Se profundiza la crisis de los partidos del régimen que pierden 3,5 millones de votos, aunque esta vez, el peor palo se lo lleva el PP. En ausencia de movilizaciones significativas – únicamente Movistar- y sin triunfos significativos de movimientos anteriores, el giro a la izquierda que se da, queda mediado por la teoría de que desde el gobierno –a través de las elecciones- se resolverán los problemas. Esa idea, altamente positiva pues va a la esencia de la necesidad de cambiar el poder político, tiene el correlato inmediato de que para ello hay que perder el miedo a no votar a los «de siempre», a los que garantizan la estabilidad, y por tanto el votante «arriesga» apostando por lo nuevo, tanto a la derecha como a la izquierda. Eso es lo que ha ocurrido en estas elecciones: se perdió el miedo al supuesto caos que vendría con la novedad. Y lo nuevo ha arrasado, dando un paso más al transformar lo que era crisis de los aparatos del régimen en construcción de alternativas.
Pero también tiene su debilidad en la base misma de la ausencia de movilización –la necesidad del poder político no deriva de ella- pues el cambio se deposita en la confianza en la democracia burguesa, fomentada en los últimos tiempos por las nuevas formaciones que llaman a depositar la confianza en el voto a su formación que ya «arreglará las cosas». Eso es viejo: PSOE e IU se auparon desde la transición en esa falsa idea, con la diferencia de que las nuevas formaciones son mucho más débiles que ellos y si la movilización repunta tiene la posibilidad de hacerlas ir más lejos de lo que dicen sus programas o buscar su recambio. Ese es el reto de la nueva situación: impulsar las concreciones de esa voluntad de cambio a la izquierda.
Los puntales del régimen
El PP es quien más duramente ha pagado sus brutales políticas de recortes, así como los escándalos de corrupción: pierde 2,5 millones de votos y aún siendo el partido más votado no obtiene mayorías que le permitan garantizar gobiernos ni autonómicos ni muchos municipales pues la mayoría quedaría en manos de acuerdos de las fuerzas de izquierda. En las CCAA su desplome sólo le permite garantizar gobiernos en Murcia, Ceuta y Melilla y Castilla-León, y contando con C’s, en Madrid. Pierde feudos como Valencia, Baleares, Extremadura e incluso Cospedal en Castilla la Mancha, donde también es mayoría la suma de las izquierdas.
También pierde alcaldías en su feudo galego como las de A Coruña (a manos de Marea que la supera en votos), Santiago y Ferrol con pactos de fuerzas de izquierda. Pese a que el PPdeG es la fuerza más votada en el conjunto de Galicia, cosecha los peores resultados desde la refundación del partido. Las dimisiones del valenciano Fabra y el mallorquín Bauzá, son claros síntomas de la drástica derrota.
El PSOE sigue su crisis, pero retiene algún feudo significativo (recupera Extremadura, aunque perdiendo votos, o Vigo, o mantiene ciudades estratégicas del cinturón industrial de Barcelona aunque sea también perdiendo, como L’H, Sta Coloma de Gramanet… Los puntales nacionales del régimen de la transición: CiU, PNV. Si bien CiU gana en Catalunya, pierde 100.000 votos y la capital, Barcelona. El PNV no sólo se mantiene sino que sube 30.000 votos, aumentando la distancia con Bildu -de apenas 10.000 votos en 2011, ahora le avanza en 55.000- y capitalizando el giro a la derecha de Bildu en su carrera por un frente vasco.
Otras viejas marcas
La debacle de IU. Según Interior que suma aquellas marcas que con otro nombre han aceptado contabilizarse con IU, como Barcelona en Comú de Ada Colau, o las Mareas gallegas que han tenido importantes éxitos, pierde 400.000 votos, recibiendo el castigo por su política en autonomías como la extremeña –donde facilitó el gobierno del PP- de cuyo parlamento desaparece al igual que del valenciano, o de ciudades como Madrid u otras localidades y parlamentos en que como marca IU (o ICV-EUiA en Catalunya) ni entra en la institución.
