Por Gil García, dirigente del partido Movimiento Alternativa Socialista (MAS) de Portugal
Seré breve en este triste día por la muerte de Otelo Saraiva de Carvalho. En primer lugar, mis condolencias a su familia y amigos.
Si hay una obra que permanecerá durante muchos siglos como noble y gigantesca, justa y necesaria, será aquella en la que Otelo fue un ‘jefe’ ineludible: el golpe militar del 25 de abril que derrocó la dictadura más larga de la historia en Europa, la dictadura fascista de Salazar y Caetano.
Es evidente que el propio 25 de abril (el golpe militar organizado por Otelo y sus «compañeros de armas») no fue el resultado estricto de un hombre, de un movimiento de capitanes o incluso del genio militar del autor del golpe. El 25 de abril de 1974 es el resultado de un conjunto de variables que llevaron a los propios militares implicados a producirlo.
La resistencia del pueblo portugués (obreros, campesinos y juventud estudiantil), aunque no fue el principal motor del golpe, no estuvo ausente en absoluto, especialmente en los últimos años de la dictadura. Por otro lado, lo decisivo fue la resistencia armada de los pueblos africanos que se levantaron heroicamente contra siglos de colonización y esclavitud. Este levantamiento, prácticamente simultáneo en Angola, Mozambique, Guinea y Cabo Verde, causó bajas sistemáticas en el ejército portugués, abriendo una crisis en la «moral de las tropas» encargadas de la represión y en el régimen en su conjunto. Todos estos factores «empujaron» a Otelo y a los demás a poner fin al régimen de Salazar.
En rigor, Otelo debe ser recordado con admiración y mérito por la preparación, desarrollo y éxito del golpe del 25 de abril. También es justo recordarlo por el papel que desempeñó ese día y por el papel histórico y progresista que representó ese «golpe» para la caída de un régimen. Un régimen de Pides, dictaduras, torturas, encarcelamiento y muerte.
Nunca me he sentido, ni he sido, un otelista de «corazón» y «razón» como he leído. Ni siquiera cuando se presentó a varias elecciones presidenciales, a pesar de que el movimiento que, bajo su aureola -bastante progresista- se desplegó, hubiese sido justo apoyarlo en su primera candidatura en 1976. Lo reconozco en las últimas décadas.
Sin embargo, en el periodo posterior al 25 de abril, Otelo, disculpen mi franqueza, cometió muchos errores y equivocaciones. Tal vez porque carecía de la formación política y teórica (y menos aún marxista revolucionaria -¡pero quién la tenía entonces!) para el reto que se abrió tras el golpe militar, es decir, para la revolución (no confundir con el golpe militar) que emprendió el pueblo en la calle, por su propia iniciativa y fuerza.
Desde el surgimiento de lo que se conoció como PREC (Proceso Revolucionario en Curso) es evidente que ni Otelo ni ninguno de los militares del MFA, o cualquier otro, estaban a la altura de las exigencias del proceso histórico en curso. Menos aún los partidos que supuestamente lo llevarían al prometido y anhelado (e incluso posible) «socialismo» o socialismo con libertad. Así, Otelo, el no preparado, no tardó en involucrarse en los COPCON (formados como materia de represión) aunque en la práctica tuvo un papel lleno de contradicciones y, en su peor fase, en la aventura injustificada y contraproducente del FP-25, como se les conoció.
Lo que no se puede conseguir con una revolución en las calles (por falta de una verdadera dirección revolucionaria), lo que no se puede conseguir con partidos que se autodenominan falsamente «socialistas», «comunistas», «democráticos y populares» o «comunistas reconstruidos» -las direcciones que fueron las más responsables del retroceso de la revolución portuguesa desencadenada el 25 de abril de 1974-, se podría conseguir aún menos con un puñado de «valientes» con armas en las manos.
Sin embargo, hoy lo más relevante es recordar el éxito del golpe que nos dio Otelo, el compromiso con grave riesgo de su vida en la preparación del mismo, para saludar la caída de un régimen dictatorial -¡en un momento en que nuevas fuerzas reaccionarias y neofascistas están en el terreno deseando volver al 24 de abril! -y esperar que las generaciones futuras puedan estar a la altura de los retos de una nueva revolución.