Más de un millón de argelinos dieron su vida en siete años de lucha encabezada por el FLN (Frente de Liberación Nacional). El ejército francés hizo escuela en represión masiva, tortura y ejecuciones, pero fue derrotado. Aunque la revolución triunfante se proclamó socialista, fue canalizada por sus dirigentes para mantener el capitalismo y pactar con sus antiguos opresores imperialistas.
En 1830 las fuerzas colonialistas francesas se instalaron en Argelia, desplazando al dominio turco. Colonos franceses se apoderaron de las mejores tierras y, junto a una pequeña aristocracia argelina formada en la colaboración con los turcos, aplastaron a la mayoría de árabes y bereberes, musulmanes y pobres, y desbarataron sus tradicionales lazos tribales y territoriales. Junto a una gran pobreza rural se fue formando una población asalariada. Y durante la primera guerra mundial miles de trabajadores viajaron a la metrópoli.
De Gaulle y la masacre de Sétif
El paso del tiempo fue agudizando las penurias de los argelinos. Lo ocurrido el 1º de mayo de 1945 en Sétif lo simboliza. Cerca de diez mil musulmanes celebraban el Día del Trabajador y los avances de los aliados contra el nazismo en Europa. Había carteles pidiendo la libertad del dirigente argelino Messali Hadj y la igualdad entre cristianos y musulmanes. Un accidente menor detonó el odio popular, y estalló una rebelión que se extendió a varias ciudades. Tropas francesas de tierra y aire reprimieron ferozmente, dejando más de veinte mil musulmanes asesinados. El general De Gaulle, que comandaba el gobierno francés en el exilio de Londres, dijo: “La sangre se seca pronto”. Se equivocó. En la década siguiente la resistencia fue creciendo.
La guerra de liberación nacional
Francia se debilitó ante el avance de la lucha anticolonialista en todo el mundo. En 1954 su ejército fue derrotado en Indochina. El 1º de noviembre de ese año, por primera vez, hubo numerosas acciones (ataques a destacamentos policiales y guarniciones, emboscadas, explosiones e incendios contra colonos) en distintos lugares del país. Así anunció su nacimiento el Frente de Liberación Nacional (FLN) encabezado por Ahmed Ben Bella y se comenzó a desarrollar la lucha armada, a través de la guerra de guerrillas urbana y rural.
Túnez y Marruecos se independizaron en 1956. Ese mismo año, Francia sufrió junto con Inglaterra la derrota de Suez, cuando invadieron Port Said para doblegar al egipcio Nasser e impedir la nacionalización del Canal.
A medida que se fortalecían las acciones de resistencia en las ciudades y las zonas rurales, el ejército iba perfeccionando sus técnicas de “contrainsurgencia”, ya utilizadas contra el pueblo vietnamita en Indochina.
En 1956-1957 tuvo lugar lo que se conoce como la «Batalla de Argel » (Ver recuadro). En el populoso barrio musulmán llamado la Casbah, bastión de la resistencia, comenzó un operativo de los paracaidistas franceses del general Jacques Massu, casa por casa, de exterminio, tortura, ejecuciones sumarias. En esos momentos gobernaba Francia el partido “socialista” (la socialdemocracia) y como ministro de Justicia el futuro presidente Francois Miterrand legalizaba la tortura sistemática. Fue condenado a muerte y ajusticiado un trabajador argelino europeo del FLN junto a dos argelinos. El PC avaló ese crimen. En 1958 hubo una crisis política, que luego de varios meses culminó con De Gaulle nuevamente presidente. Había asumido con el apoyo de la población colonial argelina y los sectores más conservadores y de derecha de Francia.
El FLN toma el poder
Nada paraba la rebelión anticolonial del pueblo argelino. Su causa iba ganando apoyo en el mundo. Su principal vocero era Franz Fannon, intelectual francés nacido en Martinica, junto a Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Simone Signoret, Ives Montand, entre otros. La población de la metrópoli ya estaba cansada de la guerra sin fin. Al iniciarse la década del 60 hasta el PC francés se había sumado al apoyo a la liberación de Argelia.
En la colonia la situación se había polarizado. La pequeña minoría francesa se abroqueló en la defensa de sus privilegios, volcándose cada vez más al fascismo. Su base más plebeya fueron los “pied noirs”, colonos pobres (franceses y también algunos de otros países como España o Italia) que seguían creyendo que los salvaría la potencia colonial. Por su parte, De Gaulle percibió que se aproximaban a otra derrota como la de Indochina y comenzó a negociar una salida decorosa. Esto dio lugar a levantamientos del ejército colonial contra De Gaulle en 1960 y 1961. Los colonos formaron la siniestra OAS (Organization de l´Armeé Sécrete) y se lanzaron al terror fascista.