Las opciones pequeño burguesas nacionales. Se hunde el BNG, perdiendo 70.000 votos. Su crisis ha venido por etapas: a la ruptura del BNG le siguió la alianza de Benegas con IU en Anova que ya cosechó triunfos en las anteriores elecciones; ahora con las Mareas -que aúnan en muchos casos Anova con Podemos-, sus titubeos en el tema nacional y en el social, le pasan una cruel factura.
Por el contrario, ERC duplica votos y concejales, rentabilizando el nacionalismo con el que se medía con CiU, pero en menor medida de lo vaticinado por encuestas anteriores.
Una alternativa por la derecha: el lerrouxismo
C’s se convierte en imprescindible muleta del PP en muchas comunidades y ayuntamientos, por más que hayan afirmado que no entraran en gobiernos que no presidan ellos, es casi seguro que entraran en pactos de gobernabilidad. Significa un recambio de la derecha rancia española que ha centrado su discurso en la unidad de la patria y la campaña contra los derechos nacionales, desplazando también en términos absolutos a UPyD cuya crisis se refleja en la dimisión de Rosa Díaz. A menor escala, elimina también competencias menores que pretendían jugar un papel ligando tema nacional e inmigración, como PxC que pierde más de la mitad de sus votos (de 66000 a 27000).Como ya hemos dicho en otras ocasiones son el nuevo lerrouxismo, y no hay que olvidar que justamente fue éste quien entró en los peores gobiernos de los años 30, siendo protagonista en el de la CEDA del bienio negro.
El cambio en la izquierda
Arrasan las marcas de Podemos, con y sin IU. De hecho hay quien dice que han sido las elecciones de las franquicias… con poquísimo programa alternativo –en muchos casos rebajaban el de IU-, y en otros dependiendo de su aparato y su dinero –como en el caso de Barcelona-. Pero éstas han arrasado, reflejando de forma aplastante la voluntad de cambio de un electorado que en muchos casos votaba una marca, desconociendo absolutamente ni qué decían, ni quienes lo decían. Si Madrid es un caso de Podemos sin IU, las Mareas galegas lo son con EU, Equo… (Santiago de Compostela, A Coruña y Ferrol), salvo en el caso de Vigo en que Podemos no la apoyó por la presencia de Esquerda Unida). La fiesta de las franquicias se refleja dramáticamente en la mayoría de grandes ciudades. En un principio, algunas IU impulsaron los Ganemos para recoger el apoyo de un Podemos que había dicho que no se presentaría a municipales, sino que daría apoyo a candidaturas unitarias.
Sin embargo, se generalizaron otras más o menos ligadas a Podemos que obtuvieron el plácet de la cúpula de Pablo Iglesias, dando lugar a marcas electorales del tipo X en común, Sumando,…. En unos pocos casos se fusionaron, con lo que Podemos e IU participaron juntas, pero en otros –incluso alguna tras el cambio de nave de IU- se mantuvieron, añadiendo al Ganemos, Sí se puede. Esta franquicia ha agrupado de todo: desde variantes de IU, a rupturas de Podemos a personas de la más diversa estirpe que, como en El Prat –donde la franquicia de Ganemos tampoco contó nunca con ICV que tiene la alcaldía- han jugado a denuncias policiales y boicot abierto a Podemos.
La gente votaba nuevo y utilizó cualquiera de las dos marcas electorales que se repartieron votos y concejales.
Las dificultades de Podemos en el tema nacional donde hace primar el unionismo a la espera de solucionarlo con una reforma constitucional, se expresa en su freno relativo allá donde hay marcas nacionales de izquierda que llevaban un trabajo anterior de base y presencia institucional con reflejo mediático. Así Compromís en el País Valencià sube 200.00 votos.
Una coalición que viene del 2007, incluyendo a sectores de IU –los otros han sido borrados del mapa parlamentario-, y que no ha contado con el acuerdo de Podemos.
