El NO se impuso en el referéndum realizado el 21 de febrero en Bolivia. Evo Morales y su partido, el MAS, sufrieron una grave derrota política en medio de escándalos de corrupción y protestas populares.
Escribe Miguel Lamas
El referéndum era el requisito constitucional para aprobar una reforma que permitiera la reelección por cuarta vez de Evo Morales y Alvaro García Linera en las elecciones de 2019. El triunfo del NO fue con el 51,30% a 48,7% del SI. Una “pequeña diferencia”, dijo el gobierno, aunque los primeros cómputos con el 50% de las mesas escrutadas daban más de un 65% por el NO. El cambio porcentual vino por el voto en zonas campesinas donde predominó un sistema fraudulento de control absoluto por las autoridades de mesa del partido de gobierno. Asentados en la estructura sindical campesina, en esos lugares el resultado en actas de votación fue de más del 90 a 95% por el SI. También hubo numerosas denuncias de voto de fallecidos, en un padrón electoral no depurado. Con todo esto puede estimarse casi un 10% de votos producto del fraude. El NO ganó en 9 de las 10 principales ciudades, con mayoría amplia. El voto SI real habría estado, sin fraude, alrededor del 40%. Y aún este 40% apoyado en un chantaje directo del gobierno sobre el electorado, como por ejemplo amenazar a los mineros de la empresa estatal Huanuni (la más grande del país con 4000 trabajadores) con cerrar la mina si ganaba el NO en ese distrito o a cultivadores de coca con quitarle sus cocales.
Evo Morales obtuvo el 61% de la votación en las elecciones presidenciales del 2014. Como habíamos señalado en una nota anterior (El Socialista 306) hay una ruptura masiva de grandes sectores populares con el MAS, que tiene como motivo de fondo la traición del gobierno a la lucha por la llamada Agenda de Octubre de 2003, que en la insurrección de ese año reclamaba la expropiación y la expulsión de las multinacionales para industrializar y crear puestos de trabajo. El MAS hizo lo contrario, no nacionalizó los hidrocarburos ni la minería e hizo acuerdos con estas empresas, lo que impidió cambiar la estructura de pobreza del país, la falta de trabajo regular y la miseria campesina. Mientras hubo altos precios de gas y minerales, la exportación fundamental de Bolivia, esta traición estuvo disimulada con algunas mejoras parciales para el pueblo, fundamentalmente algunas obras públicas y más trabajo, aunque generalmente precario, sin estabilidad ni derechos.
En ese marco hubo tres hechos más recientes que aceleraron esta ruptura y la caída electoral del MAS: la caída de precios de exportaciones de gas y minería, que el gobierno trata de solucionar con un ajuste antipopular expresado en impuestazos y despidos masivos en la minería privada; la gran huelga de un mes durante julio del año pasado del Departamento de Potosí pidiendo fuentes de trabajo, salud y educación; y una serie de escándalos de corrupción, el último de los cuales salpicó personalmente a Evo Morales, el llamado “zapatazo”.
La campaña por el NO tuvo masivamente un carácter inorgánico. Viejos políticos derechistas de oposición, como Doria Medina, Rubén Costas (gobernador de Santa Cruz), Félix Patzi (ex masista gobernador de La Paz), Luis Revilla (alcalde de La Paz) llamaron a votar NO. También hubo organizaciones populares y de izquierda que llamaron a votar NO. Pero el voto masivo en los barrios populares fue autoorganizado y especialmente entre los jóvenes hubo una intensa campaña por las redes sociales (fundamentalmente Facebook). Esto llevó al gobierno a atribuir oficialmente su derrota a las redes sociales supuestamente “manejadas por el imperialismo”.
Este amplísimo movimiento juvenil y popular en general repudia tanto al gobernante MAS como a los viejos partidos derechistas. Es la base social para construir una alternativa política y de lucha de trabajadores, indígenas, estudiantes y del pueblo explotado, recuperar las organizaciones obreras y populares hoy controladas por corruptos burócratas vendidos al gobierno, en primer lugar la Central Obrera Boliviana y grandes sindicatos y luchar en la perspectiva de un gobierno de estas organizaciones del pueblo que aplique la Agenda de Octubre.
