Por Miguel Lamas – 1-8-2012
La rebelión popular en Siria contra la sanguinaria dictadura de Bashar Al Assad se generaliza en forma de abierta lucha armada, pasando de las pequeñas ciudades a las más importantes: Damasco, la capital, y Alepo, que fue tomada en un 50% por los rebeldes y luego ferozmente bombardeada por tropas del régimen.
Después de más de un año de manifestaciones pacíficas que fueron sistemáticamente reprimidas a balazos por el ejército y la policía de la dictadura, la rebelión tomó las armas. Miles de jóvenes trabajadores, artesanos, profesionales, pequeños comerciantes, se han lanzado a la lucha y han llegado a controlar barrios de Damasco y de Aleppo, una de las ciudades más antiguas del mundo y capital económica del país.
Soldados, suboficiales y oficiales, incluso un importante general, desertaron y muchos de ellos están combatiendo contra la dictadura.
El 18 de julio una bomba colocada por un soldado vinculado a la resistencia mató a cuatro jerarcas del régimen reunidos en la sede de la Seguridad Nacional. Entre ellos, el ministro de Defensa, general Dawould Rajh y el general, Assef Shawkat, cuñado de Assad y ministro del Interior.
El régimen utiliza helicópteros blindados provistos por Rusia, y aviones, contra barrios de Damasco y Aleppo en los que se atrincheran rebeldes. Esto le permitió recuperar áreas, especialmente en Damasco, al costo de matar, herir o expulsar también a los habitantes civiles no combatientes. Lo que no logra es derrotar a los rebeldes que día a día se fortalecen y aparecen en nuevas áreas, incorporando a más combatientes, incluyendo militares desertores, y contando con apoyo popular creciente.
El Ejército Sirio Libre (ESL) es el nombre genérico que agrupa a los combatientes, aunque es bastante heterogéneo y poco centralizado. Su conducción está compuesta por oficiales desertores que están proponiendo un gobierno de transición del propio ESL.
Buscan una salida acordada a espaldas del pueblo
La ONU había enviado hace meses a 300 «observadores» para un supuesto cese del fuego que jamás se cumplió. Esto le dio tiempo a la dictadura para profundizar la represión tratando de aplastar la rebelión. Pero no lo logró.
El avance de la resistencia popular y los síntomas de derrumbe del régimen precipitan ahora todo tipo de apuradas negociaciones. La semana pasada el Consejo Nacional Sirio, una coalición de diferentes agrupaciones y personalidades, fundamentalmente del exilio y ligadas al imperialismo, entre ellos los Hermanos Musulmanes, se reunió en Moscú con el gobierno ruso, que es el principal apoyo del régimen sirio. El embajador ruso en Francia había anunciado antes, que Al Assad estaba dispuesto a renunciar… pero «en forma civilizada». Después, el CNS planteó formar un gobierno de unidad nacional con algunas figuras del régimen y de la oposición. Algo parecido dijeron los gobiernos de la Liga ´´Arabe, Francia e Hillary Clinton.
Mientras tanto, Estados Unidos denuncia que hay «infiltrados» de Al Qaeda en la resistencia, que es lo mismo que dice la dictadura y también habla de una salida «acordada». Evidentemente una salida muy lejana a la que aspira el pueblo. La cual rechazamos y llamamos a luchar hasta la caída definitiva de Al Assad.
Batalla de Aleppo: ¡Abajo la dictadura!
Al cierre de esta edición se combate en Alepo barrio por barrio. Edificios completos son demolidos por las bombas y cohetes lanzados por los aviones y helicópteros del ejército de Al Asad. En los barrios en manos de la insurrección se ha organizado una precaria administración del reparto de alimentos (incluso congelaron el precio del pan) y atención sanitaria. Saben que la batalla es a vencer o morir.
Llamamos a extender la solidaridad popular internacional en la lucha contra la dictadura y contra cualquier intervención imperialista. Es urgente que la ayuda popular que está llegando desde países vecinos, especialmente de Turquía y Líbano, se multiplique y que, especialmente en Túnez, Egipto y Libia, los pueblos exijan a los gobiernos la entrega de armas a los rebeldes y que faciliten la llegada de voluntarios para combatir a la dictadura. La caída de Assad por la lucha revolucionaria del pueblo fortalecería el proceso de toda la revolución árabe que se inició en Túnez. Incentivaría la lucha contra las dictaduras que quedan en la región y debilitaría al sionismo. Y ayudaría a seguir la lucha por lograr gobiernos de los trabajadores y de los pueblos.
Exigimos a todos los gobiernos y, particularmente al de Cristina Kirchner, que guarda un silencio cómplice, la inmediata ruptura con la dictadura siria.
¿De dónde vienen las armas y combatientes rebeldes?
La dictadura siria y algunos medios y gobiernos supuestamente de izquierda, en primer lugar de Cuba y Venezuela, atribuyen lo que ocurre en Siria a la influencia y armas de la CIA o de mercenarios de Qatar, Arabia Saudita, Turquía o Al Qaeda.
Ciertamente es evidente que el imperialismo, Turquía y la Liga Arabe tienen acuerdos con sectores de la oposición, específicamente en el Consejo Nacional Sirio en el exilio, para lograr una salida favorable a sus intereses. Pero el hecho fundamental que ocurre en Siria es la rebelión popular que se armó en muchos casos, quitándole las armas a los policías y militares o gracias a los desertores del ejército.
«Tengo 12.000 hombres bajo mis órdenes, pero sólo la mitad tiene un arma y se pasan los kalashnikov (fusil ruso) entre ellos «, dice Abu Ahmad, jefe militar rebelde del norte de Siria. «No tenemos ni cañones antitanques ni antiaéreos», remarca, frente a los blindados, helicópteros y aviones de Bashar Al Assad» (Clarín 28/7).
Abu Jamse de Aleppo, antiguo propietario de un restaurante reconvertido en miliciano, informa que «Ayer noche [el jueves] llegaron 82 tanques». Ante la previsible acometida, los rebeldes están erigiendo decenas de barricadas, abriendo pequeños centros de asistencia en mezquitas y escuelas. «Es cierto que tendremos que enfrentarnos a ellos con cócteles molotov, pero somos superiores: tenemos a Dios de nuestro lado», sentencia Abu Jamse (corresponsal de El Mundo, Madrid, 29/7).