Lucha Internacionalista*, 10 de mayo 2021
La victoria de Ayuso, se da en disputa con el gobierno central y contra Sánchez en particular.
Así planteó ella la campaña, y así recogió el guante Sánchez. Y el resultado es demoledor. Ayuso gana las elecciones (del 4 de mayo) sobre el rechazo a la política del Gobierno central de PSOE-IU-UP. Aunque se habló del balance de la pandemia en la CCAA con su negra carga de muertos o de los fuertes niveles de privatización de la sanidad o la escuela, no se entró en la falsa disyuntiva de salud o trabajo denunciando los despidos, las colas del hambre, o de la situación de miseria de un sector de la clase obrera que era quien también ponía la mayoría de muertos… Cuando se entraba en economía era para exigir ayudas o justificar las miserables del Gobierno o, como toda la campaña de Mónica García, contra el “turismo de borrachera”, a lo que Ayuso contestaba “economía” y se le facilitaba que se ganara a la pequeña burguesía, como ha ocurrido.
La campaña de Ayuso de “libertad o comunismo”, tuvo por eje del discurso contra el gobierno su supuesta identificación con Venezuela o el estalinismo, recordando la frase de Orwell de que “el próximo fascismo llegaría bajo la bandera de la libertad”. Y la política del Gobierno PSOE-Izquierda Unida-Podemos al servicio de la corona y la gran patronal, impedía soluciones a la grave situación de la clase obrera y los sectores populares, y convertía en estériles las acusaciones ideológicas contra Ayuso y Vox.
Tampoco la política de CCOO y UGT de desmovilización mientras firman un ERE tras otro, con el grotesco “Ahora sí toca” ante la mitad de los ministros del Gobierno el 1M, ha servido para proteger al Gobierno. Por más que llamaran a votar izquierda, como hicieron sindicatos alternativos de sanidad… con desmovilización, quien avanza, en Madrid y en todos lados, es la derecha.
Se ha pasado de una diferencia favorable al PSOE de casi 200.000 votos en 2019, a una favorable al PP de casi 1 millón.
Efecto Trump/Bolsonaro? la izquierda pierde a pesar de la alta participación.
Hasta ahora, la subida de gobiernos de derecha en el estado español, no procedían de grandes aumentos de votos, sino sobre todo del crecimiento de la abstención como castigo a la izquierda. Si además añadimos la situación de la pandemia, con las UCIs llenas y una incidencia de 384,73 casos por 100.000 habitantes, la previsión era una participación baja, tipo las últimas catalanas o las vascas. No fue así: votó el 80,73% del censo (16,46 puntos más que en las elecciones de 2019), y por tanto la abstención fue del 19,27%.
Es decir, la gente fue a votar y no votó a la izquierda. Ayuso construyó el discurso en base al choque con el establisment, contra el gobierno, y enlazó con el sentir de miles de abstencionistas, con un efecto parecido al del voto a Trump o a Bolsonaro, personajes con los que Ayuso, comparte rasgos, no solo en el desprecio a la pandemia, sino en la priorización de “la economía”. Lo que decanta la balanza no es tanto el paso de votos de izquierda a derecha, que apenas son 55.000, sino que arranca más de 400.000 a la abstención.
Polarización sin polo de la izquierda
Hemos venido insistiendo en que la crisis y la política de los gobiernos central y autonómico –incluido el de Ayuso, obviamente- generaban una polarización social, que tenía una expresión política. En las últimas catalanas señalábamos a Vox en un extremo y la CUP-UNCPG en el otro. El leve crecimiento de VOX sería producto de ello, aunque el carácter que ha tomado Ayuso, fortaleciendo su discurso falangista próximo a él, sería también significativo. El problema es el polo izquierdo, que no existió. Más Madrid, aunque hace el sorpasso al PSOE, no es ese polo, sino que ellos mismos se definen socialdemócratas, sin plantearse en conflicto ni con el régimen ni con el capitalismo; al contrario, Errejón rompió con Iglesias por la derecha. El ayuntamiento de Madrid en manos de Carmena, es buen ejemplo de que nada cambia.
A la izquierda de Podemos no ha habido siquiera un intento de impulsar una candidatura: ni Anticapitalistas, ni Corriente Roja, ni Izquierda Castellana, o el CRT con un simple llamado. Es urgente levantar un frente de una izquierda de los y las trabajadoras, que rompa con el régimen y el capitalismo.
La reorganización de la derecha
La crisis de C’s le lleva a la desaparición y esos votos, globalmente van al PP. Pero como hemos señalado, el PP de Ayuso es la cara falangista del PP, la que linda con la ultraderecha, con su desfachatez y aires provocadores, sea a la puerta de IFEMA repartiendo bocadillos, sea llevando pizza a los comedores escolares, o cerrando campaña, en plena pandemia con corrida de toros y sello de nacionalismo cañí.
