El presidente de Venezuela Hugo Chávez ha fallecido. Frente a esta situación reiteramos, tal como lo ha expresado nuestra organización hermana el Partido Socialismo y Libertad (PSL) de Venezuela, que acompañamos el dolor del pueblo venezolano y expresamos nuestra solidaridad con su familia y con la población. Y rechazamos de plano las posturas asumidas por la MUD, la oposición política de la vieja burguesía venezolana pro yanqui, que utilizó la penosa enfermedad de Chávez para cuestionar la legitimidad del gobierno del PSUV, posando de «democráticos» cuando fueron los impulsores, junto con los EE.UU, del golpe de estado fallido del abril del 2002.
Sin embargo, su muerte no apaga uno de los temas más debatidos en la izquierda mundial: cuál es la realidad del proclamado socialismo del siglo XXI? Es verdad que la política de Chávez y de otros presidentes latino americanos avanza hacia el socialismo?
Discordamos de esta visión, pues lo que está en discusión en Venezuela son los problemas sin solución de los trabajadores y el pueblo y la política del gobierno de PSUV, antes con Chávez o ahora con Maduro , y el llamado Socialismo del Siglo XXI, no demuestran ser realmente una salida de fondo para el pueblo trabajador.
Sabemos que en Venezuela una mayoría del pueblo, continúa confiando en el proyecto de Chávez. . Como también sabemos que miles de luchadores en el mundo tienen la expectativa de que en Venezuela se está avanzado hacia el socialismo. Junto con los compañeros del PSL, somos de los que decimos claramente, que no compartimos estas expectativas ya que el proyecto del Socialismo del Siglo XXI es una farsa de socialismo. Detrás de los discursos «anticapitalistas y antiimperialistas» de Chávez, de Maduro y otros líderes del PSUV, se sostiene una política de pacto con las multinacionales del petróleo, los banqueros y de ataque al nivel de vida de los trabajadores y los sectores populares. Este es el debate que queremos hacer con la vanguardia sindical, juvenil y popular de Venezuela y el mundo.
Latinoamérica un continente de luchas obreras y populares
Venezuela es parte de una Latinoamérica cruzada por un crecimiento de los conflictos sociales (huelgas, movilizaciones indígenas-campesinas, estudiantiles) y por el desgaste político de los gobiernos, en su mayor parte de signo populista o de centroizquierda. Son los gobiernos que, al igual que el Chávez, llegaron al poder con el apoyo y la esperanza de millones en que producirían un cambio de fondo en sus países. Estamos hablando de gobiernos como Evo Morales en Bolivia, Correa en Ecuador, Lula-Dilma.PT en Brasil, de Mujica (Frente Amplio) en Uruguay, los Kirchner (Peronismo) en Argentina, Humala en Perú, Lugo en Paraguay, Daniel Ortega (FSLN) en Nicaragua o Mauricio Funes (FMLN) de El Salvador.
Pero la realidad fue mostrando que todos ellos, mas allá de algún enfrentamiento parcial y limitado con sectores del imperialismo, de formas diversas, aplicaron políticas de ajuste a los de abajo, gobernando a favor de las ricos, de las multinacionales y los grandes empresarios, manteniendo las mismas estructuras capitalistas de sus países. Por eso el año 2012 ha sido un año plagado de grandes luchas obreras y populares.
En Bolivia , Evo Morales, principal aliado de Chávez, asumió prometiendo el «socialismo andino» y que iba a consultar a su base indígena-campesina. Sin embargo, en los últimos dos años ha venido mostrando su verdadero rostro de conciliador con los terratenientes y las multinacionales mineras y de los hidrocarburos. A fines del 2010, por ejemplo, quiso imponer un «gazolinazo» (aumento del 100% del precio de la gasolina), que era exigido por las transnacionales. Lo que provocó una rebelión popular que obligó a retroceder al gobierno. En el 2011 quiso imponer la construcción de una carretera en el Tipnis, pactada con Petrobras, Total y Repsol para explotación petrolera, sin consultar a los miles de indígenas que allí habitan. Lo que provocó otra gran movilización indígena que sufrió una brutal represión. La COB hizo varias huelgas por el salario.
