(English version // Versão em Português)
El golpe y la salvaje represión de los militares en Egipto y la liberación del ex dictador Mubarak, abren dudas en miles de luchadores en el mundo. ¿Está acabando el proceso de la Primavera árabe? A esto hay que sumar nuevas acciones criminales de Bacher al Assad en la indefinida guerra civil siria. ¿Se está cerrando el ciclo de las revoluciones triunfantes que derrocaron a las dictaduras de Túnez, Egipto y Libia? ¿Estamos ante el peligro de que triunfe una contrarrevolución sangrienta, como mínimo en Egipto, imponiendo un retroceso regional al proceso revolucionario abierto a comienzos del 2011?
Por Miguel Sorans, dirigente de la Unidad Internacional de los Trabajadores UIT-CI.
Son varios los hechos que muestran avances de las fuerzas contrarrevolucionarias y agentes del imperialismo. En Egipto se ha dado un golpe militar contrarrevolucionario y el dictador Mubarak ha logrado salir de la cárcel y pasar al arresto domiciliario. En Túnez se vienen produciendo el asesinato de importantes dirigentes del Frente Popular, que viene impulsando la movilización popular contra el gobierno islámico Ennahda. La furia de la dictadura siria ha cobrado más de mil nuevas víctimas civiles de un barrio rebelde de Damasco. El gobierno ha aceptado la existencia de la masacre, pero rechaza las evidencias que mostrarían que utilizó un gas letal. Estos hechos sobran para mostrar la difícil situación que atraviesa la lucha revolucionaria de los pueblos de la región. En ese contexto, se agudiza el enfrentamiento entre la revolución y la contrarrevolución.
¿Qué fueron las revoluciones triunfantes?
El ascenso de masas y la caída de las dictaduras ha sido un proceso complejo y lleno de contradicciones desde sus inicios. Un factor decisivo que provocó una enorme confusión fue el hecho de que los gobiernos de Hugo Chávez en Venezuela, de Cuba y los viejos partidos comunistas, así como Putin y la dictadura china, apoyaron en todo momento a dictadores como Kadafi y luego Bashar Al Assad en Siria, a quien siguen apoyando, con el falso argumento de que «eran atacados por el imperialismo».
Por nuestra parte, decíamos que en Túnez, Egipto y Libia «triunfaron grandes revoluciones democráticas que, por la falta de una dirección revolucionaria, no consiguieron avanzar hasta el triunfo de una revolución socialista. […] La ausencia de una dirección organizada, más allá de líderes locales, define el carácter espontáneo de estas revoluciones. Tanto la fuerza como las limitaciones de estas revoluciones surgen de ese carácter. Por otra parte, sobre todo en Túnez y Egipto, a pesar de la caída de las dictaduras, siguen incluso manteniéndose aspectos del antiguo régimen dictatorial y fundamentalmente la continuidad de la explotación capitalista. Con lo cual significa que son revoluciones inacabadas. Por eso se ha abierto una nueva etapa del proceso revolucionario, y nuevas tareas, donde el eje ordenador del programa de la lucha pasa por lograr el poder de los trabajadores para resolver definitivamente tanto los problemas democráticos como los sociales del salario, trabajo, pan, salud o educación.» (Tesis Políticas Mundiales, edición especial de CI, pág. 27/28).
Mientras rechazábamos la nefasta política de la izquierda chavista de avalar a los dictadores, insistíamos en que esos triunfos democráticos nacían «inacabados», con «aspectos del antiguo régimen dictatorial». Y alertábamos sobre la política del imperialismo y las direcciones burguesas y reformistas (laicas o islámicas), que pretenderían frenan la movilización de las masas y canalizar sus triunfos en regímenes «constitucionales» burgueses y proimperialistas, la llamada «reacción democrática».
La realidad fue mostrando el fracaso de este plan, en especial en el caso de Egipto, de tratar de desviar la revolución vía «gobiernos civiles» islámicos y con ciertas libertades. Esos gobiernos fracasan por su total incapacidad para responder a las demandas de las masas, no solo de libertades, sino de lograr condiciones dignas de vida. Por eso en Egipto la movilización se siguió desarrollando, ahora contra Mursi. Entonces, ante el peligro de un total desborde, pasaron a un plan B: la variante contrarrevolucionaria, la vuelta de los militares al poder y una represión masiva.