En marzo de 1962, en la ciudad francesa de Evian, se reunieron los representantes franceses con la conducción del FLN (hasta ese momento totalmente ilegalizado y perseguido). El 18 de marzo se firmó el alto el fuego, el reconocimiento de la soberanía argelina y una amnistía generalizada. La revolución había triunfado.
Represión «a la francesa» y La Batalla de Argel
En 1965 se estrenó una película que pasó a la historia. “La batalla de Argel” era una coproducción italo-argelina, que mostraba en forma prácticamente documental la lucha calle a calle y casa a casa de los paracaidistas franceses contra la población insurrecta del FLN en 1957. Se denunciaba ante el mundo la “eficacia” francesa, especializada en la tortura masiva, las ejecuciones sumarias y las desapariciones. “Datos pequeños o sueltos, arrancados a mucha gente”, era la consigna para hacer un fichaje masivo. Así iban llenando “casilleros” con los que intentaban completar sus organigramas de los dirigentes del clandestino FLN. La monstruosidad de la tortura individual se mostró en la película “Dyamila”, el caso de la joven del FLN Dyamila Boupachá, sometida a espantosas vejaciones, cuyas memorias fueron difundidas en 1962 por Simone de Beauvoir.
En las zonas rurales, la represión sistemática la llevaban a cabo haciendo una cuadrícula de los territorios donde actuaban los rebeldes, dividiendo en zonas, y utilizando la relocalización masiva de las poblaciones con el objetivo de desbaratar sus bases de apoyo. Los operativos incluían también la instalación de corredores de alambres de púa y fortificaciones, para dificultar los desplazamientos y, particularmente, impedir el acceso a las playas del mar y a las fronteras “amigas” de Túnez y Marruecos.
Por su acción represiva en Argelia, y a pesar de su derrota en Indochina, el ejército francés fue ocupando un papel de instructor para los genocidas del mundo. Desde Buenos Aires comenzaron a enviar cadetes a entrenarse en Argel a partir de 1958. Videla y los demás genocidas del “proceso” se nutrieron de la “escuela francesa”. Bignone viajó a hacer cursos. Y los mismos inspiraron la siniestra Operación Cóndor.
La revolución abortada
La nueva Constitución proclamó que se continuaría “la senda de una revolución democrática y popular”, orientada “conforme con los principios del socialismo y del ejercicio efectivo del poder por el pueblo”. Se reivindicó la “fuerza espiritual del Islam”, pero garantizando el respeto a la libertad de culto.
La conducción nacionalista pequeñoburguesa del FLN no fue consecuente con estos conceptos. Su concepción de “socialismo” se concretó en la “cooperación” con Francia, el opresor colonial. El “poder del pueblo” sólo fue el control burocrático y vertical de los trabajadores y sectores populares, impidiendo el desarrollo de libertades y democracia para las nuevas organizaciones de masas surgidas con el triunfo de la revolución. Se desaprovechó la inmensa oportunidad de avanzar en una auténtica revolución socialista que hubiera impactado a las masas árabes y de todo el mundo.
Así lo sintetizaba Nahuel Moreno.
“El FLN argelino, por ejemplo, desde su posición de gobierno obrero y campesino retrocedió a la reconstrucción del estado burgués. Argelia era una colonia del imperialismo francés que gracias a la guerra de guerrillas logró liberarse. El gobierno del FLN se transformó en obrero y campesino contra su voluntad expresa, ya que no fue él quien rompió con la burguesía y sus partidos, sino la burguesía con él. Casi la totalidad de la burguesía, que era francesa o blanca, huyó de Argelia aterrorizada por el triunfo árabe, y se negó a volver, dejando solo al FLN, sin partido ni clase burguesa para hacer un gobierno de frente popular, como era su intención. El imperialismo francés (y mundial) maniobró con habilidad, haciéndole toda clase de concesiones al nuevo régimen obrero y campesino. Esta política le dio un resultado extraordinario, ya que logró que el FLN reconstruyera un estado burgués semicolonial, dependiente del imperialismo francés y norteamericano, en lugar del estado colonial anterior.” (Revoluciones del siglo XX)