de la salud, las universidades privadas inaccesibles y los exámenes de ingresos discriminatorios, del racismo y la discriminación, la violencia de genero hacia las mujeres y las disidencias sexuales. Con “cánticos como pueblo escucha, únete a la lucha” o “fuera Merino” “¡Que se vayan todos!” “Merino no me representa” o “Ni Merino, ni Vizcarra. Asamblea Constituyente”. Con ello comenzó a quedar claro que la movilización no era en defensa de Vizcarra, sino contra todos los políticos patronales.
La movilización del jueves 19 fue masiva y contundente. Más de 70 mil personas desbordaron la Plaza San Martín y las calles céntricas de Lima y las ciudades más importantes del país. La represión policial ya se hacía sentir pero la resistencia heroica de la primera línea enfrentó la represión en un aprendizaje generacional facilitado por el impacto de la revolución chilena que llegó al corazón de los jóvenes peruanos. Rápidamente armaron escudos para defender la movilización, brigadas para apagar los gases lacrimógenos y grupos de atención y primeros auxilios para los manifestantes heridos.
El gobierno de Manuel Merino comenzaba a tambalear sin encontrar apoyo social, pues su maniobra de vacancia no planteaba ninguna alternativa para el pueblo trabajador. La designación del reaccionario Antero Araoz como Primer Ministro, un repudiable personaje de la derecha peruana ligado al Opus Dei, duplicó el rechazo popular. Desde la mañana del día sábado 14 enormes contingentes policiales fuertemente armados sitiaban la ciudad de Lima para impedir la movilización, pero no pudieron lograrlo. Por la noche la policía reprimió ferozmente. La noticia de que la policía había asesinado a dos jóvenes provocó el repudio unánime de los sectores populares que, con masivos y ruidosos cacerolazos y manifestaciones, ganaron todos los barrios de Lima y el resto del país. La caída de Merino era inevitable.
La caída de Merino, el vacío de poder y el nuevo gobierno del Sagasti
Durante la madrugada del domingo 15 renunciaron once de los ministros de Merino. Por la mañana el Congreso le quitó el apoyo y solicitó su renuncia. A las 12 Manuel Merino renunció y fue echado por la movilización popular.
El vacío de poder demostraba en todas sus dimensiones la desesperación de la clase dominante y la brutal crisis política, por lo que el congreso buscó una nueva “Salida Constitucional”. El día lunes 16, el congreso aprobó una nueva Mesa Directiva del parlamento para ocupar el gobierno y recuperar los pactos que estallaron por los aires. El martes 17 el congresista Francisco Sagasti del Partido Morado juró como el nuevo presidente. Sagasti es un profesional liberal, ex funcionario del Banco Mundial, su partido se presenta como capitalista serio, ordenado y equilibrado. En la fórmula acordada para el gobierno de transición lo acompaña Mirtha Vásquez del Frente Amplio, que estará a cargo de la Presidencia del Congreso, demostrando que el Frente Amplio no solo se agotó como alternativa de lucha, si no que se integra dócilmente al aparato estatal para ayudar a la gobernabilidad de los ricos.
Sostener la movilización y ninguna confianza en el nuevo gobierno
Desde el Partido de los Trabajadores Uníos y nuestro compañero congresista Enrique Fernández Chacón desde el parlamento (ver recuadro) venimos luchando contra el gobierno de Vizcarra impulsando una salida independiente ante la crisis política y social. Estuvimos en las calles para que se vaya Merino y llamamos a sostener la movilización y a no confiar en el nuevo gobierno de Sagasti quien, con su nuevo gabinete retomará la reactivación económica anti obrera y antipopular que Vizcarra comenzó.
Sostenemos la movilización y llamamos a participar de la movilización convocada por la CGTP (Confederación General de Trabajadores del Perú) que, presionada por las bases, convocó días atrás, a una movilización el miércoles 18 bajo las consignas ¡Ni Merino, ni Vizcarra. Por una Asamblea Constituyente! La CGTP rompió su eterna inmovilidad como dirección burocrática. Junto a los sindicatos combativos de Leche Gloria (una de las industrias más grandes del país) SITOBUR (limpieza pública) Cogorno, Miyasato y otros exigimos continuidad con la convocatoria a un paro nacional y un plan de lucha para luchar por la Constituyente y por las medidas de emergencia para salir de la crisis ¡No hay salida a la crisis sin salarios y jubilaciones dignas! ¡Basta de despidos y suspensiones! ¡Abajo la represión! ¡Plata para trabajo, salud y educación! Exigimos juicio y castigo a todos los responsables políticos y materiales del asesinato de Jordan Inti Sotelo y Jack Bryan Pintado y todos los caídos y heridos en los últimos años.
Impulsamos asambleas en los lugares de trabajo, barrios, escuelas y universidades para organizar la lucha y conquistar la convocatoria a una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que permita la participación sin restricciones de todas las organizaciones obreras, campesinas, estudiantiles y de la juventud para sepultar la Constitución Fujimorista que ahora defenderá Sagasti. En el camino de construir una nueva dirección política que lleve a la clase trabajadora y a los sectores populares al gobierno del Perú para no solo acabar con el régimen del ‘93, sino para terminar con el capitalismo que nos explota.