Por: Roberto Mendoza (Movimiento Socialista de los Trabajadores) – 2/5/2012
Y no sólo por temblores. Chile está dejando atrás un largo periodo de estabilidad elogiado por el imperialismo y la burguesía de la región en lo que, para ellos, era un ejemplo a seguir: un modelo económico neoliberal «exitoso» y un régimen binominal y de «acuerdos» ejemplar al lado de la debacle de los demás regímenes latinoamericanos.
En 2010 la Alianza(1) no ganó las elecciones, sino que fue la Concertación(2) la derrotada. No hubo un giro a la derecha de las masas, sino más bien una profunda ruptura de éstas con la Concertación. Por ello el Gobierno de Piñera es aún más débil que el anterior y las masas siguen su ascenso iniciado años atrás.
Una situación revolucionaria abierta
El masivo levantamiento estudiantil y las luchas territoriales del año pasado y de éste año sólo se entienden por la situación revolucionaria que vive el país, en sintonía con la situación revolucionaria mundial. Las masas están planteando el problema de cómo y quién gobierna, aunque aún no lo hagan conscientemente por la falta de una dirección revolucionaria. Por eso el apuro que tienen gobierno y «oposición» en cocinar una nueva tanda de reformas políticas o tributarias.
En Chile hay una situación revolucionaria cuyos elementos más desarrollados son la crisis de las instituciones que sustentan el régimen y las movilizaciones que, aunque todavía son sectoriales (estudiantiles, ambientales, salariales) o territoriales (Magallanes, Calama, Aysén) desbordan esa camisa de fuerza. Es revolucionaria, porque estos dos elementos, por si sólo abren la posibilidad de que se paralice o caiga cualquier gobierno concertacionista o aliancista o incluso el régimen que comparten.
La derrota de la Concertación
Después que Pinochet perdiera el plebiscito de 1988, con ayuda del Papa, la DC, el PS y el PC, el imperialismo yanqui impuso un régimen reaccionario al servicio de esa potencia y los grandes grupos económicos locales que lo acompañan como socios menores en la explotación de los trabajadores y los recursos naturales del país.
El PC y el PS dirigieron las protestas nacionales convocadas contra Pinochet por el Consejo Nacional de Trabajadores (CNT), organización sindical antecesora de la actual CUT (Central Unitaria de Trabajadores) (3). Esos dirigentes se unieron con la DC, el Radicalismo y un nuevo partido socialdemócrata, el PPD, para montar un gobierno de tipo frentepopulista con una política totalmente neoliberal: la Concertación, que gobernó 20 años a partir de 1990.
Su objetivo principal fue frenar las demandas populares y continuar la política económica de Pinochet y por años lo lograron. Les favoreció la combinación de cuatro elementos: 1.- El control burocrático impuesto por la CUT en el movimiento obrero, 2.- Las privatizaciones, destacando la del sistema de pensiones, que ha financiando todos estos años al mercado de capitales, 3.- La eliminación de importantes conquistas sindicales, 4.- la relativa confianza de las masas populares –impuesta por todas las direcciones- de que mediante negociaciones habrían cambios en el país.
La expansión de la economía yanqui que dio origen a un boom económico en Chile con tasas extraordinarias de crecimiento (8%) duró hasta el segundo Gobierno de la Concertación, el de Frei. Las masas comenzaron a impacientarse frente a la desigualdad y la falta de libertades democráticas. El posterior triunfo de Lagos (PS-PPD) marcó el inicio de la crisis de la DC que había conseguido liderar los dos gobiernos anteriores.
Lagos intentó introducir la flexibilización de la jornada laboral, pero el llamado que debió hacer la CUT al primer paro nacional en democracia logró detenerlo. Buscando mantener su prestigio en declive retocó la Constitución de Pinochet y le agregó su firma. Con todo, logró introducir el AUGE (privatización encubierta de la Salud) y el Transantiago (entrega del transporte metropolitano a tres o cuatro operadores monopólicos) y entregar a la banca el negocio del crédito universitario, a pesar de la resistencia de los trabajadores de la salud, los microbuseros y los estudiantes.
Sin romper aún con la Concertación, las masas giraron a la izquierda y pusieron sus esperanzas en Bachelet, ex ministra de Lagos e hija de un general allendista torturado y asesinado por la dictadura de Pinochet.
Las masas ya habían perdido la paciencia. Los trabajadores subcontratistas (tercerizados) del cobre que habían iniciado su lucha contra Lagos siguieron ahora contra Bachelet logrando algunas conquistas, los trabajadores forestales protagonizaron una sangrienta lucha que les costó un mártir, los deudores habitacionales que venían de conseguir condonación de sus deudas con el estado siguieron luchando, ahora por los endeudados con la banca, con multitudinarias marchas. En otro plano se daba la larga lucha los indígenas mapuches por sus tierras, con varios heridos y muertos.
Entre estas movilizaciones sobresalió «el pingüinazo»(4) que el 2006 puso a Bachelet en apuros botándole dos ministros. La crisis fue salvada por las maniobras del PC y el PS dentro del movimiento estudiantil. Se ganó tiempo, a costa de la crisis de la Concertación y el PC.
