Las elecciones legislativas del 6D significaron una aplastante derrota política del gobierno chavista de Nicolás Maduro. Fue tan así que superó todas las previsiones. El chavismo (PSUV) perdió la mayoría en la Asamblea Nacional (AN) luego de 17 años de control absoluto. La MUD (oposición de centroderecha), obtuvo 112 diputados y el PSUV solo 55. Millones abandonaron al chavismo. No hay giro a la derecha sino otro multitudinario voto castigo de masas. No fracasó la izquierda ni el socialismo, sino la mentira del proclamado «Socialismo del Siglo XXI» de un gobierno de doble discurso que hambreó al pueblo mientras pactaba con las multinacionales del petróleo. Esta es la triste realidad.
Por Miguel Angel Hernández, dirigente del PSL de Venezuela, para El Socialista de Argentina.
Nuestra corriente socialista internacional, encabezada por el dirigente obrero venezolano Orlando Chirino, lleva años denunciando que en Venezuela no se está construyendo ningún socialismo y que la debacle política del chavismo estaba en marcha por la creciente bronca y odio acumulado por los trabajadores y el pueblo. El agravamiento de la crisis social de los últimos dos años está en el trasfondo de este resultado electoral. Maduro salió a reconocer la derrota, pero culpó de ella «a la guerra económica «desatada por el «imperio». En realidad, la «guerra económica» la viene desatando el gobierno chavista. Ya que bajo la máscara del «socialismo» viene aplicando un plan de ajuste al pueblo.
El país tiene una inflación acumulada entre 1999 y el 2014 de más del 2300%. Una moneda ficticia, ultra devaluada. Mientras el dólar oficial figura en 6,5 bolívares, el paralelo se está obteniendo a 900 bolívares, cuando hace un año se conseguía a 30. El salto ha sido descomunal. Además, el gobierno estableció un dólar a 200 bolívares para los empresarios importadores. En un país donde más del 70% de lo que se consume se importa, ha sido el propio gobierno el que ha incentivado las maniobras financieras fraudulentas (la «bicicleta» de compra y venta del dólar. Sacan a 200 y venden a 900) de la burguesía.
Las devaluaciones son sinónimo de caída brutal del salario. El salario mínimo es de 9 mil bolívares, o sea, de 10 dólares. El salario medio puede estar en 15 mil bolívares mientras la canasta (cesta) básica se calcula en 110 mil bolívares. Un litro de leche, cuando se consigue, está a 1500 bolívares. En este año siguió el desabastecimiento, la falta de alimentos básicos, las largas colas para tratar de obtener comida, jabón o papel higiénico. A ello se sumó el despido en empresas privadas, del estado y la criminalización de la protesta, prohibiendo huelgas, como en la acería estatal Sidor o persiguiendo a luchadores sindicales, como en el caso de Ferrominera o en petróleo, cesanteando a Bladimir Carvajal, candidato obrero del PSL.
El chavismo perdió en sus bastiones históricos
Este avance de las penurias del pueblo venezolano fue acumulando el odio popular que se canalizó en el voto castigo del 6D. En primer lugar, se batió el record de votantes, con un 78%. El símbolo de la debacle política del chavismo es que después de 17 años de predominio total, perdió en 17 estados (provincias) de los 24 existentes. Con derrotas emblemáticas, siendo vencido en el estado de Barinas (llanos occidentales), el lugar de origen de Hugo Chávez, su histórico bastión. En el pasado gobernó su padre y ahora es gobernador Adán Chávez, hermano del fallecido presidente.
El gobierno perdió el importante estado de Aragua, gobernado por Tarek El Assami, uno de los grandes referentes del PSUV. También en Monagas, el ex bastión de Diosdado Cabello, ahora ex presidente de la AN, que logró reelegirse con lo justo como diputado. Jorge Rodríguez, cabeza de campaña del PSUV y alcalde de Caracas, fue derrotado. En la capital el chavismo perdió, por ejemplo, en barriadas populares como Catia y el 23 de Enero.
La extrema polarización barrió con cualquier otra lista que no fuera el PSUV o la MUD. La oposición patronal es un conglomerado de más de 30 partidos entre los que se destacan Primero Justicia ( Enrique Capriles), Henry Ramos Allup (Acción Democrática) y Leopoldo López (preso, de Voluntad Popular). Algunos medios de prensa han descripto a esta alianza como de centroizquierda o socialdemócrata. Esto es equivocado. Se trata de una alianza patronal de centro derecha (al estilo Macri-Cambiemos) que une a la mayor parte de líderes y partidos de la vieja oligarquía pro yanqui venezolana con sectores ligados a la socialdemocracia europea. Representa a la vieja burguesía que quiere volver a manejar la renta petrolera en su beneficio, aliada de los Estados Unidos, desplazando a la actual beneficiaria de los negocios, siendo la llamada «boliburguesía», los jerarcas del PSUV y un sector de los militares adictos.
Voto castigo al falso «Socialismo del Siglo XXI»
Con lo ocurrido en Venezuela se vuelve al debate que pretenden instalar los sectores de la izquierda reformista y pro chavista. Para justificar esta derrota colosal, argumentan que fue por la presión del «imperio» y su «guerra económica». Triunfó una «contrarrevolución», dijo Maduro. Otros le suman que esa presión llevó a un «giro a la derecha» de sectores populares, como en Argentina. En realidad, se trata de un masivo voto castigo. La franja de trabajadores y sectores populares que votaron a la MUD no lo hicieron creyendo que es la solución a sus problemas. Las masas vuelven a usar esas alternativas electorales para castigar. Para expresar su bronca contra tanta defraudación política. Es tarea de la izquierda revolucionaria seguir la pelea por ser alternativa de dirección de esas masas en las luchas obreras y populares.