El Brasil, gobernada por el PT en alianza con partido patronales (PMDB), primero por Lula y ahora por Dilma, ha vivido una oleada de huelgas desde el 2011, mostrando la gran insatisfacción popular por la caída en el nivel de vida. Se inició en el 2011 con la huelga de los obreros de la construcción civil y siguió en 2011-12 con huelgas por el salario en los bomberos de Rio, los policías civiles y militares, los choferes, ferroviarios, metalúrgicos de Niteroi, profesores y una huelga de dos meses de los empleados públicos.
En Argentina, el gobierno peronista de Cristina Kirchner sufrió en el 2012 la primera huelga general, luego de 10 años, convocada por la CGT y la CTA que rompieron con el gobierno. En el Perú del «nacionalista» Humala, hubo una gran huelga que abarcó a 350 mil maestros y los mineros y los pueblos indígenas protagonizaron grandes enfrentamientos, con decenas de muertos por la represión. El gobierno de Correa también se ha visto enfrentado con el pueblo indígena. A estos ejemplos, hay que sumar la masiva movilización de los estudiantes en Chile; la lucha de los trabajadores judiciales y de los universitarios de Colombia o la rebelión popular triunfante del pueblo de Colón en Panamá.
Sin embargo, Chávez pretendió jugar un papel junto al Brasil de Lula, de potencia regional, utilizando los recursos energéticos para establecer relaciones de subordinación y dependencia de distintos países. Esto se reflejó en el impulso que le dio al ALBA frente al ALCA. Pero donde más quedó patente el papel de Chávez como garante del orden, fue en la entrega del luchador social vinculado a las FARC Pérez Becerra, sumándose de esta forma a la política represiva y de contra insurgencia del imperialismo, tan bien aplicada en Colombia tanto por Uribe como por Santos.
Venezuela no marcha hacia ningún socialismo
La conflictividad social también se refleja en Venezuela. Según el informe «Conflictividad Social en Venezuela 2012», del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), las protestas aumentaron un 3% con respecto al 2011, produciéndose para el período en estudio, un registro de al menos 5.483 protestas. Las protestas sindicales fueron 2.256 (41,15%) y por vivienda digna 1.874 (34,17%).
Esta realidad, muchas veces desconocida fuera de Venezuela, muestra que, después de 14 años de gobierno de Hugo Chávez, los problemas de los trabajadores y el pueblo no han tenido soluciones de fondo. Así como tampoco hubo solución a la persecución y asesinato de dirigentes y activistas sindicales y campesinos por parte de «sicarios» agentes de las empresas y del capital, que amparados en la impunidad del régimen chavista, han asesinado más de 200 dirigentes, campesinos e indígenas en su mayoría como también obreros durante los años del gobierno de Chávez. Ha tenido amplia repercusión y provocó desgaste del chavismo el hecho que un día antes de su muerte, fue asesinado el cacique Yukpa Sabino Romero que venía recibiendo amenazas hacia tiempo.
La reelección de Chávez en octubre del año pasado, muestra que aún millones de personas aún tienen esperanzas de que las reiteradas promesas incumplidas del gobierno del PSUV, finalmente se cumplan. Muchos trabajadores y sectores populares, con muchas dudas y con menor expectativa, dieron su voto en rechazo a la derecha y a los viejos políticos burgueses, ahora reciclados en la MUD, que llevaron al desastre al país y que culminó en el Caracazo de 1989. Pero lamentablemente el gobierno del PSUV, ni con Chávez en vida ni ahora sin él no le dará respuesta a esa legítima esperanza, porque la afirmación de Chávez de que «estamos haciendo una revolución socialista» es falsa. Sabemos que tanto en Venezuela como en el mundo, muchísimos honestos luchadores antiimperialistas y de izquierda creen que Chávez , unido a Cuba, está impulsado el «Socialismo del Siglo XXI». Pero la verdad es otra y este debate es necesario dilucidarlo porque está en juego que, tanto la lucha del pueblo venezolano como la de los pueblos de Latinoamérica y del mundo no desemboquen en una nueva frustración.
