En estos días estalla el descontento popular en Cisjordania- Palestina contra el alza de precios y la política económica del gobierno de la Autoridad Nacional Palestina.
Miles de jóvenes salen a manifestar contra el gobierno encabezado por el primer ministro Fayad, de la Autoridad Nacional Palestina. Con un evidente parentesco con las revoluciones árabes, este movimiento se da de hecho bajo la ocupación israelí, contra el régimen de la ANP que hoy es un régimen subordinado al ocupante. Esta nota analiza la situación.
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10-09-2012
La política económica de Fayad contribuye a la ocupación
Patrick O. Strickland
Al-Ajbar (edición en lengua inglesa)
Traducción para Rebelión de Loles Oliván.
El campamento de refugiados de Aida en Cisjordania ocupada por Israel, donde viven cerca de 4.000 palestinos desplazados, está ubicado justamente entre el Muro de separación, cada vez más amplio, y un deslumbrante hotel de cinco estrellas financieramente asequible solo para la élite palestina económicamente privilegiada. Atrapados entre un vulgar despliegue de riqueza y un destacado símbolo de sus 45 años de encarcelamiento bajo la asfixiante ley marcial, los residentes de Aida viven en condiciones que son un microcosmos de la vida bajo el gobierno de la Autoridad Palestina.
En lugar de avanzar en la lucha por la autodeterminación palestina, el enfoque de paz económica dirigido por el primer Ministro de la Autoridad Palestina (AP), Salam Fayad, ha acelerado en gran medida la continua colonización israelí de Cisjordania.
En 2007, tras las elecciones parlamentarias del año anterior dominadas por Hamas, el presidente de la AP Mahmud Abbas destituyó ilegalmente al democráticamente elegido primer Ministro Ismael Haniyeh, de Hamas. Bajo una enorme presión de Israel y de sus aliados occidentales, Abbas nombró a Salam Fayad, quien fuera economista del Banco Mundial vinculado estrechamente con políticos occidentales, como primer Ministro de un nuevo gobierno de emergencia. Hasta hoy, no se han celebrado elecciones.
El alarde absurdamente antidemocrático —e ilegal— de autocracia de Abbas estuvo motivado por las amenazas estadounidenses y europeas de cortar la cuerda de salvamento financiero de la AP. Como era de esperar, mientras los políticos estadounidenses y europeos daban discursos en los que castigaban a países como Irán y Siria por su falta de gobierno representativo, sobornaban a la AP para que abandonase su mandato democrático.
Los medios de comunicación corporativos repitieron con entusiasmo la cantinela dando un lustre casi totalmente acrítico sobre Fayad y su plan para establecer un Estado palestino independiente a través de un enfoque de paz económica etiquetado por muchos comentaristas como “Fayadismo”.
El periodista de The New York Times Thomas Friedman, quien elogió a Fayad en una serie de editoriales, se refirió al enfoque de la paz económica de Fayad como “la verdadera revolución palestina”. Friedman escribió que Fayad, a diferencia de otros aliados árabes de Estados Unidos, no “carece de valor ni de visión”, y que es “popular” porque tiene como objetivo construir instituciones honestas y “unidades policiales y paramilitares eficaces”.
En resumen, a través de una industrialización acelerada y de un enfoque centrado en el sector privado, Fayad pretendía alcanzar un nivel de independencia económica que una vez logrado haría que Israel fuera incapaz de negar a los palestinos un Estado independiente en Cisjordania (dejando Gaza aparentemente para una fecha posterior). Su estrategia incluía limpiar la AP de corrupción, fomentar la lucha no violenta contra la ocupación israelí, atraer inversiones en centros urbanos, y una cooperación estrecha con los israelíes en materia de seguridad. A través de todo ello, Fayad pronunció audazmente que la tan esperada soberanía palestina se materializaría en 2011.
Influenciado por los desastrosos mitos neoliberales, el desarrollo gestado por la política del no electo Fayad —irónicamente ensalzada por el economista israelí Yitzhak Gal como “de abajo a arriba”— está demostrando ser tan duradero como un castillo de arena.
Los partidarios de los progresos realizados bajo la supervisión de Fayad, que apuntan al ascenso de casi un 8% del Producto Interior Bruto (PIB) entre 2008 y 2011, tienden a pasar por alto su falta de estabilidad —el crecimiento del PIB ha estado impulsado casi en su totalidad por la ayuda de donantes internacionales, de la que la AP depende totalmente para mantenerse a flote.