Para el caso de Siria, la contrarrevolución tiene logros porque los gobiernos de Rusia y China (con el apoyo de los partidos comunistas y el chavismo) vienen dando armas al dictador, y fue clave el apoyo de Irán, a través de Hezbollah, para apuntalar al régimen en momentos en que tambaleaba ante la ofensiva rebelde.
La contrarrevolución quiere levantar la cabeza
La ausencia de una dirección revolucionaria dio lugar en Egipto a que las masivas movilizaciones contra el gobierno de Mursi fueran manipuladas por el ejército (que recibe cifras millonarias de financiamiento por parte de los yanquis), logrando el apoyo masivo de sectores juveniles laicos. Está planteado el peligro de que con la represión y la confusión instalada entre las masas se fortalezca una nueva dictadura. La persecución contra la Hermandad Musulmana se va a extender a los sindicatos, el movimiento obrero y las organizaciones que salgan a la lucha contra el gobierno militar. Un nuevo desafío está planteado para el movimiento obrero y todo el pueblo egipcio. La consolidación de una nueva dictadura sería un golpe no solo para ellos, sino para el proceso revolucionario en toda la región.
Sin duda, los militares en el gobierno egipcio, el imperialismo yanqui y los sionistas de Israel están apostando a eso. El matutino The New York Times recibió la información oficial israelí sobre la actividad de sus embajadores en Washington, Londres, París, Berlín y otras capitales, que buscan reunirse con los respectivos cancilleres para manifestar su apoyo al ejército egipcio, al que definen como «la única esperanza de evitar más caos» (Clarín, Argentina, 21/8/2013). El ejército israelí está actuando en estrecha cooperación con el egipcio para reprimir a los combatientes propalestinos y controlar férreamente la frontera del Sinaí.
El problema de dirección es clave
En estos más de dos años de «primavera árabe» se fue manifestando con creciente gravedad la ausencia de una dirección socialista revolucionaria. Las masas hicieron las revoluciones pero surgieron como direcciones de recambio, corrientes islámicas burguesas como la Hermandad Musulmana (Egipto y Siria), Ennahda en Túnez o las fuerzas que componen el CNS en Siria, avalados por los gobiernos de Turquía o Qatar, que no quieren nuevas revoluciones triunfantes. Y en oposición a ellos han proliferado entre la izquierda y las organizaciones juveniles y sindicales las corrientes de conciliación de clases y reformistas, tanto islámicas como laicas.
El movimiento juvenil egipcio Tamarod es la máxima expresión de esta profunda debilidad. Reclamando correctamente contra la falta de respuesta a sus demandas por parte del gobierno islámico, cayeron en la trampa mortal de apoyar a los militares y a justificar su represión, junto con el minoritario Partido Comunista y el nasserismo, integrando el Frente de Salvación Nacional.
En Túnez, el gobierno del partido islámico Ennahda se ha visto enfrentado a huelgas y movilizaciones por reclamos populares. Ha dejado en la impunidad a grupos criminales que asesinan a luchadores. Pero la oposición, entre ella la conducción de la UGTT y sectores de la izquierda, nucleados en el Frente Popular, caen en posturas de conciliación de clases, como unirse a elementos del antiguo régimen como Nidaa Tounes o proponiendo un gobierno de salvación nacional. Lo que genera nuevas confusiones.
El proceso sigue abierto
En la actualidad hay una lucha encarnizada entre la revolución y la contrarrevolución en toda la región, pero no está dicha la última palabra. Sigue la movilización y la voluntad de lucha de las masas. Siendo así, es posible derrotar esta ofensiva de la contrarrevolución. Esta es la tarea más importante del momento. Y que en ese camino vayan surgiendo nuevos dirigentes y organizaciones que impulsen consecuentemente la lucha contra las burguesías, sus fuerzas armadas y el imperialismo. Estratégicamente está planteado seguir avanzando para conquistar auténticos gobiernos obreros y populares, que impulsen la independencia política de las masas, la ruptura con el imperialismo y las medidas anticapitalistas que permitan satisfacer las inmensas demandas de estos pueblos. Una vez más se está demostrando que no hay «etapas» en las cuales haya que limitarse a las demandas «democráticas», ni posibilidades de progreso sosteniendo gobiernos burgueses, ni islámicos ni laicos. Y menos aún pactando con los restos de las viejas dictaduras o apoyando golpes militares proimperialistas. Hay un único proceso de revolución permanente y regional que es el que los militares, los gobiernos burgueses árabes, el imperialismo y el sionismo pretenden derrotar.
