El asesinato de otros dos hombres negros, Philando Castile (32 años,docente, en Minnesota) y Alton Sterling (37 años, vendedor de CDs, Louisiana) por la policía racista norteamericana desencadenó grandes protestas en Estados Unidos, las cuales repercutieron en Europa. Los asesinatos fueron filmados y difundidos por redes sociales, lo que ayudó a visualizar la enorme brutalidad racista. En ambos casos no hubo ninguna resistencia al accionar policial que actuaba ante presuntas infracciones muy menores (Castile llevaba un faro roto de su automóvil y fue muerto porque el policía «sospechó» que podía sacar un arma).
Es decir, son típicos asesinatos racistas que han hecho tristemente célebre a Estados Unidos y a su policía.
Días después otro hombre negro, David Brown, veterano de la invasión a Afganistán, mató 5 policías blancos, en el marco de una marcha de negros, latinos y blancos contra los asesinatos de Minnesota y Louisiana. Antes de que lo mataran, pudo declarar que no pertenecía a ninguna organización terrorista, y que quería matar policías blancos.
Una reacción desesperada ante tanta violencia racista, pero equivocada, la cual es utilizada por el gobierno norteamericano para una mayor represión, unificar a la policía racista, y que aparezcan el «malo» Bush y el «bueno» Obama, unidos y de la mano en el funeral de los policías muertos en Dallas. El camino es ampliar las movilizaciones que se desataron en muchas ciudades de los EE.UU.
Estados Unidos ha vivido varios episodios cargados de tensión racial desde hace más de un año, especialmente desde la muerte en la ciudad de Ferguson, en el estado de Missouri, en agosto de 2014, del joven negro desarmado Michael Brown a manos de un agente blanco, que luego fue exonerado de todos los cargos.
Las cifras de asesinados por la policía son escalofriantes. En total reportan a 519 muertos por la policía en el año 2016, de los cuales el 23% eran negros (es decir el doble que la proporción dela población negra). También los jóvenes «latinos» (es decir todos los latinoamericanos o sus hijos) son víctimas de esta violencia racista. También es Estados Unidos el país que tiene más presos en relación a la población y esta proporción crece al triple en los negros respecto a los blancos. Los negros e hispanos son el 60% de los presos, pese a ser apenas el 30% de la población.
Por esta situación ha nacido un nuevo movimiento de derechos civiles en EEUU, llamado «Las vidas de los negros importan» («Black Lives Matter»), que reclama el fin de la violencia racista de la policía. La derecha, con ayuda de la prensa burguesa, llama a perseguir a los activistas de la organización Black Lives Matter y los acusan de «violentos». Se está creando un clima de miedo para reprimir a la comunidad afro-americana, a los trabajadores y a todos los movimientos progresistas.
Desde la UIT-CI nos unimos a las demandas de la población negra para exigir el fin de la violencia racista, el fin de la impunidad policial y protección judicial a los policías, castigo y expulsión del servicio de todo policía que agreda.
Extender la movilización en los propios Estados Unidos y la solidaridad internacional es primordial para detener estos ataques. Llamamos a las organizaciones democráticas, de trabajadores y estudiantes, a pronunciarse en solidaridad con el pueblo negro norteamericano y por el fin de la violencia racista.
Unidad Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)
13 de julio de 2016