La brecha de la desigualdad económica de los palestinos de Cisjordania ha aumentado drásticamente creando un impedimento económico que opera como otro muro para la genuina unidad popular. Además, dado que el gobierno de Abbas-Fayad fomenta planes de desarrollo como el de Rawabi, una ciudad proyectada cerca de Ramala, llama a las familias en apuros a que se trasladen, a que pongan sus bienes como garantía de la deuda y a que realicen peligrosas inversiones en un entorno económico trepidante.
Debido a un énfasis excesivo en el desarrollo urbanístico, el paisaje rural, amplias áreas del cual están situadas en el 60% de la Cisjordania controlada completamente por Israel, ha estado sometido a un asombroso grado de negligencia. La excesiva presión económica que sufren muchos palestinos desesperados por conseguir empleo ha dado lugar a una migración a gran escala hacia centros urbanos como Ramala.
En otras palabras, las mismas políticas económicas traicioneras de muchos países occidentales —de aquellos que propiciaron la extrema concentración de la riqueza en manos de una pequeña élite, las crisis de la vivienda y una crisis económica que ha causado un perjuicio global— se están aplicando ahora en Palestina.
Si se considera asimismo la rápida expansión de los asentamientos israelíes, el enfoque de Fayad parece asistir al gobierno de Israel en sus esfuerzos de limpieza étnica al empujar a los palestinos a enclaves semi-soberanos que son efectivamente bantustanes.
La economía palestina no puede florecer bajo la bota de Israel, que controla completamente el flujo de todas las importaciones y exportaciones, recoge y transfiere los impuestos (a menudo reteniéndolos como castigo político), y restringe el movimiento del capital humano. Ahora que el poder adquisitivo medio de los palestinos es menor de lo que era en 2005, en las postrimerías de la Segunda Intifada, debería quedar claro que esto es una manifestación nauseabunda de falta de lógica.
La premisa básica sobre la que se construye todo el edificio estratégico de Fayad es errónea en su misma esencia: no hay un ápice de credibilidad en la noción de que el desarrollo forzará de alguna manera a los israelíes a retirarse.
Para empeorar las cosas, se dice que las fuerzas de seguridad de la AP operan con un nivel de eficiencia tal que ha permitido que el ejército israelí elimine cientos de puestos de control y bloqueos de carreteras en Cisjordania. En efecto, se contrata a palestinos para hacer cumplir la ocupación ilegal de Israel mientras que Estados Unidos y otros donantes pagan la cuenta del desarrollo y la seguridad.
El impacto de las luchas populares contra la mano de hierro de Israel ha quedado directamente minado por el enfoque de paz económica de Fayad. Aunque los últimos años marcaron el comienzo de un nuevo e inspirador período de resistencia palestina no violenta, los retos que plantea la lucha palestina contra la ocupación israelí han sido mitigados por los esfuerzos económicos y políticos del régimen de Abbas-Fayad. En otras palabras, a pesar de la gran expansión de los asentamientos, del aumento en las demoliciones de casas y de la confiscación de tierras palestinas, la ocupación se ha vuelto menos costosa para Israel.
Particularmente en el último año, los palestinos han recreado muchas de las estrategias no violentas de la Primera Intifada —sentadas, marchas, huelgas de hambre— y han desarrollado nuevos medios creativos de resistir al horrible sistema de segregación impuesto en Cisjordania tras los Acuerdos de Oslo. Si estas valientes luchas se complementaran con una desvinculación económica y política completa de Israel, los palestinos podrían dar un golpe potencialmente radical a las instituciones de la ocupación.
La alternativa es continuar por el camino actual personificado por Abbas y Fayad: una absoluta falta de progreso político, una estratificación económica acelerada, y una colonización expeditiva de las últimas áreas del asediado territorio palestino. De no adoptarse un nuevo método, la AP desarrollará los centros urbanos de Cisjordania justo a tiempo para que Israel se anexione, de una vez por todas, los restos serviles de Palestina a precio de saldo.
Patrick O. Strickland, periodista, es corresponsal de BikyaMasr en Israel-Palestina.
Fuente: http://english.al-akhbar.com/content/fayyads-economics-aids-israeli-occupation