Llamamos a todos los luchadores antiimperialistas y anticapitalistas, a la juventud árabe, a todos los pueblos y la izquierda del mundo, a apoyar la rebelión siria y, en lo inmediato, a movilizarse contra el gobierno militar egipcio, llamando a los jóvenes que lo apoyan a romper de inmediato y a sumarse a la lucha por derrotar a la contrarrevolución.
Whither the «Arab Spring»?
The coup and the brutal repression of the military in Egypt and the release of former dictator Mubarak pose questions in thousands of fighters in the world. Is the process of the Arab Spring ending? To this we must add new criminal actions of Bashar al-Assad in the indefinite Syrian civil war. Is the cycle of successful revolutions that toppled dictators in Tunisia, Egypt and Libya closing? Are we faced with the danger of a bloody counterrevolution triumph, at least in Egypt, imposing a regional retreat to the revolutionary process open in early 2011?
By Miguel Sorans, Leader of the International Workers Union – Fourth International IWU–FI).
There are several facts that show progress of the counter-revolutionary forces and agents of imperialism. In Egypt there has been a counter-revolutionary coup and the dictator Mubarak has managed to get out of jail and move to house arrest. In Tunisia the murder of prominent leaders of the Popular Front, which has been promoting the popular mobilization against the Islamic Ennahda government, have been taking place. The fury of the Syrian dictatorship has claimed more than a thousand new civilian victims of a rebel neighbourhood in Damascus. The government has accepted the existence of the slaughter, but rejects the evidence which would show that they used a deadly gas. These facts abound to show the difficult situation in the revolutionary struggle of the peoples of the region. In this context, the confrontation between revolution and counterrevolution intensifies.
What were the successful revolutions?
The rise of the masses and the collapse of dictatorships have been a complex process and full of contradictions since its beginning. A decisive factor causing enormous confusion was the fact that the governments of Hugo Chavez in Venezuela, of Cuba and the old communist parties, as well as Putin and the Chinese dictatorship, at all times supported dictators like Gaddafi and then Bashar Al Assad in Syria, who they continue to support, with the false argument that «they were attacked by imperialism».
For our part, we said that in Tunisia, Egypt and Libya «great democratic revolutions triumphed which, due to the lack of a revolutionary leadership, failed to advance to the triumph of the socialist revolution. […]The lack of an organized leadership, beyond local leaders, defines the spontaneous nature of these revolutions. Both the strength and the limitations of these revolutions arise from that character. On the other hand, especially in Tunisia and Egypt, despite the fall of dictatorships, aspects of the old dictatorial regime still continue and fundamentally the capitalist exploitation continues. Whereupon, it means they are unfinished revolutions. A new stage of the revolutionary process has opened, and new tasks, where the axis that orders the fighting program is to achieve the power for the workers to permanently solve both democratic and social problems such as wages, work, food, health and education.» (Global Political Theses, special issue of International Correspondence, p. 27/28 [in the Spanish Original]).
While we rejected the disastrous policy of the Chavist left of endorsing the dictators, we insisted that those democratic gains were born «unfinished» with «aspects of the old dictatorial regime». And we warned about the policy of imperialism and the bourgeois and reformist (secular or Islamic) leaderships which would seek to hinder the mobilization of the masses and to channel their triumphs in ‘constitutional’ bourgeoisie and pro-imperialist regimes, the so-called «democratic reaction».
Reality has been showing the failure of this plan, especially in the case of Egypt, of trying to divert the revolution via Islamic «civil government» and certain freedoms. These governments fail for their complete inability to meet the demands of the masses, not only of freedom, but to achieve decent living conditions. So in Egypt the mobilization was further developed, now against Mursi. Hence, faced with the danger of a total overflow, they went to plan B: the counter-revolutionary variant, the return of the military to power and massive repression.