Y eso es importante porque no es la vuelta al viejo PP como partido estable de orden, sino que quien, aunque no sea numéricamente se expande, es el discurso de Vox. El PP capitaliza imitándolo.
El PP es el partido más votado en los 21 distritos de la ciudad y arrasa en los barrios del norte como Chamartín, Salamanca o Chamberí. También ha ganado en los barrios del sur –incluso en Puente de Vallecas, donde el pueblo plantó cara al mitin provocador de VOX y que ni en tiempos de Aguirre ganó el PP-, pero la derecha como bloque no ha conseguido derribar el cinturón rojo del sur. En muchos, han quedado a las puertas, como San Blas-Canillejas (suman el 45,9%), Carabanchel, Vicálvaro, Usera, Villa de Vallecas, Villaverde, y Puente de Vallecas, pero la mayoría sigue siendo del bloque de “izquierdas”.
Vox sigue consolidándose. Ha conseguido sus mejores resultados en el norte de la ciudad, como el PP, y por más esfuerzos que hace por entrar en los barrios obreros, hasta ahora no le ha dado frutos. Ha tenido leves avances: en San Blas del 7,2% al 7,8%; en Puente de Vallecas del 5,3% al 6,7% y en Usera del 6,5% al 7,4%.
El bloque de la “izquierda”, marcado por el castigo al gobierno
El desplome del PSOE es de 170.000 votos, pero la debacle es total, porque, aunque ahora hagan dimitir a Gabilondo y al secretario general del PSOE de Madrid, el varapalo es para Sánchez por los términos en que ha encarado a Ayuso. El resultado borra de un plumazo el relativo éxito de Illa en Catalunya. El fracaso de la operación Murcia, aceleró el desastre.
Sánchez, concedió a Ayuso el papel de antagonista, creyendo que así debilitaba a Pablo Casado, como con la famosa foto de las banderas en la sede de Comunidad en la Puerta del Sol, a fines de septiembre de 2020. Incluso la defendió cuando las manifestaciones en defensa de la sanidad pública recorrían los barrios obreros, respondiendo a las del barrio de Salamanca que enfrentaba al gobierno de Sánchez. Y es que ya en las previas, el Gobierno preparó un escenario favorable a la derecha, con el estado de alarma y la militarización de la crisis, que sólo tuvo la oposición de Vox -y sólo al principio de la CUP-PR-. La incomprensión de la izquierda –incluso la rupturista- del papel desmovilizador y represivo de la no separación del tema sanitario del represivo, tampoco ha ayudado.
Sánchez articuló la campaña, creyendo que, como en Catalunya, la podía diseñar desde la Moncloa para recoger el voto de C’s, a partir de utilizar el auge de Vox, para fomentar el miedo y proponerse como el antagonista al gobierno “de Colón”, y se le hizo decir a Gabilondo que no pactaría con Podemos… Cuando vio que el voto C’s se le iba al PP, cambió de discurso hablando del bloque de la “izquierda” y la unidad a la vez que tratando de promover el aislamiento de Vox, entrando en la disyuntiva marcada por Podemos y seguida por Mas Madrid: “democracia contra fascismo”. Esta concepción la desarrollamos extensamente en el artículo de este mismo periódico, pero además en la campaña, aparte del caso del cartel que tratamos allá, llevó a PSOE y Unidas Podemos a simplificar y caricaturizar a los votantes de PP y Vox. No se buscaron las raíces en sus políticas, en la realidad de los trabajadores que llevan meses sin cobrar los ERTEs o sufren los deshaucios,… sino que se entró en la descalificación, el desprecio y la prepotencia con todos aquellos que se rebotan con el gobierno, llegando a afirmaciones del tipo “quien no nos vota o es un facha o un pijo” o como dijo Monedero, quienes ganan 900 euros y votan a la derecha… «No son Einstein».
El ‘sorpasso’ de Más Madrid (MAS).
MAS, nació de la ruptura de Ibáñez y Errejón en 2019, alrededor de la figura de Carmena, llevándose la mayoría del partido en Madrid. Si se miran los resultados del 2019, el PSOE perdió la alcaldía a manos de Carmena, pero en la CCAA casi doblaba a MAS. Sin embrago ahora, sin el voto castigo de estar en el gobierno central, Más Madrid se ha convertido en el voto refugio de la izquierda y recoge 150.000 votos del PSOE. Ha sido el partido más votado de la izquierda en todos los distritos, salvo en los tres que gana el PSOE (Ciudad Lineal, Fuencarral-El Pardo y Villaverde).
El sorpasso es más claro en la capital que en el conjunto de la comunidad, denotando también un cierto carácter de clase. La formación de Mónica García ha obtenido en la ciudad de Madrid el 17,8% frente el 16,8% de Gabilondo, mientras que en el global de la CCAA su ventaja ha sido del 0,1%.
