Lo que predomina en Latinoamérica es el debate sobre el porqué de la crisis y retroceso de los mal considerados gobiernos “progresistas”. Lo más sobresaliente es la crisis
del gobierno de Maduro y el declive del chavismo. En diciembre pasado fue derrotado electoralmente. Se une a la grave crisis de Dilma-PT en Brasil, a las derrotas electorales del peronismo K en Argentina y de Evo en el referendo de Bolivia. Pretenden culpar de sus fracasos a “campañas de la derecha” y hasta de un “golpe” en Brasil.
¿Cuales son las verdaderas razones de su crisis?
Escribe:Miguel Sorans
Ante la debacle electoral del chavismo, el primero en salir a justificarse fue Nicolás Maduro dando la explicación de que todo se debió a una “guerra económica” lanzada por
el imperio”. Alvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia e ideólogo del MAS, aseguró que existe una “oleada contrarrevolucionaria” y que “está en riesgo la soberanía
latinoamericana”. Y que esa “guerra económica” la orquestarían EE.UU, Rusia y Arabia Saudita por la cuestión de los precios del petróleo. Rafael Correa, de Ecuador, llegó a hablar de “nuevo Plan Cóndor” (Clarín, Argentina, 19/3/16).
El profesor argentino Atilio Borón, se sumó a la justificación de Maduro alegando que existe una “pertinaz guerra económica lanzada por el imperio” (en Cuba Debate 7/12/15). Pero no se quedó allí. Sino que llegó al extremo de definir a las elecciones como una “trampa”. Pero no porque hubiera fraude. Simplemente por hacerlas. Al
cuestionar de que “hasta qué punto se pueden organizar elecciones libres en las condiciones existentes en Venezuela”. Comparando con la suspensión de las elecciones en el
Reino Unido en 1940 por el estallido de la 2° Guerra Mundial. Abriendo la temeraria hipótesis de que habría que “pensar que tal vez otras vías de acceso y mantenimiento del poder puedan ser más efectivas y confiables que las elecciones” (idem). Que otras vías? Borón ya baraja que en Venezuela y en otros países no haya más elecciones y se den autogolpes para sostenerse en el poder?
Las causas reales de la crisis política
En esta duda que abre Borón está la verdadera causa de la crisis que tienen estos gobiernos seudo progresistas. Porque sus causas hay que buscarlas en la bronca generalizada de las masas por los ajustes que les aplican. La realidad es que la “guerra económica” la desataron Maduro, Dilma, Cristina y Morales contra sus pueblos. Quizás por eso Borón, viendo que ya no pueden contener el descontento popular, baraje pasar a regímenes más totalitarios. Lo único que falta es que ponga el ejemplo de
las viejas dictaduras de los Partidos Comunistas que tanto añora.
José Mújica, ex presidente de Uruguay y del Frente Amplio, fue un poco más sincero cuando le preguntaron por el retroceso de estos gobiernos. No habló de “guerra económica”. Con su tono campechano dijo: “La izquierda de la región hace chambonadas”. Para nosotros las “chambonadas” son la aplicación de políticas antiobreras y de ajuste al pueblo.
El problema de fondo es que son gobiernos de conciliación de clase y de doble discurso. No tienen nada de “progresistas”. Hablan de “nacional y popular” pero no rompen con las multinacionales y los grandes grupos empresarios.
Lo que está fracasando ante las masas es la falsa teoría de que estos gobiernos iban a redistribuir mejor las riquezas. Es el fracaso del mensaje de la construcción del “Socialismo del Siglo XXI” en Venezuela, la construcción del “Socialismo Andino” en Bolivia o del “modelo nacional y popular” en Argentina. Estos gobiernos tuvieron un periodo de auge entre 2003 y 2010, en una coyuntura de mejora de los precios de las materias primas, lo que se denominó “el viento de cola”. Pero esa coyuntura de relativo auge de los precios, al no producirse un cambio estructural y ser toda una mentira política estos “modelos nacionales y populares”, terminó en más ganancias
para las multinacionales versus más pobreza para los pueblos.