In the case of Syria, the counter-revolution has achievements because the governments of Russia and China (with the support of the communist parties and Chavism) are providing weapons to the dictator, and it was key the support from Iran, through Hezbollah, to shore up the regime at a time when reeling before the rebel offensive.
The counterrevolution wants to raise its head
The absence of a revolutionary leadership in Egypt led to mass demonstrations against the government of Mursi being manipulated by the army (which receives millions of dollars of funding by the U.S.), achieving massive support from secular youth sectors. It raised the danger, with the repression and confusion reigning among the masses, for a new dictatorship to strengthen. The persecution of the Muslim Brotherhood will be extended to unions, the labour movement and the organizations that go on fighting against the military government. A new challenge is posed to the labour movement and all the Egyptian people. The consolidation of a new dictatorship would be a blow not only for them but for the revolutionary process throughout the region.
No doubt the military in the Egyptian government, U.S. imperialism and the Zionists in Israel are betting on that. The newspaper New York Times received official information about the activity of Israeli ambassadors in Washington, London, Paris, Berlin and other capitals, seeking to meet with the foreign ministers to show their support for the Egyptian army, which they define as «the only hope to avoid more chaos» (Clarín, Argentina, 21/08/2013). The Israeli Defence Force is acting in close cooperation with the Egyptian army to repress pro-Palestinian fighters and tightly control the Sinai border.
The problem of leadership is key
In these more than two years of «Arab Spring» it became more and more evident and with increasing severity the absence of a revolutionary socialist leadership. The masses did the revolutions but emerged as replacement leaderships bourgeois Islamic currents like the Muslim Brotherhood (Egypt and Syria), Ennahda in Tunisia or the forces that make up the Syrian National Coalition (SNC) in Syria, backed by the governments of Turkey and Qatar, who do not want new successful revolutions. And in opposition to them have proliferated amongst the left and youth and trade union organizations reformist and class conciliation currents, both Islamic and secular.
The Egyptian youth movement Tamarod [Rebellion in Arabic, TN] is the ultimate expression of this profound weakness. Claiming correctly against the lack of response to their demands by the Islamic government, they fell into the deadly trap of supporting the military and justifying their repression, along with the minority Communist Party and the Nasserism, integrating the National Salvation Front.
In Tunisia, the government of the Islamic Ennahda Party has been faced with strikes and demonstrations for popular grievances. It left unpunished criminal groups who killed fighters. But the opposition, among them the leadership of the UGTT [Tunisian General Labour Union] and sectors of the left, grouped in the Popular Front, fall into class conciliation postures, like joining former regime elements as Nidaa Tounes [opposition party] or proposing a national salvation government. This generates further confusion.
The process is still open
At present there is a fierce struggle between revolution and counterrevolution in the whole region, but the last word has not yet been said. Mobilization and the will to fight of the masses continue. Thus, it is possible to defeat this offensive of the counter-revolution. This is the most important task of the moment. And that in this way for new leaders and organizations that consequently drive the fight against the bourgeoisie, its armed forces and imperialism to emerge. Strategically it is raised to keep making further progress to conquer authentic workers and popular governments, which support the political independence of the masses, breaking with imperialism and with anti-capitalist measures to satisfy the immense demands of these peoples. Once again it is being shown that there are no «stages» in which to be limited to «democratic» demands or opportunities to progress holding bourgeois governments, either Islamic or secular. And even less agreeing with the remnants of the old dictatorships or supporting pro-imperialist military coups. There is only one process of permanent and regional revolution which is what the military, Arab bourgeois governments, imperialism and Zionism are hoping to defeat.
We call on all anti-imperialist and anti-capitalist fighters, the Arab youth, to all peoples and the left of the world, to support the Syrian rebellion and, in the immediate future, to mobilize against the Egyptian military government, calling young people who support it to break away and join the fight to defeat the counter-revolution.
«Aonde vai a primavera árabe»?