Para los socialistas revolucionarios no puede haber socialismo ni antiimperialismo cuando el petróleo venezolano, la principal fuente de recursos del país caribeño, es compartido con las multinacionales. El chavismo se llena la boca de «soberanía petrolera» pero convirtió a PDVSA en una empresa mixta con las transnacionales del petróleo como Chevron, Total, Mitsubishi, Repsol, Petrobras, Lukoi y empresas noruegas o chinas. Por otra parte, entre las 10 primeras empresas del país, 5 son bancos y aseguradoras y 4 son transnacionales: Movistar, Prock Gouble, General Motors y Coca Cola (Datos en Ultimas Noticias, 25/10/12).
Además la Superintendencia de Bancos al cierre de noviembre mostraba que las ganancias de la banca aumentaron un 93% con relación al período enero-noviembre del 2012. Año tras año, las ganancias del sector financiero siguen creciendo, en un país en el que el salario mínimo se encuentra muy por debajo del monto de la canasta básica.
Por eso la redistribución de la riqueza se ha realizado en sentido inverso al que publicita el chavismo. Los abultados ingresos petroleros permitieron financiar programas sociales que cumplieron un rol positivo en los primeros años del gobierno, pero ya son insuficientes y la tajada más grande de la renta petrolera ha ido a parar los bolsillos de los empresarios nacionales y extranjeros y a los banqueros. En 1998 el sector asalariado participaba de un 39,7% de la riqueza creada mientras la patronal se apropiaba del 36,2%. En el 2008, ya el sector asalariado recibía un 32,8%, del valor creado, mientras la patronal pasó a un 48,8%.
Las expropiaciones de algunas empresas, han impactado favorablemente, fuera de Venezuela, a miles de trabajadores y luchadores sociales. Pero en realidad esas expropiaciones no han tenido nada favorable para sus trabajadores ni para el país. En todas se pagó fuertes indemnizaciones y no hay control obrero democrático. En la ex CEMEX, una gran cementera, a los trabajadores no se les ha respetado el convenio y la venta de cemento está en la mira por sobreprecios y manejos corruptos de los funcionarios del gobierno. En Orinoco Iron, ex TAVSA, expropiada en 2009, está vencido el contrato laboral hace dos años. Tal es la situación que ya, lamentablemente, muchos trabajadores temen o rechazan la posibilidad de expropiación. Como fue el caso de la empresa Polar que, ante la amenaza, los trabajadores se movilizaron en contra.
Por eso la realidad del gobierno de Chávez es que, bajo un discurso «socialista» se ajusta al pueblo trabajador y no se solucionan los problemas de fondo. Ya bajo el nuevo mandato de Chávez , con Maduro ejerciendo la presidencia, hubo una brutal devaluación de 46,5% acompañada por el anuncio de que los empresarios solo deberán vender al Estado el 60% de las divisas extranjeras obtenidas por concepto de exportaciones. Así, los precios de los productos de primera necesidad continúan subieron mientras los salarios siguen por el suelo; los contratos colectivos no se respetan, siguen los apagones de luz por falta de inversión y se criminaliza la protesta. Por eso también las luchas continúan. No puede haber socialismo gobernando en un pacto con las multinacionales o para beneficiar a los banqueros. No lo puede haberlo desconociendo los derechos de los trabajadores.
No es antiimperialismo ni socialismo apoyar dictadores como Assad (Siria) y Kadaffi (Libia)
Tampoco puede haber socialismo ni reivindicarse revolucionario, como hizo Chávez cuando apoyó a un dictador genocida como el sirio Bachar Al Assad. Hugo Chávez y Al Assad «intercambiaron informaciones acerca de la situación política y de seguridad en Siria y en la región del Medio Oriente, especialmente sobre la manera exitosa de cómo el gobierno sirio ha contenido a las bandas terroristas armadas que atentan contra la paz» (comunicado reproducido en El Comercio, Perú, 7/4/12). O sea, Chávez calificó al pueblo rebelde sirio de «bandas terroristas» y avaló las masacres del dictador.
Chávez fue visto con simpatía por los pueblos árabes por sus encendidos discursos antiimperialistas y por su ruptura diplomática con el estado sionista de Israel. Hoy están decepcionados por su cerrada negativa, junto con los Castro y la vieja izquierda estalinista del mundo, a apoyar a la revolución árabe. Es incompatible hablar de antiimperialismo y de los pueblos que luchan contra la opresión y avalar sistemática represión, tortura y asesinato que aplicó Gadaffi o aplica Al Assad contra su pueblo. Basta escuchar las palabras de Gadaffi que quería «entrar en Bengasi como Franco en Madrid», aludiendo a cómo el fascismo aplastó la resistencia obrera y popular en el 1936, para que no puedan albergar ninguna duda acerca del carácter del coronel libio. Pero pesan más los intereses petroleros comunes, cómo ahora también están en el fondo del apoyo a Siria a través de presentar al reaccionario y represivo régimen iraní que lo avala, de Ajmadinejah como otro de los líderes del antiimperialismo.