En los últimos dos años llegó con fuerza, a la región, la crisis económica del capitalismo mundial, con la caída de los precios de las materias primas (petróleo, gas, cereales, minerales). Ante ello, estos gobiernos respondieron a los efectos de la crisis con planes de ajuste contra la clase trabajadora y su pueblo. Ni antes ni después de los efectos de la crisis cambiaron la estructura capitalista semicolonial de sus países.
Se rompen las expectativas
Estos gobiernos habían llegado al poder en medio de una gran expectativa de las masas y fruto de un proceso de ascenso revolucionario, que tuvo su pico más importante
fue el “Argentinazo” del 2001. El conjunto de la región estaba en un proceso de movilización y por eso estos gobiernos canalizaron ese rechazo al imperialismo y a las
multinacionales y hubo un giro a la izquierda. En Venezuela el proceso abierto en 1989 con el Caracazo, lo canalizó Hugo Chávez. En el caso de Lula y el PT en Brasil no fue exactamente fruto de una semiinsurrección popular. Pero sí existió un proceso de veinte años, desde los 80 cuando cayó la dictadura, de movilizaciones, grandes huelgas y de aparición del PT y de la CUT. Todos procesos inmensos de la clase obrera brasilera.
Desde el 2010 empiezan las luchas contra estos gobiernos. Comienza un proceso de ruptura de las expectativas de las masas. El hecho más destacado fue el “Gasolinazo” en Bolivia, que a fines del 2010 produce casi una crisis revolucionaria que estuvo al borde de tumbar a Evo Morales. Cuando éste aumentó la gasolina y la gente dijo “o sacas el ajuste o te vas”. Y Evo Morales tuvo que anularlo. A partir de entonces, en Latinoamérica, comienza a existir la expresión, por un lado, de aplicación de los ajustes
cada vez más avanzados y, por otro lado, empieza un proceso de luchas y movilizaciones contra estos gobiernos. En 2012 se da la primera huelga general contra el gobierno peronista de Cristina Kirchner. Después de ocho años en los que lograron contener y no había ocurrido ninguna huelga general. Y en 2013 se genera la primera gran rebelión en Brasil por las tarifas. Una rebelión popular de carácter nacional, que tuvo picos en San Pablo y Río de Janeiro, pero que fue una movilización de millones de
jóvenes y trabajadores que salieron contra las tarifas, pero expresando la crisis social y un rechazo global al gobierno.
En Venezuela en el 2014 hubo una gran huelga de Sidor, ex Techint, que abarca a unos 15.000 trabajadores, con casi diez meses de huelga. Perú tuvo movilizaciones campesinas contra las mineras y una gran movilización juvenil, con epicentro en Lima, que derrotó una ley de contrato de trabajo juvenil. En Chile son conocidas las impresionantes movilizaciones, durante varios años, por la educación estatal y gratuita.
La confrontación social y el problema de la dirección
Uno de los debates existentes a partir de los triunfos electorales de sectores conservadores es si existe un “giro a la derecha” de las masas. Centralmente consideramos que predomina un voto “castigo”. Millones votan con la “nariz tapada” a opciones de centro-derecha. Esa son las confusiones que genera el fracaso de los gobiernos de conciliación de clases. Desde ya es negativo que surjan gobiernos más a la derecha y proimperialistas. Pero consideramos que no hay un giro a la derecha en el sentido de que se pare la lucha de clases. No se ha producido ninguna derrota importante. Latinoamérica sigue, con sus desigualdades, cruzada por la confrontación social. El proceso de movilización va a continuar contra todos los gobiernos que aplican el ajuste, incluidos los conservadores como el de Colombia y Argentina. Este proceso de agudización de la confrontación social va a seguir. La perspectiva es hacia nuevas crisis políticas de los gobiernos y regímenes. Y en ese proceso seguiremos batallando por lograr gobiernos de los trabajadores que encaren los cambios de fondo que necesita Latinoamérica.
En esa perspectiva, y ante el nuevo fracaso de los proyectos políticos de conciliación de clases, se vuelve a plantear la tarea estratégica de seguir la pelea por construir una verdadera dirección socialista revolucionaria.