La derrota del ex presidente Frei, candidato de la Concertación, no fue casual. Las masas siguieron girando a la izquierda y para castigar a la Concertación votaron por Piñera, con la conciencia de que cualquier conquista sólo se obtendría luchando en las calles. Pareciera una contradicción decir que las masas giraron a la izquierda si votaron por la derecha, pero se comprende si analizamos las cosas más profundamente. Las masas giraron a la izquierda, porque al romper con la Concertación expresaron en los hechos, aún cuando no lo tengan claro, que ya no esperan de ese bloque solución a sus problemas, minando la estabilidad del régimen y del propio gobierno de Piñera por el cual votaron. Por eso, frente al primer problema serio, el del terremoto de Febrero de 2010, al dejar de contar con los bienes de consumo básico, las masas salieron a las calles a conseguirlos sin esperar a nadie. Y eso es lo que ha sucedido con todos los problemas importantes, como las alzas del gas en Punta Arenas, el alto costo de la educación, que gatilló la rebelión estudiantil y universitaria del año 2011-2012 y el centralismo que abandona las provincias, reflejado en la reciente y heroica lucha de los habitantes de Aysén.
Hoy, las direcciones identificadas con la Concertación la acompañan en su crisis: la CUT, pactando con los grandes empresarios y con escaso apoyo de masas. El PC, debilitándose y -a pesar de la popularidad de Camila Vallejos(5)- perdiendo el control de importantes federaciones estudiantiles. Hasta la Iglesia, antigua mediadora en los conflictos, se encuentra desprestigiada por varios escándalos de pedofilia.
La Concertación y sus partidos viven su peor momento. La DC, el PS y el PPD, fuera del poder estatal y sus prebendas, están divididos entre ellos y rogando por el regreso de Bachelet de su cómodo puesto en las Naciones Unidas.
La crisis económica mundial y las demandas de los trabajadores
Para dar nuevo impulso a la economía y evitar que la crisis la paguen los grandes grupos económicos, el gobierno (entregando migajas de vez en cuando) intenta que los trabajadores sean los que paguen, alzando el transporte, los combustibles y los alimentos. Sin embargo, cada vez más trabajadores han salido a la huelga para exigir reajustes y de entre ellos sobresalen los mineros del cobre.
A estas movilizaciones, y con carácter masivo, se suman las de la pequeño burguesía y la juventud en contra de las centrales termoeléctricas e HidroAysén(6), que dificulta los planes del Gobierno y las inversiones de los grandes grupos económicos.
La movilización por educación gratuita
Esta movilización es continuidad del «pingüinazo», superándola en extensión y demandando gratuidad y denunciando el endeudamiento. La radicalización de esa lucha y el gran apoyo conseguido explica -a un año de su inicio- que siga abierta y que ningún dirigente pueda desviarla. Las tomas y marchas son formas embrionarias de doble poder que el gobierno debe tolerar sin que la represión pueda hacer mucho. Pero el movimiento debe derrotar el acuerdo que existe desde el PC a la UDI en favor de la educación privada y la mantención del régimen.
En Chile el trotskismo ha sido la única corriente capaz de recoger la demanda de las masas por educación gratuita. Ni la ultraizquierda, ni las corrientes centristas han sido capaces de levantarlas, apoyando de una u otra formas variantes de educación privada que los aparatos levantan(7).
Las perspectivas
Hoy los estudiantes han vuelto a las calles y las barricadas en Aysén se han apagado momentáneamente en espera de respuesta del gobierno. Las luchas apuntan contra la esencia del régimen y por eso la Concertación, la Alianza y el PC no podrán enfrentar con la misma tranquilidad que antes estos años electorales(8).
Si bien las elecciones sirven a la burguesía para desviar el descontento popular, existen ahora dos grandes interrogantes: 1) el crecimiento del padrón electoral, que sube de siete a trece millones de electores incorporando a 5 millones de jóvenes ¿Podrán las masas, en especial la juventud y los trabajadores llevar sus luchas hasta derrotar el régimen y la constitución de Pinochet-Lagos en medio de elecciones? y 2) la extrema dificultad de las masas de presentar candidaturas independientes fuera de los partidos tradicionales legalizados, en su mayoría repudiados -junto con el gobierno- en todas las encuestas y que las lleva a seguir movilizándose por fuera de la institucionalidad burguesa. ¿Podrán encontrar y construir nuevas direcciones consecuentes?
Las respuestas la tienen las mismas masas. Entre ellas, y sus mejores luchadores, busca construirse el MST.
NOTAS
1. La «Alianza» la conforman la UDI (Unión Demócrata Independiente) y RN (Renovación Nacional), partidos patronales herederos del pinochetismo.
2. La Concertación la conforman la DC (Democracia Cristiana), el PS (Partido Socialista), el PPD (Partido por la Democracia, socialdemócrata) y el Partido Radical (socialdemócrata).
3. En Chile hay 7 millones de trabajadores y la CUT agrupa a un 10% de la fuerza laboral. Dirigida por el socialista Martínez, se apoya en el PC, el PS y parte de la DC.
4. Gigantesca movilización de estudiantes secundarios, llamados «pingüinos» por sus uniformes.
5. Dirigente estudiantil de la FECH, Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, la más importante del país.
6. Proyecto de cinco grandes centrales hidroeléctricas que dañarán la Patagonia.
7. Ello se refleja incluso en la molestia del nuevo presidente de la FECH, Gabriel Boric, que considera que «la patología de pedir educación gratuita ahora es propia de un sector de la izquierda…del trotskismo». Por su parte el PC y la Concertación piden sólo «más créditos y más becas».
8. En octubre de este año habrá elecciones municipales (alcaldes y concejales) y en el año 2013 habrá elecciones presidenciales. En el gobierno se desató la campaña presidencial entre algunos ministros de Piñera, lo que debilita aún más a éste.