Los responsables de que se fortalezca esta variante de centro derecha es el chavismo. El fracaso contundente de su proyecto político contribuye a sumar más confusión en la conciencia de millones sobre el verdadero proyecto del socialismo. Durante 17 años han ensuciado al socialismo. Este es el debate fundamental que está instalado en Latinoamérica y en el mundo. Por eso es prioritario para la vanguardia mundial, extraer todas las conclusiones del fracaso del chavismo.
El llamado «Socialismo del Siglo XXI», de Hugo Chávez, fue un fraude monumental. El fracaso no es de Maduro, como ahora muchos querrán instalar, o de los «sectores burocráticos» que no siguieron el «legado de Chávez». No, el fracaso es del proyecto de Chávez que nunca dio pasos a ningún socialismo. Desde un primer momento el proyecto fue no cambiar la base de la economía capitalista de Venezuela. Muchos creen, por ejemplo, que se «nacionalizó» el petróleo, pero no es así. Muchos se preguntan: ¿Cómo puede ser que en un país petrolero haya desabastecimiento y pobreza? Porque usaron las superganancias de un petróleo a más de 100 dólares el barril, durante años, para compartir esas ganancias con las multinacionales y los negociados de la «boliburguesia», no en beneficio del pueblo trabajador y del país. Así de sencillo.
Chávez constituyó a PDVSA en una empresa mixta, asociada en más del 40% a multinacionales como Chevron, Total, Repsol, Lukoil o Mitsusbishi. Nunca se nacionalizó la banca y el comercio exterior. El sector financiero entre 2002 y 2012 triplicó su participación en el PBI. En 2012, entre las primeras empresas del país, cinco eran bancos y aseguradoras y cuatro eran transnacionales: Movistar, Procter and Gamble, General Motors y Coca Cola (datos Ultimas Noticias, 25/10/12). Contra lo que dice la propaganda «socialista» del gobierno, la participación del sector privado en el PBI creció. Por ejemplo, entre 1999 y 2009, del 65 al 70%, mientras la llamada «economía social» (cooperativas y otras) aportaba solo un 1%. No hubo reforma agraria. El uno por ciento de las propiedades agrarias concentra el 40% de la superficie agrícola.
No hay socialismo, ni siquiera antiimperialismo, pactando con las multinacionales, los terratenientes y los banqueros. Tampoco lo hay persiguiendo a los que luchan, desconociendo los contratos colectivos o limitando el derecho de huelga como ocurrido en Sidor, Ferrominera y en múltiples casos.
La crisis política y social sigue abierta
Los resultados del 6D son solo un nuevo capítulo de la crisis política y social de Venezuela. El gobierno de Maduro ha quedado muy debilitado, enfrentado a la nueva AN, controlada por una mayoría calificada de dos tercios, por la oposición patronal. Desde el 5 de enero, cuando asuman, se verá hasta donde va a ir la MUD. Tienen un poder «legal» como para decretar amnistías, votar leyes o convocar a un referendo revocatorio del mandado de Maduro. Queda un gobierno y un régimen en crisis. Hay dos poderes patronales enfrentados.
Para los trabajadores y los sectores populares queda la gravedad de la crisis social, sus bajos salarios, los despidos y la lucha por sobrevivir en las largas colas y el desabastecimiento. Algunos creen, entre ellos dirigentes del chavismo y la MUD, que el voto castigo puede amortiguar la posibilidad de un estallido social. Puede suceder lo opuesto. Que una vez golpeado al gobierno y ante la MUD que no va a ofrecer cambios, se vayan creando las condiciones para protestas y movilizaciones de sectores de masas por el salario, sus alimentos básicos y por su derecho a poder vivir dignamente.
Desde el PSL y CCURA seguiremos impulsando esta lucha, en la perspectiva de un gobierno de los trabajadores, construyendo la dirección socialista revolucionaria que realmente necesita la clase trabajadora y el pueblo venezolano.
PSL fue la única lista socialista revolucionaria
El Partido Socialismo y Libertad (PSL), sección de la UIT-CI, presentó candidaturas en 12 estados y en Caracas. De las 36 listas, la del PSL fue la única socialista y de independencia de clase, con el eje “Contra el gobierno y la MUD”. Hizo una campaña heroica sin recursos y sin espacios en los medios. Esto sumado a la extrema polarización hizo que lograra muy pocos votos. Colocó su campaña al servicio de las luchas, en defensa de la autonomía sindical, contra los despidos y el reenganche de los trabajadores cesanteados. Por la reforma agraria, contra la criminalización de la protesta y contra las leyes que restringen las libertades democráticas, el derecho a huelga y a manifestar. Exigiendo que el petróleo sea 100% venezolano y estatal, sin empresas mixtas ni transnacionales, para que sus cuantiosos recursos se destinen a aumento general de salario, salario mínimo igual a la canasta básica, ajustado cada tres meses de acuerdo a la inflación.
En Valencia, zona industrial, el PSL presentó la candidatura de Orlando Chirino, principal referente del partido y reconocido dirigente sindical. En la Capital, encabezó Miguel Angel Hernández, Secretario General del PSL y profesor de la Universidad Central de Venezuela. En Zulia, zona petrolera del occidente, el partido presentó como candidata a Atala Uriana, líder indígena de la etnia wayúu y al directivo de la Futpv (federación sindical petrolera) y miembro de C-cura, Francisco Luna. Igualmente, el PSL acordó con la Unión Nacional de Trabajadores (Únete), presentar candidatos en el estado Miranda. Se logró un importante acuerdo con sectores de Marea Socialista, corriente proveniente del chavismo, en tres estados. Mientras en la mayor parte de los distritos, Marea Socialista fue en otras listas dando “apoyo crítico” al PSUV y a Maduro.