Desde las grandes movilizaciones de junio, Brasil vive acelerados cambios. En las últimas semanas hubo huelgas de maestros en varios estados, huelgas nacionales de bancarios y petroleros, y la privatización más grande de la historia brasileña.
Escribe: Miguel Lamas
El campo petrolero llamado Leilão de Libra, o Pre Sal, en la costa marítima brasileña, representa una enorme reserva petrolera calculada en 15 mil millones de barriles de petróleo, es decir un billón (millón de millones) y medio de dólares al precio actual. Esta reserva fue vendida en 7.000 millones de dólares a la Shell (anglo-holandesa). Es considerada la privatización más grande de la historia brasileña. Ese entreguismo forma parte de una ola de privatizaciones que incluyen puertos, aeropuertos, autopistas, ferrocarriles, hospitales universitarios y la asociación de capitales extranjeros en el Banco de Brasil.
Como la privatización fue repudiada popularmente y, en especial, por una huelga petrolera, Dilma Roussef utilizó al ejército y a la marina para reprimir a los petroleros en huelga y defender, no a la nación, sino a la Shell. Esto provocó una enorme indignación entre los petroleros. E incluso la ruptura con el PT de un importante dirigente, Emanuel Cancela, Secretario General de Sindipetro de Río de Janeiro, mediante una carta pública de renuncia.
Estas masivas privatizaciones llevadas adelante por el gobierno del PT a un ritmo nunca visto. Se explican por el estancamiento de la economía y el altísimo endeudamiento del estado brasileño. Dilma Roussef asistió en Nueva York a la sede de Goldman Sachs a garantizar que el gobierno del PT «cumple los contratos» y se comprometer ante el FMI a un ajuste fiscal riguroso. Como los anteriores gobiernos neoliberales, está pagando la deuda privatizando reservas petroleras y empresas públicas. Los 15 mil millones de la venta del petróleo serán para pagar la deuda externa e interna que consume el 50% del presupuesto nacional.
Todo el apoyo a las huelgas nacionales
La huelga nacional bancaria fue la mayor de los últimos 20 años. Y surgió un movimiento, llamado «Nuevo Rumbo», unitario de izquierda, que puede ser una alternativa de nueva dirección contra la burocracia oficialista en el sector. Los petroleros, por su parte, hicieron una huelga de una semana que, pese al freno de la burocracia, logró algunos avances económicos, y denunciar a escala nacional el entreguismo petrolero del gobierno. Por otro lado hubo masivas huelgas y movilizaciones de maestras y maestros en Río de Janeiro, Pará (que aún continúa) y en otro estados.
Ante este panorama la Corriente Socialista de los Trabajadores (CST/UIT-CI) en el PSOL, propone unir las luchas y coordinar las huelgas, uniendo a trabajadores, estudiantes y la juventud, en la perspectiva de una huelga general por las reivindicaciones de los trabajadores, contra el ajuste fiscal (que afecta centralmente a la salud y la educación), contra el pago de la deuda estatal y por la anulación de las privatizaciones.
Estos grandes movimientos de lucha que conmueven Brasil desde junio, produjeron también un fuerte debate político dentro del PSOL. Partido de izquierda que hace 10 años fundaron parlamentarios que rompieron con el PT, integrado por la CST (Corriente Socialista de los Trabajadores perteneciente a la UIT-CI), el MES (Movimiento de Izquierda Socialista), intelectuales, parlamentarios de Río de Janeiro como el diputado Marcelo Freixo, el prefecto (intendente) de Itaocará (Sao Paulo, que pertenece a la CST), y dirigentes de las huelgas de trabajadores y de la juventud, que postulan a Luciana Genro, una de las ex diputadas que rompió en el 2003 con el PT, para encabezar la candidatura presidencial del PSOL.
En este marco, comenzó a agruparse una corriente de izquierda dentro del PSOL de la que forma parte la CST, que impulsa la confluencia de éste con las luchas de los trabajadores y la juventud.