O golpe e a selvagem repressão dos militares no Egito e a libertação do ex-ditador Mubarak, abrem dúvidas em milhares de lutadores do mundo: Está acabando o processo da «primavera árabe»? Devemos somar também as novas e criminais ações de Bachar AL Assad na indefinida guerra civil na Síria. Está se fechando o ciclo das revoluções triunfantes que derrocaram as ditaduras na Tunísia, Egito e Líbia? Estamos frente ao perigo de um triunfo de uma contra revolução sangrenta como mínimo no Egito, impondo um retrocesso regional no processo revolucionário aberto em começos de 2011?
São vários os fatos de mostram avanços das forças contra revolucionárias e agentes do imperialismo. No Egito houve um golpe militar contrarrevolucionário e o ditador Mubarak passou da prisão ao arresto domiciliar. Na Tunísia foram assassinados importantes dirigentes da Frente Popular, que impulsiona a mobilização contra o governo islâmico Ennahda. A fúria da ditadura síria provocou mais de nove mil novas vítimas cíveis em um bairro rebelde de Damasco. O governo aceitou a existência do massacre, mas rejeita as evidencias que mostrariam que utilizou armas químicas. Estes fatos sobram para mostrar a difícil situação que atravessa a luta revolucionaria dos povos da região. É nesse contexto que se tenciona o confronto entre a revolução e a contrarrevolução.
Por Miguel Sorans
Qual foi o significado das revoluções triunfantes
O ascenso da luta de massas e a queda das ditaduras tem sido um processo complexo e cheio de contradições desde eu início. Um fator decisivo que provocou uma enorme confusão foi o fato que os governos como de Chávez na Venezuela, o de Cuba e os velhos partidos comunistas, assim como Putin e a ditadura chinesa, apoiaram em todo momento aos ditadores como Kadafi e Bashar Al Assad na Síria, a quem continuam apoiando com o falso argumento de que «são atacados pelo imperialismo».
Da nossa parte, nas Teses Políticas Mundiais, (edição especial pág. 27/28) dizíamos que «na Tunísia, no Egito e na Líbia triunfaram grandes revoluções democráticas que, pela falta de uma direção revolucionária não conseguiram avançar até o triunfo de uma revolução socialista […] A ausência de uma direção organizada, além de lideranças locais, define o caráter espontâneo destas revoluções. Por outra parte, sobre tudo na Tunísia e no Egito, em que pese à queda das ditaduras, continuam se mantendo aspectos do antigo regime ditatorial e fundamentalmente a continuidade da exploração capitalista. Por tanto, são revoluçoes inacabadas. Assim, se abriu uma nova etapa do processo revolucionário e novas tarefas, onde o eixo que ordena o programa de luta passa por conquistar o poder por parte dos trabalhadores e do povo para resolver definitivamente tanto os problemas democráticos como os sociais do salário, trabalho, pão, saúde ou educação».
Enquanto rejeitávamos a nefasta política da esquerda chavista de avalizar os ditadores, insistíamos que esses triunfos democráticos nasciam «inacabados» com «aspectos do antigo regime ditatorial». E alertávamos sobre a política do imperialismo e das direções burguesas e reformistas (laicas ou islâmicas) que pretenderiam frear a mobilização das massas para canalizar seus triunfos em regimes «constitucionais» burgueses e pro imperialistas, o que chamamos de «reação democrática?.
A realidade foi mostrando o fracasso deste plano, especialmente no caso do Egito, de tentar desviar a revolução pela via de «governos civis» islâmicos e com algumas liberdades. Esses governos fracassam pela sua total incapacidade para responder as demandas das massas, não somente de liberdades, mas de conseguir condições de vida dignas. Por isso no Egito a mobilização continuou contra Mursi. Então, frente ao perigo de um descontrole total passaram a aplicar o plano B: a contra revolução, a volta dos militares ao poder e uma repressão massiva.
Para o caso da Síria, a contra revolução tem conquistas porque os governos da Rússia e China, (apoiados pelos partidos comunistas e o chavismo) está dando armamento ao ditador, e foi chave o apoio do Irã, através de Hezzbollah, para sustentar o regime em momentos em que cambaleava frente à ofensiva rebelde.
A contrarrevolución busca se reerguer
A ausência de uma direção revolucionaria possibilitou no Egito que as massivas mobilizações contra o governo Mursi fossem manipuladas pelo exército (que recebe bilionários financiamentos por parte dos EUA) conseguindo o apoio massivo de setores juvenis laicos.