O las CUP en Catalunya que triplica votos y cuadruplica concejales, en alianza con las Candidaturas Alternativas del Vallès, en el cinturón industrial de Barcelona que la han llevado a ganar alcaldías como la de Ripollet-, o en coalición con Podemos –sin ICV- como en Badalona o a tejer complicidades a distintos niveles –en las que hemos estado en ciudades como Girona donde tenemos el primer concejal del partido, o L’Hospitalet-. En Catalunya, las CUP y sus coaliciones han obtenido el mayor crecimiento de votos (160.000) superando la frontera de los 200.000 y siempre enfrentando el reformismo de ICV-EUiA.
En este apartado ya hemos señalado anteriormente el ligero retroceso de Bildu de 5000 votos que pareciera reflejo de un coste de su ala izquierda por la política de los últimos años, pero también, aunque entra Podemos, lo hace con mucha menor fuerza.
Navarra se convierte en un termómetro para Podemos por tal como ha condicionado su voto. Geroa Bai, obtuvo 9 escaños y con los apoyos de EH Bildu (8) e Izquierda- Ezkerra (2), no alcanzaría la mayoría para desbancar UPN -lista más votada, pero que ni con el PP y el PSOE alcanzaría la investidura-.
Faltaría Podemos, pero Pablo Iglesias dijo que no pactaría con Blidu si no condenaba la violencia de ETA. La disyuntiva es clara: o se concreta el apoyo de Bildu y Podemos a Geroa Bai o se va a otras elecciones autonómicas.
Las grandes ciudades
Madrid: Con casi el 70% de participación, Podemos gana todos los barrios periféricos, en algunos doblando al PP como en Vallecas, pero también en Madrid-Centro o en Latina. Va más allá de lo que sería el desplazamiento de voto: los 6 concejales que pierden tanto PSOE como IU –que desaparece del ayuntamiento-, o los que arranca a formaciones de izquierda menores como el POSI que pierde la mitad de los votos. Tampoco se explica con los 4000 votos que aportaría Piratas. En cuanto a concejales, el efecto de polarización es determinante pues es lo que explica que arrastre sectores de abstención que se materializarían en esos 8 nuevos concejales para la izquierda.
De los 15 concejales perdidos por la derecha (10 del PP y 5 de UPyD que desaparece), C’s sólo capitaliza 7. Es pues un giro a la izquierda en toda regla que crece en 8 concejales. Aunque Esperanza Aguirre obtenga 1 concejal más que Manuela Carmona, se da por imposible su alcaldía –con propuestas grotescas como un tripartito formado por PSOE-C’s y PSOE-, pues el PSOE ya negocia con Ahora.
Barcelona en comú, con Ada Colau, Procés Constituent –y con él Revolta Global- y Podemos, entra en la tónica de las formaciones patrocinadas por IC, que facilita la financiación de la campaña y contabiliza los votos. El personalismo no queda a la zaga del de Pablo Iglesias y su esfinge en las papeletas.
Ada hace lo mismo. Pero a diferencia de Madrid, aquí si se consigue la mayoría, con un concejal más que Trias. Sin embargo el consistorio aparece mucho más atomizado: entran 7 fuerzas, con una abstención mayor a la de Madrid (vota el 60%).
Colau gana en los barrios obreros feudos tradicionales del PSC e IC: en alguno, como Nou Barris, duplicando al PSC, y en todos (Sant Andreu, Zona Franca, Sant Martí…) con holgada mayoría. También lo hace en Ciutat Vella.
Junto a CiU, los otros grandes perdedores son el PSC que de tener la alcaldía pasó a 11 concejales en 2011 y ahora a sólo 4; y el PP que de 9 pasa a 3 perdiendo la mitad de los votos. Es parte de lo que recoge C’s que entra con 5.
También rentabilizan y atraen votos ERC (más de los 25.000 que pierde CiU) y la CUP-Capgirem Barcelona, que casi quintuplica votos y entra con 3 concejales.