El internacionalismo es una de las piezas fundamentales del verdadero socialismo. Por su parte, fue el estalinismo quien falsificó ese principio, y actuó siempre, frente a los hechos de la lucha de clases mundial, defendiendo sus intereses burocráticos por encima de la solidaridad con las luchas obreras y populares.
Tanto Castro cuanto Chávez siguieron esa tradición. Pusieron los intereses de sus burguesías y burocracias petroleras y la defesa de sus propias burocracias de estado por sobre la lucha de los pueblos árabes, pues saben que un triunfo de estos pueblos los debilita como sector privilegiado. Frente a las luchas e insurrecciones que se expanden por el mundo, todos los burgueses, nuevos o viejos así como las burocracias tiemblan pues saben que el ascenso y la lucha de masas sirven de ejemplo para todos los pueblos explotados del mundo.
La unidad Chávez-Fidel Castro no lleva a Venezuela hacia la Cuba Socialista de los 60
El peso que tuvo Chávez sobre la izquierda mundial sería inexplicable sin la bendición de Castro. Ya en 1992 Chávez fue recibido en Cuba con honores de Estado. Tras el hundimiento de los acuerdos comerciales preferentes con Rusia, Chávez cubrió el 60% de las necesidades energéticas de Cuba entregándole petróleo a precios mínimos. Esto le permitió aparecer ante la izquierda mundial como un referente revolucionario y socialista, más allá de sus políticas concretas o de los planes de entrega de canastas de alimentos a la población pobre (no muy distinta de la de Lula, por ejemplo)
La derecha pro imperialista y sus medios de prensa dedican espacios para denunciar que el chavismo lleva a Venezuela hacia su «cubanización», hacia el «comunismo». Con esto quieren decir hacia la Cuba Socialista que, en época del Che, expropió al imperialismo y a la burguesía y anunció el primer estado socialista de América. Esto ratificaría a sectores de la izquierda mundial, que apoyan al gobierno chavista, casi con el mismo argumento asegurando que «poco a poco» la unidad Chávez-Castro llevará al socialismo. Incluso esos mismos sectores son los que alientan que hay una pelea entre dos sectores del chavismo que uno de «izquierda, con Maduro a la cabeza (con el apoyo de Chávez) que sería pro Cuba y el otro, el de Diosdado Cabello, sería la «derecha» anti Cuba.
Esta versión lamentablemente no es cierta, porque podrán existir esas fracciones en el chavismo, pero su pelea no es por avanzar o no en el socialismo, sino por espacios de poder dentro del mismo proyecto del falso socialismo del Siglo XXI, apoyado por la dirección castrista.
Dos razones lo explican: 1) han pasado más de 14 años de gobierno Chávez, con el apoyo de los Castro, y ya mostramos que en Venezuela predomina la propiedad privada y los acuerdos con las multinacionales y 2) lo que existe no es que Venezuela se esté «cubanizando» sino que Cuba se está «venezolanizando». Cosa que casi nadie dice. Que queremos decir con venezolanizando? Que desde la década del 90, Cuba ha ido caminando aceleradamente hacia la restauración del capitalismo, abandonando las conquistas socialistas de los años 60, siguiendo el camino de China y Vietnam.
La dirección del Partido Comunista Cubano, esconde este proceso. Pero es un hecho que el «modelo económico cubano» está basado en capitalismo de empresas mixtas, con capitales españoles, canadienses, franceses, brasileros, italianos, chinos o británicos en los rubros básicos como níquel (Sherrit), hotelería (Sol Meliá), tabaco y habanos, alimentos (ron, cerveza, otros) y , ahora azúcar. En Cuba, como en China, bajo una supuesta «modernización de socialismo» crecen las desigualdades sociales. Con una explotación de los trabajadores que apenas llegan a un salario mensual de 15 a 20 dólares de promedio. Con una dictadura de partido único que prohíbe el derecho de huelga y de organizar sindicatos libremente. Es en este sentido de ir concentrando todo el poder en el jefe del Estado que podemos decir que Chávez toma referentes políticos de los regímenes del estalinismo, como ocurrió en la reforma de la constitución. El chavismo impulsó un acelerado proceso de burocratización del estado, de un estado burgués, poder que se utilizó y utiliza contra los trabajadores y sirve sólo al aparato de estado.