Esta colocada a possibilidade e o perigo de que entre a repressão e a confusão instaladas entre as massas se fortaleça uma nova ditadura. A persecução contra a Irmandade Muçulmana vai se estender aos sindicatos, ao movimento operário e às organizações que saiam à luta contra o governo militar. Assim, um novo desafio está colocado para o povo e para os trabalhadores egípcios, pois a consolidação de uma nova ditadura seria um golpe não somente para eles, mas para o processo revolucionário regional.
Sem dúvida, os militares no governo egípcio, o imperialismo ianque e os sionistas de Israel estão apostando nisso. O matutino The New Iorque Times recebeu a informação oficial israelense sobre a atividade de seus embaixadores em Washington, Londres, Paris, Berlin e outras capitais, que procuram se reunir com seus respectivos chanceleres para manifestar seu apoio ao exército egípcio, ao que definem como «a única esperança de evitar mais caos» (Clarin, Argentina, 21/082013). O exército israelense está atuando em estreita cooperação com o egípcio para reprimir aos combatentes pró-palestinos e controlar ferreamente a fronteira do Sinai.
A chave é o problema da direção.
Nestes mais de dois anos de «primavera árabe» ficou evidente a gravidade da ausência de uma direção socialista revolucionária. O movimento de massas fez as revoluções, mas surgiram como direções correntes islâmicas burguesas como a Irmandade muçulmana (Egito e Síria) Ennahda na Tunísia ou as forças que compõem o CNS na Síria, avalizados pelos governos da Turquia ou Qatar, que não querem novos triunfos revolucionários. Em oposição a eles, tem crescido entre a esquerda e as organizações juvenis e sindicais as correntes de conciliação de classes e reformistas, tanto islâmicas quanto laicas.
O movimento juvenil egípcio Tamarod é a máxima expressão desta profunda debilidade. Reclamando corretamente contra a falta de resposta às suas reivindicações por parte do governo islâmico, caíram na armadilha mortal de apoiar os militares e justificar sua repressão, junto ao minoritário Partido Comunista e o nasserismo, integrando a Frente de Salvação Nacional.
Na Tunísia, o governo do partido islâmico Ennahda viu-se enfrentado a greves e mobilizações por reivindicações populares. Deixou na impunidade grupos criminosos que assassinam lutadores. Mas a oposição, entre ela a direção da UGTT e setores da esquerda, nucleados na Frente Popular, adotam posições de conciliação de classes, como se unir a elementos do antigo regime como Nidaa Tounes ou propondo um governo de salvação nacional o que gera novas confusões.
O processo continua aberto
Na atualidade existe uma luta encarniçada entre a revolução e a contrarrevolução em toda a região, mas ainda não está dita a ultima palavra. Continua a mobilização e a vontade de luta do movimento de massas. Assim sendo, é possível derrotar esta ofensiva da contrarrevolução. Esta é a tarefa mais importante do momento. E que, nesse caminho surjam novos dirigentes e organizações que impulsionem de forma consequente a luta contra a burguesia, suas forças armadas e o imperialismo. Estrategicamente está colocado avançar para conquistar governos dos trabalhadores e dos setores populares que impulsionem a independência política do movimento de massas, a ruptura com o imperialismo e as medidas anticapitalistas que possibilitem satisfazer as imensas demandas destes povos.
Mais uma vez está demonstrado que não existem «etapas» nas quais o povo deva se limitar às demandas democráticas, nem possibilidade de progresso sustentando governos burgueses nem islâmicos nem laicos. E menos ainda pactuando com os restos das velhas ditaduras ou apoiando golpes militares pro imperialistas. Existe um único processo de revolução permanente e regional que os militares, os governos burgueses árabes, o imperialismo e o sionismo pretendem derrotar.
Chamamos todos os lutadores antiimperialistas e anticapitalistas, à juventude árabe, a todos os povos e à esquerda mundial a apoiar a rebelião síria e, no imediato, a se mobilizar contra o governo militar egípcio, chamando aos jovens que o apoiam a romper com ele para se somar à luta para derrotar à contra revolução.