Por: Miguel Angel Hernández*
Un nuevo escándalo sacude al gobierno de Nicolás Maduro. Esta vez dos sobrinos de su esposa, Cilia Flores, han sido detenidos en Haití este martes, acusados de conspirar para realizar operaciones de narcotráfico. Según las fuentes judiciales ligadas al caso, los detenidos contaban con pasaportes diplomáticos, sin ostentar cargos en el servicio exterior venezolano, y presuntamente se movilizaban en una aeronave de la empresa privada Sabenpe, cuyos propietarios están ligados al chavismo. Existen versiones periodísticas también sobre allanamientos en propiedades relacionadas con los Flores en República Dominicana.
El incidente se produce apenas dos días antes de que Maduro se dirigiera a la Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Y pocos días después de la deserción del fiscal acusador en el juicio al dirigente de la MUD Leopoldo López. Semanas antes también estalló el conflicto entre el gobernador de Bolívar, Rangel Gomez, y el alcalde López del municipio Caroní, que ha escalado con la detención de éste último bajo acusaciones de corrupción.
Todos estos casos son sintomáticos, reflejan la crisis del gobierno. El barco se va a pique, la economía se hunde, los trabajadores padecen salarios destruidos, se consumen en colas, son víctimas de despidos, pésimos servicios publicos, un transporte caro y desastroso. La situación social es potencialmente explosiva, y todos estos elementos comienzan a expresarse en el seno del poder político, de los jerarcas del Psuv y hasta en la familia presidencial. Son las purulencias de un modelo político fracasado y en completa decadencia.
A medida que se acerca el desenlace de unas elecciones que cada vez más el gobierno las ve perdidas, estas expresiones de desesperación, de agudización de las contradicciones internas en el gobierno, se hacen mayores. La parálisis del gobierno para responder a la detención de los dos familiares de Cilia Flores llama poderosamente la atención. Sin duda el gobierno yanqui, que es enemigo histórico del pueblo venezolano y no tiene ningún interés en abogar por sus derechos, sabe que puede presionar y negociar con el gobierno venezolano dada su extrema debilidad. Y el gobierno de Maduro, que de antiimperialista tiene muy poco, también estará dispuesto a hacer nuevas concesiones al gobierno yanqui.
Pero lo fundamental, que tenemos que extraer como lección al ver este proceso de implosión del chavismo, es la necesidad de construir un proyecto político propio de la clase trabajadora, sin expectativas en boliburgueses, en políticos corruptos del puntofijismo, en la MUD, ni en el imperialismo. En nuestras propias manos está la posibilidad de construir una alternativa verdaderamente socialista, sin corruptos ni capitalistas, sin banqueros ni transnacionales, sin latifundistas ni empresas mixtas.
* Secretario general del Partido Socialismo y Libertad (PSL) y candidato a la AN por el voto lista del Distrito Capital.