El golpe para CiU, como para el PP en Madrid, es fortísimo. Trías da por sentado el traspaso a Colau, por más que grite el PP que Barcelona se hundirá en el caos. primera fuerza que Ada se dirigió fue ERC. La CUP con 3 concejales no juega ningún papel crucial,
En Sevilla es de los pocos lugares donde baja la participación 3 puntos y se equipara a Barcelona, con un 60%. Gana el PP, perdiendo 8 concejales –de los que sólo recupera 3 C’s- y quedando a sólo uno del PSOE que también es de los lugares en que se mantiene. IU también lo hace. El partido instrumental «Participa Sevilla», formado a partir de la unión entre las bases de Podemos y un puñado de independientes procedentes de la plataforma Ganemos Sevilla, entra con 3 diputados alrededor de la corriente crítica de Podemos. Con ellos la mayoría absoluta la alcanzarían las fuerzas de izquierda,
En Valencia el batacazo de Rita Barberà la deja a un concejal de Compromís que triplica su fuerza. Aquí el efecto polarizador de Compromís, borra del mapa a IU, pero precisa de PSOE y Podemos (València en comú) para obtener la mayoría absoluta. Como en Sevilla, aunque el PP consiguiera el apoyo de C’s, no tendrían la mayoría absoluta.
En las capitales vascas, en Bilbao se mantiene PNV aunque pierda votos (como Bildu) y concejales. También aquí irrumpen las nuevas formaciones, con 2 concejales para UdalBerri (Bilbao en común, junto a Equo, Ezker Anitza-IU.) y otro tanto para Ganemos. C’s no entra en ninguna de las ciudades vascas.
En Donosti, Bildu pierde la alcaldía ante un cambio de coaliciones en que Bildu queda solo, y Alternatiba entra con Podemos, IU y Equo en Ganar Donosti. En Araba, es de los pocos lugares donde el PP se mantiene, aumentando en votos. También lo hace Bildu. Retroceden son PNV y PSOE dejando espacio para la entrada de SUMANDO-HEMEN GAUDE (marca alavesa de Podemos) y a IRABAZI Ganar con Ezker Anitza – IU y EQUO.
Las perspectivas
El voto de cambio debilita absolutamente los partidos del régimen exigiendo un giro a la izquierda. También fragmenta consistorios y parlamentos, y se hace en forma exponencial allá donde hay además fuerzas nacionales de izquierda.
Podemos se perfila como la nueva alternativa con el dilema de confluir con IU o no. Para ésta, es vital conseguirlo porque únicamente allá donde se ha logrado ha pervivido –Barcelona en comú o las Mareas-. Este hecho pone de nuevo sobre la mesa el intento del reformismo de revestirse para frenar las ansias objetivas de ruptura que se expresan en el voto y que van más allá de las limitaciones que reiteradamente hemos planteado sobre el programa y la voluntad de Podemos.
El primer momento de ponerlo a prueba será en las elecciones catalanas del 27 de septiembre. Sólo que ahí, hasta ahora ha habido una fuerza que ha defendido y agrupado alrededor de las líneas rojas de la ruptura – resistiendo presiones como las de Ada Colau en Barcelona-, que ha sido la CUP-AE a nivel autonómico. Hay que pasar a la ofensiva proponiendo conversaciones a todas las fuerzas –empezando por CAVs y AEs, Procés Constituent, Podemos,…- con las líneas rojas de las dos rupturas –democrática y social-pero con el cuidado de posibilitar el diálogo sin rebajar objetivos.
A nivel estatal, desde dentro o fuera de Podemos, está la misma disyuntiva. Ruptura con el régimen monárquico del 78 –que no reforma a la que nunca llegaremos sino es descafeinada tipo la transición- y ruptura con el sistema capitalista poniendo el dinero al servicio de la gente en lugar de pagar una deuda ignominiosa –que tampoco arreglaremos con renegociaciones a menos que renunciemos a las mejoras de fondo, como está demostrando Grecia-. Y, en cualquier caso, apostando por el apoyo a las movilizaciones que serán la garantía del cambio que se expresa en los votos.