Por: Simón Rodríguez Porras*
Hace poco más de tres meses, el gobierno de Maduro y Cabello impulsaba una frenética campaña ante lo que denominaba la amenaza de una «invasión inminente» por parte de militares yanquis. El gobierno, mediante un gran despliegue publicitario, impulsó la recolección de firmas para que el gobierno de Obama derogara una Orden Ejecutiva que definía a Venezuela como una amenaza, empleando cuantiosos recursos financieros estatales y movilizando a miles de empleados públicos. El gobierno aseguró haber recolectado más de 13 millones de firmas, pero su destino es un misterio para todos.
Según los voceros gubernamentales, las sanciones adoptadas en perjuicio de siete funcionarios medios constituían la antesala de una agresión militar. Pocos días después, en abril, el subsecretario de Estado para el hemisferio occidental Thomas Shannon se reunía con el presidente Maduro en Miraflores, evento que se repetiría en mayo. Aunque las negociaciones han sido secretas, su recurrencia indica que lo inminente no es una agresión militar sino el avance hacia acuerdos y la posibilidad de la normalización de las relaciones diplomáticas entre ambos países. Y es que más allá de la retórica oficial con pretensiones antiimperialistas, el gobierno venezolano se mantiene fielmente en su rol de proveedor confiable de petróleo a EEUU, y más aún, ha beneficiado a la transnacional yanqui Chevron con la mayor participación de empresa extranjera alguna en la industria petrolera venezolana, dando continuidad al saqueo histórico de nuestro país por parte del imperialismo.
A tal punto ha avanzado esta línea de negociaciones, que se ha involucrado en ella el presidente de la Asamblea Nacional y jefe de la principal tendencia dentro del Psuv, Diosdado Cabello, participando en reuniones el 10 de junio con el ex presidente brasileño Lula Da Silva en Sao Paulo, como el 14 con Shannon en Haití.
Lula, con un pasado izquierdista, es indiscutiblemente uno de los mediadores privilegiados por el gobierno de EEUU para sus relaciones tanto con Venezuela como con Cuba. En este marco, pocos días después de la reunión en Haití, se anunció la fecha para las elecciones parlamentarias en Venezuela, la liberación de varios activistas de la MUD detenidos y la suspensión de la huelga de hambre de Leopoldo López. Cabello aseguró que vendrían más liberaciones de activistas presos.
En el marco del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba y el auspicio de las negociaciones entre el gobierno colombiano y la guerrilla, el gobierno de Obama también busca acercamientos con el gobierno de Maduro, el cual se encuentra debilitado por la crisis económica y el desgaste de su base de apoyo. Para el gobierno venezolano este acercamiento significa cubrir su retaguardia ante la posibilidad de una derrota electoral en diciembre, y colocar asuntos como la liberación de activistas y dirigentes de la MUD que se encuentran presos como fichas en la negociación con EEUU.
En marzo, más allá de que en su oportunidad repudiamos las sanciones y la declaratoria de Venezuela como amenaza para EEUU, advertimos que las sanciones a funcionarios venezolanos estaban más dirigidas a fines de la política interna yanqui que a iniciar una escalada de agresiones con elementos militares, como insistía el gobierno.
El discurso sobre la invasión inminente, como en general los cacareos supuestamente antiimperialistas del gobierno, sólo buscan distraer la atención de hechos como el aumento de la pobreza, el desabastecimiento, el alto costo de la vida, y la persistencia de una política entreguista que hace a grandes transnacionales imperialistas como Chevron o Repsol socias de Pdvsa y les permite apropiarse de una importante fracción de la renta petrolera.