“Evo, Zapata, adonde está la plata”
Esta consigna, gritada por todo tipo de manifestantes, estudiantes, jubilados y vendedores ambulantes en las protestas por el NO a la reelección, fue la más cantada en las calles en las últimas semanas.
La consigna se refiere al novelesco culebrón que marcó la campaña electoral. Tres semanas antes del referéndum, un periodista informó que Gabriela Zapata, exitosa empresaria de 28 años, gerente de una multinacional china en Bolivia, era amante de Evo e incluso había tenido un hijo en el 2007 con el presidente. La empresa china fue beneficiada con 560 millones de dólares en contratos directos con el estado sin licitación. Gabriela Zapata fue fotografiada en una lujosa mansión. Evo Morales dijo que no tenía vínculos actuales, reconoció que había tenido un hijo con ella y que el hijo había fallecido y desde entonces “no la había visto más”. Inmediatamente las redes sociales mostraron una foto de Evo Morales abrazado a Gabriela Zapata en el carnaval de Oruro de 2015. Evo, entonces, declaró que la había visto en el carnaval y que “le pareció cara conocida”. Desde entonces es el chiste popular en Bolivia: “cara conocida”… En todos los desfiles de carnaval se mostraron disfrazados de “cara conocida”.
Esto dejó en evidencia lo que se denomina “tráfico de influencias”, es decir, una red de corrupción favoreciendo a una multinacional para obtener contratos con el estado en condiciones ventajosas, a cambio de algunas coimas u otras prebendas. Se comenzó a derrumbar la imagen popular del Evo. ¡E indudablemente contribuyó a quitarle muchos votos en el referéndum!
La novela continuó después del referéndum. Zapata fue apresada y acusada de “tráfico de influencias” (junto con subordinadas del Ministerio de la Presidencia). ¡Como si contratos por 560 millones de dólares se hubieran firmado por funcionarios subordinados! Y el hijo que Evo Morales dio por muerto, “resucitó”. ¡La tía de Gabriela Zapata dijo que estaba vivo y con buena salud! Evo dice ahora que en el 2007 lo engañaron, que él creía que estaba muerto (parece que ni fue al velorio)… No se pierda el próximo capítulo.
El escándalo revela algo más profundo: la relación de corrupción y subordinación del gobierno con las multinacionales como la Petrolera Repsol o la minera Sumitomo (mina a cielo abierto de San Cristobal) a los que se les dio todo tipo de facilidades y rebajas impositivas, con contratos lesivos para el estado que, en el caso de las petroleras, les permite descontarse de impuestos hasta los salarios de sus ejecutivos y empleados, así como todas sus “inversiones” reales o truchas.
Alianza popular por el NO
La campaña por el NO fue mayoritariamente inorgánica, autoorganizada en barrios populares. Pero también hubo una expresión organizada, popular y de izquierda, una alianza que incluyó al COMCIPO (Comité Cívico de Potosí que dirigió la huelga general de un mes el año pasado), CONAMAQ (importante organización indígena), Bartolinas orgánicas de La Paz (organización de mujeres indígenas), organizaciones de maestros urbanos de La Paz, Cochabamba y Oruro, la Federación Estudiantil universitaria de Cochabamba, CODAPMA (organización juvenil ambientalista de Santa Cruz) y organizaciones de izquierda como el Partido Obrero Revolucionario (POR), Alternativa Revolucionaria del Pueblo Trabajador (UIT-CI) y Fuerza Revolucionaria Socialista Antiimperialista. Esta alianza llamó a votar NO, pero también denunció tanto a la “nueva derecha” (MAS) como a la antigua derecha y planteó la necesidad de expropiar y expulsar a las transnacionales de Bolivia.