Por eso la unidad Castro-Chávez no tiene nada de progresivo y revolucionario. Sino que el castro-chavismo es la nueva versión, reciclada, del reformismo estalinista que siempre bregó por la conciliación de clases, con la falsa teoría de la «revolución por etapas», con la cual se justificaba que se podía «avanzar» al socialismo gobernando, en una primer etapa aliado a un sector de la burguesía.
Con esta «teoría» se traicionaron las revoluciones triunfantes como la de Nicaragua y El Salvador. En los 80, Fidel Castro y la dirección cubana aconsejaron no hacer «una nueva Cuba» de Nicaragua, sino ir a una alianza con la burguesía nica para sostener una «economía mixta». Hoy, 35 años después, Daniel Ortega gobierna una Nicaragua capitalista, en medio de la miseria de su pueblo. China y Cuba están llegando al colmo de defender una supuesta modernización del «modelo socialista», aliados con las multinacionales y explotando a sus pueblos.
Ya la historia demostró que todos esos modelos «nacionales y populares» fracasaron como en Nicaragua, como el peronismo en Argentina , el MNR en Bolivia o el velazquismo en Perú. De la misma forma no habrá salida para los pueblos con los Evo Morales, Correa, Mújica, Kirchner, Lula-Dilma o Chávez.
La lucha por un verdadero socialismo
Las luchas de los trabajadores, la juventud y el pueblo venezolano necesitan encaminarse hacia una verdadera salida socialista. Sabiendo que si no hay salida con el proyecto chavista tampoco hay con la derecha encarnada en la MUD, de Henrique Capriles. Ellos son la vieja política de la oligarquía proyanqui.
En Venezuela la lucha por un verdadero socialismo, pasa por las propuestas que levanta el hermano Partido Socialismo y Libertad (PSL), que encabeza el dirigente obrero Orlando Chirino. Por eso ratificamos nuestro apoyo a la necesidad de construir una nueva alternativa política de los trabajadores en Venezuela que apoye las luchas obreras y populares y que luche estratégicamente por un verdadero cambio socialista y un gobierno de los trabajadores.
La consigna «Los Trabajadores Debemos Gobernar» y que el petróleo sea 100% venezolano, estatal, eliminando los contratos de las empresas mixtas y bajo el control de los trabajadores, para dar salario, trabajo, salud, educación y vivienda, siguen vigentes.
Defendemos la plena independencia política frente a los gobiernos y las variantes políticas capitalistas; un salario mínimo igual a la canasta básica; el cese del pago de la deuda externa; la anulación de los tratados de libre comercio y tratados contra la doble tributación suscritos por Venezuela; la nacionalización de la banca y de las multinacionales bajo el control de los trabajadores; una reforma agraria que garantice tierras a los campesinos; el reconocimiento de los territorios indígenas, contra la criminalización de la protesta y el rescate de las organizaciones sindicales como un instrumento de lucha de la clase trabajadora, con autonomía de los gobiernos y los patrones y sin burocracia sindical de ningún tipo y color.
Desde el Comité Coordinador UIT-CEI, llamamos a los trabajadores, a la juventud y los luchadores antiimperialistas y de izquierda del mundo a realizar este debate sobre la actualidad y el futuro del proceso revolucionario venezolano y latino americano, en medio de su actual encrucijada, como a apoyar sus luchas en la perspectiva de un cambio verdaderamente socialista, así como a apoyar los procesos revolucionarios que están desarrollándose en el Norte de África y Oriente Medio, ayudando a reconstruir un verdadero internacionalismo de clase.
Comité Coordinador UIT-CI/CEI
Unidad Internacional de Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)/ Comité de Enlace Internacional (Frente Obrero de Turquía-Lucha Internacionalista, del Estado EspañoI)
Marzo 2013