11 de septiembre.- Un ataque rebelde dejo en ruinas el consulado yanqui en la ciudad libia de Bengasi, este martes en la noche. El embajador estadounidense y tres funcionarios diplomáticos fueron muertos en un vehículo, al intentar huir del consulado, que posteriormente fue quemado. El ataque coincidió con protestas llevadas a cabo en Libia y Egipto contra una película racista realizada por un sionista residenciado en los EEUU. Como resultado de las revoluciones que han triunfado en esos dos países, se ha fortalecido el sentimiento antiimperialista en la población y los gobiernos que han surgido son relativamente débiles, incapaces de contener la movilización popular.
Bengasi fue el bastión rebelde al inicio de la revolución contra el dictador proimperialista Muamar Kadaffi, quien colaboraba activamente con la CIA para perseguir a «terroristas. Incluso había hecho un acuerdo público con el gobierno de Bush en el 2008 para la «lucha antiterrorista».
El presidente yanqui, Barack Obama, prometió que su gobierno vengaría la acción de los rebeldes libios, y autorizó la utilización de aviones no tripulados del ejército yanqui en Libia.
En Egipto, manifestantes quemaron una bandera estadounidense, protestando contra la película sionista.
El gobierno provisional libio no cuenta con un ejército burgués, pues éste fue destruido por las milicias que derrocaron al dictador Kadaffi, y por lo tanto le cuesta mucho controlar a la población.
El gobierno de Obama sospecha que el ataque rebelde fue planificado con antelación y no fue una acción espontánea.
Lo que no explican ni Hillary Clinton, ni los medios de comunicación dominados por el imperialismo, ni tampoco los supuestamente «antiimperialistas» como Telesur, es que el ataque al consulado en Bengasi, como otras violentas protestas contra embajadas yanquis en Egipto, Yemen y otros paises, sólo se pueden explicar por el odio antiimperialista de gran parte de la población. Particularmente en Libia, adonde los medios de izquierda defensores de Kadafi, como Telesur, nos habían dicho que las milicias rebeldes eran agentes de la CIA. Hillary Clinton se preguntó como podía ser que esto hubiera ocurrido en una ciudad «liberada por Estados Unidos». Ambos mienten! Fue el pueblo Libio y no Estados Unidos, el que derrocó a Kadaffi. Y, más allá de a quien respondan los que atacaron el consulado, ¡que fueron miles!, es el pueblo libio el que siguen siendo mayoritariamente antiimperialista.