Morir en Madrid
El otro gran castigado por su gestión en el gobierno –como ya le ha pasado en todas las elecciones autonómicas de los últimos tiempos- es Unidas Podemos que, aun contando con Pablo Iglesias, que le comporta 80.000 votos más, queda como tercera fuerza y sin poder encabezar el hipotético bloque de izquierdas que desbancara a Ayuso. De salida, ya era la 3ª fuerza en 2019 y los retrocesos continuados del partido, presagiaban que el final de Podemos fuera en Madrid, su propia cuna, y que, como el de C’s, fuera sin siquiera entrar en el Parlamento autonómico. Iglesias evita esa disolución formal, pero es su final político, y el del espíritu de la formación que construyó.
La campaña de la derecha criminalizándolo, así como las amenazas con balas, han elevado aún más la tensión de la campaña, llegando a cúlmenes como la mesa redonda con la provocadora Monasterio de Vox. Pero la respuesta de Iglesias fue o abandonar frente a VOX, o lo de “democracia – fascismo”. Tras tanto atacar el “procés” catalán con eso de que despertaba el fascismo, ¿qué le parece que lo ha despertado en Madrid?
El proceso de burocratización y centralización de Podemos, que primero eliminó la vida de los círculos, y luego fue chocando y eliminando a sus oponentes a derecha e izquierda, ha dejado un partido escuálido, sin estructuras sólidas en que mantenerse y muy dependiente de un marcado personalismo. Dijimos que Podemos cerraba el círculo con su entrada en el Gobierno. Ahora, cuando Iglesias es consciente del final al que ha conducido a la formación, la deja en manos de quien sí mantuvo estructura política, el PCE, e IU. La muerte política de Podemos nos deja la enésima reconstrucción del stalinista partido comunista, o si se quiere la refundación de IU, ahora situado en el Gobierno.
Consecuencias políticas.
Se agudiza la crisis de gobierno. Sánchez se debilita, y su socio ha terminado en bancarrota y ha mudado a PC-IU, cosa que generará mayores roces aún con la derecha. Además, ha perdido a su muleta por la derecha, C’s, que le prestaba alguna estabilidad. Los elementos que se van desvelando de lo mandado a Bruselas, anuncian nuevas tormentas: pensiones, ahora pago de autopistas, … y de guinda la “derogación de la derogación de la reforma laboral” ¿Con qué socios conseguirá la estabilidad para aplicar los planes?
De un lado, el aislamiento empujaría al PSOE hacia acuerdos con ERC –como también parece con Otegui invitado al congreso de UGT de hace un mes-; pero eso se contrapone a la presión de la derecha con el avance de Casado y Vox. La situación se tensa más, con las presiones judiciales: el Tribunal Supremo, antes de posicionarse con los indultos, exige los asuman los presos políticos, asumiendo así el delito y la solicitud de perdón. La negativa de Cuixart y Forcadell y la no respuesta del resto, devuelve la pelota al tejado del TS, induciendo a desaconsejarlos y complicándole la resolución al Gobierno.
Sin embargo, la crisis del régimen no se reduce a la de gobierno. No estamos ante una recomposición del viejo bipartidismo que ha sustentado a la Monarquía desde el 78. Ésta está en sus peores momentos, y las tensiones con la ultraderecha en los entresijos del estado, están más en cuestión que nunca. La crisis de todos los partidos se agrava: el PSOE y PCE-IU-Unidas Podemos de un lado, ya lo hemos señalado. En el PP, este triunfo de Ayuso-Casado, que se recuperan de su debacle en Catalunya, no resuelve la crisis interna, mientras sigue el caso kitchen, los papeles de Bárcenas y la pugna con los sectores más centristas y próximos a Feijoo; es más, ¿hasta dónde el triunfo de Ayuso, no la hace pasar de socia de Casado a competidora? Además, el PP siente en su nuca, el aliento de Vox que avanza consolidándose e impregnando la política de los demás, y al que además, aunque sea con la abstención, precisa para gobernar Madrid, cosa que puede generarle costes. PSOE y PP no pueden volver a cubrir su papel y ni Más Madrid tiene capacidad para estructurarse a nivel estatal y sustituir ni Podemos, ni menos al PSOE, así que se sigue profundizándose una gran atomización.
Tampoco los resultados de Madrid son, como plantean Casado y Ayuso, “el primer paso hacia la Moncloa”, en el sentido de extrapolables al resto del estado. Lo demuestran las recientes en Catalunya o Euskadi. Al contrario, parece que nunca han estado tan alejados los resultados entre CCAA, profundizándose las grietas del estado entre ellas, como si también hubiera una polarización territorial. Por delante están las de Andalucía, que darán más elementos al análisis, y que ya se han puesto a rodar con las primarias en el PSOE, donde no debemos olvidar, Sánchez tiene su mayor oponente en Susana Díaz.
Mientras, ya hemos señalado que el gran ausente ha sido el polo de la izquierda, la alternativa de ruptura con el régimen y el capital. Impulsarla es la tarea.
*Sección de la UIT-CI en el Estado Español