en la foto maestros rurales cortando rutas en Apacheta, cerca de La Paz, muestran una moto policial que fue quemada en enfrentamientos.
Eliseo Mamani – dirigente Pachakuti maestros rurales, ex ejecutivo Federación de La Paz de maestros rurales
Durante dos semanas los trabajadores salimos a la calle, a la huelga, a bloquear. Este movimiento, en el que los maestros rurales participamos activamente, en La Paz con el bloqueo en Apacheta, fue un gran movimiento de los trabajadores a escala nacional, en el que participaron fabriles, maestros urbanos, los mineros con huelga total en Huanuni, trabajadores de salud, universitarios, en La Paz, Cochabamba, Potosí, Oruro, Tarija, Santa Cruz, Trinidad, Camiri… Llegamos a acorralar al gobierno, incluso en un momento la misma policía amenazó con replegarse por su propio reclamo de jubilaciones.
Sin embargo, esta gran lucha, que involucró a centenares de miles de trabajadores, termina sin que hayamos logrado nada y con una «comisión» entre el gobierno y la COB para «estudiar» los posibles cambios a la ley 065… Sabemos que generalmente las «comisiones» que forma el gobierno son sólo para dilatar y engañarnos. Además el gobierno, lanzó desde los medios de comunicación una gran campaña contra la COB (amenazando con dividirla), contra los trabajadores en general, nos acusa de «privilegiados», y contra los mineros en particular y nos acusó de «golpistas».
Falló la conducción
La conclusión que sacamos, no sólo personalmente, sino que es la conclusión que están sacando miles de quienes participamos en las movilizaciones, huelga y bloqueos, es que falló la conducción de la COB y de muchas Federaciones sindicales.
En primer lugar, la COB pactó con el gobierno un miserable aumento salarial del 8% que no fue aprobado por las bases. La reivindicación de un verdadero aumento de salarios era y es la más sentida entre la mayoría de los trabajadores. ¿Por qué firmó la COB esto a dos semanas de convocar a una huelga general? La lucha por un verdadero aumento salarial hubiera fortalecido enormemente nuestra movilización y podríamos haber arrancado al gobierno un aumento mucho mayor.
En segundo lugar la COB nos lanzó a una huelga por tiempo indefinido por las jubilaciones, pero con un objetivo totalmente confuso. Jamás los trabajadores conocimos el pliego con la verdadera demanda que presentaba la COB al gobierno, ni menos la discutimos en nuestras asambleas. Hablaban de una «jubilación digna» y de los máximos que sólo benefician a los trabajadores de mayores salarios y que tienen los 35 años de antigüedad. Esto llevó por un lado a que estábamos luchando sin saber que pedía realmente la COB. Y por el otro dio lugar al gobierno a montar su campaña de mentiras, diciendo que toda esta lucha era «por algunos dirigentes que ganan mucho». El gobierno denunció a Juan Carlos Trujillo, sin que este desmintiera, que gana 32.900 bolivianos. Esto fue, evidentemente parte de acuerdos anteriores del gobierno con Trujillo, ya que fue la COMIBOL, que maneja el gobierno, la que le dio ese salario.
La huelga no contó con una centralización de un Comité Nacional de Huelga que representara directamente a los sectores en lucha, que pudiera orientar sobre las acciones diarias, coordinar las marchas y bloqueos, y expresar las demandas de las bases. El Comité Ejecutivo de la COB no cumplió con ese objetivo.
En nuestra Federación sindical de maestros rurales de La Paz también hubo grandes deficiencias de la conducción, del Comité Ejecutivo, como del Comité de Huelga que se formó, que nos desgastó enviándonos a 6.000 maestros a bloquear Apacheta, en vez de hacer un plan de bloqueos que preservara nuestra fuerza y, a la vez pudiera golpear contundente en distintos lugares. Además, y aún más importante, tampoco se informó de los objetivos de la lucha, de lo que podíamos ganar o perder. Los dirigentes han sido elegidos para orientar a las bases. Creemos que esta deficiencia se repitió en muchas Federaciones.
Esto mostró que, en maestros rurales y también en la mayoría de las Federaciones y Confederaciones sindicales y en la propia COB necesitamos nuevos dirigentes, sin compromisos con el gobierno y con un real compromiso de apoyarse en la democracia sindical, en la participación directa de las bases en todas las decisiones.