Por: La Protesta (Bolivia) – 6/5/2012
El 1º de mayo el presidente Evo Morales pronunció un discurso que envidirían los impulsores del neoliberalismo, que no se animaron a decir en su moment Margaret Thatcher, o Ronald Reagan, ni Menem en Argentina, ni siquiera el boliviano «Goni» Sánchez de Losada, que hablaba como un gringo recién llegado y que fue merecidamente expulsado del poder por una insurrección popular.
Nada menos que en el día que conmemora la lucha por la jornada máxima de 8 horas diarias de trabajo, el presidente boliviano que se ha autotitulado «socialista comunitario» y hasta «marxista leninista», puso como ejemplo a los que trabajan «desde el amanecer hasta que el sol se va» y afirmó que esto era para hacer «progresar a Bolvia», dando a entender que los que trabajan «sólo» 8 horas son unos «flojos».
Esta jornada laboral de 12 o 14 horas, que lamentablemente es una realidad en Bolivia, tanto de trabajadores informales, como de campesinos, choferes y gremiales (pequeños comerciantes) no debería ser reivindicada como algo bueno por ningún gobernante y mucho menos por alguien que construyó su poder político hablando de los derechos del pueblo y supuestamente enfrentando a los gobiernos e ideas neoliberales. Hubiera sido bueno escuchar que el presidente Evo Morales hablara de esta realidad boliviana como de algo que debería quedar en el pasado coloial y de explotación, para anunciar que su gobierno hará todo lo posible por terminar con esto lo antes que sea posible.
Hay que recordar que el capitalismo impuso en territorio de la actual Bolivia hace 500 años la jornada de trabajo hasta la muerte, en las minas de Potosí, con la «mita». Ocho millones de indígenas encontraron la muerte trabajando en los socavones del Cerro Rico de Potosí, sacando plata para España y Europa. Y en el presente, muchos patrones no respetan en lo más mínimo las 8 horas ni las leyes laborales, que también rigen en Bolivia, que estipulan la jornada laboral de 8 horas.
Este discurso del presidente no fue algo episódico, que se «fue de lengua» un momento. Porque hace dos semanas dijo prácticamente lo mismo el vicepresidente Alvaro García Linera, quien presume de ser experto en marxismo. En ambos la idea es que la superexpotación de trabajo contribuye a la riqueza de las naciones. La verdad histórica es que el sobretrabajo sólo a contribuido a las riquezas de las transnacionales y de los países imperialistas. Que en los países que rigen jornadas laborales de 12 a 14 horas, no sólo no hay progreso humano, sino que está en pleno retroceso la calidad de vida. Un ejemplo principal y evidente es la actual China que brilla en las estadísticas macroeconómicas, pero cuyos 200 millones de obreros están sometidos a un régimen semiesclavista. Hace dos años fue noticia la ola de suicidios de jóvenes de 20 a 22 años, trabajadores de Foxcom, una gigantesca industria china, que alberga a 200.000 obreros, que en la fábrica tienen su casa y que sólo muy de tanto en tanto pueden salir para tener su vida privada. Estos modernos esclavos se parecen a aquellos mitayos del potosí del siglo XVI. En su senilidad el capitalismo reproduce agravados todos los males de su infancia.
Se les cae la careta a los presidentes supuestamente «progresistas» pero que defienden al capitalismo.
Lamentablemente, no creemos que sea casual, el discurso del presidente y vicepresidente de Bolivia. Ellos se proponen destruir los derechos laborales en Bolivia en consonancia con los planes del capitalismo global. Hoy de los trabajadores de salud pública, mañana de todos los trabajadores. No les será fácil. Los trabajadores bolivianos tienen una amplia experiencia de lucha.